La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Medio Ambiente
Málaga es la tercera provincia en población de cotorras argentinas, un tipo de loro pequeño, de color verde, que comenzó siendo una mascota y ha terminado inundando el paisaje urbano, provocando daños en otras especies animales o arbóreas y cuyo número se duplica cada tres años y medio. ¿Qué hacer con esta especie que despierta pasiones en ambos sentidos? Se preguntaron ayer un grupo de expertos con experiencia en el control de estas aves y cuyo diagnóstico fue claro: el método más eficaces es disparos de escopetas con mira telescópica para acabar con los animales uno a uno. Es más barato, seguro y rápido que los métodos empleados hasta ahora, aseguran.
En una nueva jornada del Foro Ambiental organizado este jueves por la UNED Málaga se puso el ejemplo de Sevilla o Zaragoza, dos ciudades que han experimentado la ineficacia de métodos alternativos como los anticonceptivos, poco selectivos y que pueden afectar a otras especies, o utilizar trampas o redes para proceder a la eutanasia de las cotorras, método costoso y estresante para el ave.
“Tuvimos claro que no era una cuestión de caza, sino de biodiversidad”, aseguró en su ponencia Alberto Esteban, jefe de la Unidad de Agentes de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Zaragoza. Esta ciudad ha logrado dejar al mínimo las colonias de cotorras, que están ahora controladas, tras aplicar diversos métodos. Los técnicos comenzaron realizando un censo de los nidos -125 en 2006- y retiraron aquellos que por sus dimensiones o ubicación ponían en peligro la seguridad de viandantes o coches -algunos pesaban entre 100 o 150 kilos- pero los animales volvían a anidar en los mismos puntos. Esteban aseguró que el control de estos animales es una competencia municipal por cuanto suponen un problema de seguridad y señaló que en una semana censaron una ciudad como Zaragoza,similar en población a Málaga.
Dailos Hernández Brito, investigador predoctoral de la Estación Biológica de Doñana, lleva años estudiando el comportamiento sobre todo de las cotorras Kramer, la más común en Sevilla, y cuyo número ha crecido un 3.000% en los últimos doce años, desde que los primeros ejemplares se vendieron en un mercadillo del centro de la ciudad. Este tipo de cotorra, algo más grande que la argentina y muy agresiva con sus competidores, está amenazando en el Parque de María Luisa a dos especies autóctonas; el “nótulo gigante”, un murciélago forestal cuya población en ese punto es la más grande de Europa. o el “cernícalo primilla”, cuya población se ha reducido al mínimo. Además, los daños en las plantaciones de girasoles en la proximidad de la ciudad se han triplicado en cuatro años.
Hernández-Brito planteó que aunque la erradicación es una medida polémica, en especial entre colectivos animalistas, nos encontramos ante “una seria amenaza”, por lo que es preciso informar a la población de los riesgos que supone la falta de medidas y actuar con rapidez con métodos efectivos. Recordó además que el método del disparo se debe realizar con personal cualificado, en zonas restringidas y acotadas al público.
Según un censo del año 2015 en Málaga se contabilizaban 4.500 ejemplares, pero su crecimiento es exponencial. Los estudios científicos ya vaticinan que en poco tiempo llegarán a anidar en la zona de Antequera y que en los próximos diez o quince años se extenderán por una amplia zona del mapa andaluz desde Málaga a Sevilla por las zonas de cultivo, llegando a Cádiz o Huelva.
La historia de estas aves es la de una invasión exitosa. Los primeros ejemplares se detectaron en Málaga en 1978 en un nido junto al actual Parador de Golf. Un estudio científico, aún en revisión, indica que una vez se establecen, la cotorra tiende a permanecer doce años después. Es el único tipo de loro capaz de construir sus nidos, sobre todo en huecos de árboles, y su temporada de cría puede durar todo el año.
Temas relacionados
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios