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Los expertos, a favor de repensar los puentes plazas sobre el Guadalmedina de Málaga

Recuerdan que la realidad está superando a los modelos de expectativas y que en Málaga se pueden dar lluvias como las de Valencia

Investigadores de Málaga simulan la respuesta del Guadalmedina ante unas lluvias como las de Valencia

El Guadalmedina durante la última DANA en Málaga. / Javier Albiñana

La catástrofe que ha provocado la DANA más virulenta que se recuerda en Valencia y que ha dejado, de momento, 220 fallecidos; tiene sus ecos en Málaga. Por las razones obvias: ambas son regiones mediterráneas y con una orografía similar. En la provincia, un día antes, el barro anegó el valle del Guadalhorce y se saldó con una víctima mortal en Alhaurín de la Torre. No es casualidad que muchas miradas viren hacia el Guadalmedina y piensen qué pasaría aquí si precipitasen los 400 litros en cuatro horas que recogieron en el levante español. Y muchas de esas miradas se centran en el proyecto de puentes plaza que el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, tiene para el río. Los expertos piden prudencia: "Lo que nos dice la evidencia es que las previsiones se están quedando cortas" y no descartan que aquí puedan darse esas lluvias torrenciales.

Pero, ¿qué contempla el proyecto de los puentes plaza para el Guadalmedina? El alcalde, en su último programa electoral, prometía actuar sobre el río. En La Casona del Parque quieren "cerrar la herida" entre ambas márgenes por la vía de unos grandes puentes que pudieran servir como plazas públicas, los más destacados estarían en los actuales puentes de Armiñán y La Aurora, que dejarían de ser simplemente una infraestructura de paso, para servir como un lugar de esparcimiento público. A esto se une una nueva gran estructura sobre el río, que se ha dado a conocer esta misma semana, y que se situaría junto a La Rosaleda. En el Ayuntamiento defienden su necesidad para que la nueva Rosaleda pueda ser sede del Mundial de fútbol de 2030.

El regidor defendía esta misma semana que el proyecto es "seguro" y que estaba testado a un estrés superior a las lluvias de Valencia. También que se había estudiado para que el agua pudiera salir por la parte superior de los puentes en caso de necesidad. Y recordaba que gracias al caudal ecológico que hay ahora mismo en el Guadalmedina, los requisitos de seguridad exigidos por la Junta de Andalucía, se habían reducido de los 600 metros cúbicos por segundo a los 460 metros cúbicos por segundo, en tanto que la presa del Limonero "que tiene una vida de 10.000 años" está menos llena y, por lo tanto, cuenta con más capacidad de retener una posible avenida.

Sin embargo, los expertos señalan lo contrario. La evidencia muestra que a precipitaciones menores, la inundación posterior es mayor. En concreto, María Jesús Perles, catedrática de Geografía en la Universidad de Málaga (UMA), recuerda el reciente caso de Campanillas: "Se dieron las lluvias que se esperan cada 20 o 25 años, y las inundaciones fueron las que se deberían dar cada 100 años". Es decir, que las trombas causan mayores destrozos de lo que los modelos estiman. Y también apunta que, al contrario de lo que ha sucedido con el Guadalmedina, los puntos críticos de los ríos, sobre todo de los mediterráneos, tienden a hacerse más exigentes con la seguridad. "No es comprensible que en el Guadalmedina hayan bajado los requisitos, cuando lo que hacen en toda Europa, y lo que dice la evidencia en el entorno, es ir más hacia el lado de la seguridad, ser más exigente", afirma rotundamente.

José Damián Ruiz Sinoga, catedrático también de Geografía Física en la UMA, se suma al carro: "Si en lo que va de siglo se han dado seis o siete lluvias de las que se dan cada cien años, a lo mejor hay que cambiar los modelos y los de retorno no nos sirven". Además, afirma que sería "muy prudente a la hora de hacer actuaciones en un lugar donde las lluvias ya han demostrado ser torrenciales", recordando episodios en el 56 o el 89, en los que se pudieron superior los 300 litros por metro cuadrado.

"Yo no estoy a favor ni en contra del proyecto de los puentes plaza, pero sí pido mucha precaución en un río que, ante un pico torrencial como el de Valencia tendría graves consecuencias porque su entorno son auténticos barrancos que vierten agua contra una población de más de 700.000 habitantes", añade.

Caudales sólidos

Sinoga, junto a su grupo de investigación, está investigando cómo reaccionaría el río ante una lluvia como la de Valencia. Tanto con caudales líquidos, que ya ha hecho las comprobaciones "y lo que nos sale con caudales líquidos ya nos da que pensar", como con sólidos, que empezará la semana que viene. Cuando los expertos hablan de caudales sólidos se refieren a la capacidad de arrastre de troncos, lodos, fangos, piedras o coches que pueda arrastrar por el cauce y que cambia en gran medida el comportamiento del mismo y la atención que se le debe prestar.

Perles afirma que, en el mundillo, bromean con que en los ríos, sobre todo en los mediterráneos, "no corre agua destilada", por lo que apunta a la necesidad de tomar todos los cálculos con "precaución". "Lo que cae ya lo sabemos de sobra, lo que arrastra una crecida de una magnitud de las que se manejan cada 15 años en nuestra zona son caudales tan potentes que arrancan una cantidad de fango tremenda e inhabilitan de una manera muy peligrosa los sistemas de encauzamiento. Lo bloquean y pueden producir una inundación en otro espacio, en un lugar donde no estaba prevista", señala con relación al entorno urbano.

La catedrática afirma que, para proyectar una acometida en el Guadalmedina "habría que establecer modelos de seguridad mayores, porque cuando se modeliza se hace con agua limpia. Después lo que ocurre en la realidad es distinta. En Valencia, por ejemplo ha sido una riada de automóviles que han servido de arietes contra las casas".

Añade que en el Guadalmedina, "pensamos que estamos protegidos por la presa del Limonero. En Valencia, las ramblas del Poyo también estaban reguladas por presas como la Forata, que han funcionado relativamente. No se han desbordado, pero aun así han servido de poquito", afirma recordando la fuerza con la que corría el cauce. En el barranco del Poyo se llegaron a superar los 2.200 metros cúbicos por segundo de caudal antes de que este se llevara los medidores, según la Confederación Hidrográfica del Júcar.

"No es solo el Guadalmedina aguas arriba de la presa, el tema es que aguas abajo hay 23 km cuadrados de cuencas que no están reguladas", afirma Sinoga. José María Senciales, compañero en el departamento de Geografía de la UMA, apunta al arroyo de Don Ventura, que viene a desembocar debajo de la presa, igual que en el caso valenciano con la Forata. Pero, no hay que irse tan lejos geográficamente. Senciales apunta al desbordamiento del Vélez a finales del siglo pasado por una causa similar, ante el desborde de La Viñuela, y los arroyos aledaños, fue el delta del río lo que pudo salvar de una catástrofe.

"No hay que insultar al río"

Senciales es completamente tajante cuando se le pregunta: “No hay que seguir insultando ni subestimando al río, el Guadalmedina es un río peligroso y hay que tratarlo como tal”. Alega que, por eso, lo más interesante sería dejarlo “casi como está, lo que nos interesa es que en su cauce bajo evacúe lo más rápido posible, por lo que, si acaso, alguna jardinera para adecentarlo, pero nada de árboles, lo haría peligroso”. En la parte alta, por el contrario, sí apuesta por la renaturalización, “hasta Ciudad Jardín lo que interesa es que frenarlo, por eso ahí sí debemos renaturalizar”. Además, apunta que ya se salió tras las lluvias del 89 en la zona baja.

Se pueden dar unas lluvias como las de Valencia

Los tres expertos, además, coinciden en que unas lluvias como las de Valencia pueden darse en el Mediterráneo y recuerdan episodios anteriores. Sinoga apunta a que, pese a que el Mediterráneo es más cálido que el mar de Alborán, "no implica que una DANA menor pueda producirse, si el aire que la genera es más frío que el de Valencia, el cambio de gradiente es el mismo". Perles, añade que "no tiene que darse las mismas lluvias, a veces unas precipitaciones algo menores o algo mayores pueden tener consecuencias similares", recordando unas lluvias torrenciales en Campillos.

Senciales, además, apunta al momento del año en que se puedan producir, "no es lo mismo que se den ahora, con los pantanos llenos, que si se producen en febrero. Unas lluvias de sólo 150 litros, con El Limonero lleno tendrían unas consecuencias distintas". Así, reconoce que en la última DANA "se hicieron las cosas bien, ante 55 litros de lluvia en Campillos abrieron la presa, pero si estamos haciendo las cosas bien no vamos a tentar a la suerte tapando el río".

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