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Fascinante Croacia: Split (II)

Una plaza que en verano se convierte escenario del extraordinario festival internacional de teatro, ópera, ballet y conciertos

Palacio de Diocleciano, el peristilo, en Split. / M. H.

El peristilo o patio central del palacio es hoy una sugerente plaza que combina de forma armónica diferentes estilos arquitectónicos. Una plaza que en los meses de verano se convierte en uno de los maravillosos escenarios del “Verano en Split”, el extraordinario festival internacional splitense de teatro, ópera, ballet y conciertos. El peristilo, enmarcado por las columnatas de granito egipcio, de color púrpura, rojo imperial, con capiteles corintios, es antesala de la catedral de San Domnius y del baptisterio. Esto es, por el peristilo se tenía acceso al mausoleo de Domiciano y, enfrente, al otro lado, al templo de Júpiter. El emperador delimitó un espacio sagrado, lo que los griegos denominaban témenos, y, junto a él, mandó construir el mausoleo donde reposaron sus restos hasta que, en el siglo VII, fueron desahuciados para acoger las reliquias de San Domnius. El mausoleo fue consagrado como catedral cristiana. Ironía de piedra, habiendo sido la tumba de quién ordenó una de las mayores persecuciones de cristianos. Enfrente estaban el templo dedicado a Júpiter (después baptisterio de la catedral) y dos templos circulares dedicados a Venus y Cibeles que no se han conservado.

La conversión del conjunto al cristianismo tuvo varias fases. El mausoleo, de planta octogonal con cúpula piramidal y una entrada majestuosamente monumental, y el templo de Júpiter, fueron construidos a finales del siglo III. El sarcófago que contuvo los restos mortales de Diocleciano, pieza central del mausoleo desapareció. En el siglo VII se consagró la catedral y el templo de Júpiter se convirtió en el baptisterio. En el siglo XI se le adosó un campanario románico de unos 50 m de altura, si bien se le hizo una reconstrucción en 1908 que poco o nada le dejó de su primitivo estilo, incluso desaparecieron numerosas esculturas románicas originales. Y en el siglo XVII se le añadió el coro uniendo las dos cámaras que tenía el mausoleo en una sola. Una muestra del excelente románico dálmata la encontramos en las puertas de madera de la catedral, obra del siglo XIII del escultor y pintor croata Andrija Buvina, que relata la vida de Jesucristo.

La catedral está bajo la advocación de San Domnius (Katedrala Svetog Dujma, en croata) que fue obispo de Salona y murió decapitado en el año 304 bajo las persecuciones ordenadas por Diocleciano Quién le iba a decir que el mausoleo de su perseguidor iba a ser su catedral. Sus restos se repartieron entre Salona (Solin en croata) y San Juan de Letrán en Roma. San Domnius, que inicialmente se llamó de Santa María, es la catedral más antigua y pequeña del mundo –según dicen– pero en todo caso es una pequeña pero fascinante joya. La cúpula estuvo sustentada por un doble orden de columnas corintias de preciosas piedras de colores, de las que quedan veinticuatro, unidas por espléndidas cornisas. En el friso se pueden contemplar unos medallones, tallados en piedra, de Diocleciano y de su esposa Prisca, enmarcados en coronas de laurel y sustentados por niños alados. En uno de los nichos está la urna de San Domnius, del siglo XV, pero lo verdaderamente impresionante es contemplar el altar mayor de San Domnius, espectacular barroco del siglo XVIII, escoltado a su derecha por un púlpito románico hexagonal del siglo XIII-XIV y, a su izquierda, el altar de San Anastasio del siglo XV. 

Al otro lado del peristilo se encuentra el baptisterio de San Juan (el templo de Júpiter), un edificio rectangular con bóveda de cañón, de estilo corintio, en el que podemos contemplar otra joya románica como es la pila bautismal en forma de cruz, con abundante decoración escultórica, entre la que se encuentra la efigie de un rey croata del siglo XI. También son interesantes los sarcófagos del arzobispo Juan de Rávena, fundador de la archidiócesis de Salona, y del arzobispo de Split, Lorenzo, que datan del siglo XI. La cripta del baptisterio es la iglesia de Santo Tomás y, en la entrada, con la mirada puesta en la catedral, hay una esfinge egipcia de basalto negro. En verano, a la esfinge se le deben saltar las lágrimas viendo las representaciones de óperas en el peristilo; la Aida de Verdi (por ejemplo).

Son sugestivos los “sotanos” del emperador. Las salas subterráneas se han conservado perfectamente y nos desvelan las soluciones constructivas de la época. Se puede ver como los anchos pilones, que sostienen arcos de media punta, articulan el espacio en tres naves abovedadas donde hoy podemos contemplar exposiciones de arte, artesanía y espectáculos diversos.

Fuera de las dependencias del emperador, el decumano maximus (Poljana Kralijce Jelene) se ha convertido en una plaza que acaba en la Puerta Argentea, tras la que se celebra uno de los más animados mercados de la ciudad. En la plaza se encuentra la iglesia de San Felipe Neri, barroca del siglo XVIII y junto a la puerta, pero fuera de la muralla, está la basílica de Santo Domingo (Sv Dominik), de finales del siglo XVII que guarda una importante muestra pictórica. Siguiendo el decumano, pero en sentido contrario (Kresimirova ulica), llegamos a la Puerta Ferrea que conecta “la Ciudad Vieja” (Stari Grad), con la “Ciudad Nueva” (Novi Grad). Sobre dicha puerta se alza una torre del siglo XVI conocida como la Torre del Reloj, y en su pórtico hay una pequeña capilla que tiene un campanario lombardo del siglo XIII, por lo que recibe el nombre de iglesia de la Virgen del Campanario (Gospa od Zvonika) En esta calle podemos admirar el más bello palacio barroco de Split, el palacio Cimbro del siglo XVII, además de disfrutar de multitud de tiendas, cafeterías y restaurantes, lo que hace de ella una de las zonas más concurridas de la ciudad que, a su vez, es una de las más animadas y divertidas de Europa. Tantos restaurantes apetecibles vimos que aprovechamos para comer. Probamos uno de los platos más típicos de Split: La pasticada. Es un guiso de carne de buey con vino, especias, verduras y fruta deshidratada (ciruelas). Lo acompañamos con un excelente vino tinto Zlatan Plavac y terminamos la faena con un postre llamado Orehnjaca que consiste en un rico y agradable pastel de hojaldre relleno de nueces. 

Atravesamos la Puerta de Hierro y nos encontramos en la antigua y veneciana plaza de los Señores, en su día (en el siglo XV) así llamada, fue el centro político y económico de la ciudad. Hoy, la plaza del Pueblo o plaza Narodni trg, es una agradable plaza en la que se respira cierta nostalgia de la belle époque por sus cafés modernistas y el ambiente bullicioso y juvenil que se vive. No resistimos la tentación de reposar la comida sentados en uno de aquellos cafés en el que saboreamos un expreso con rakija de uva (en español, un carajillo de aguardiente). En la plaza se encuentra el Ayuntamiento que en el siglo XV comprendía el Palacio de los Rectores, el Palacio de la Comuna y el Palacio de la Logia Municipal. Fue reformado parcialmente en el XIX. 

Callejear por la Novi Grad o Ciudad Nueva es una delicia y una constatación de la armónica melodía arquitectónica que ha sonado a través de los siglos en Split. Nos iremos encontrando con edificios como el bellísimo palacio Papalic, gótico-veneciano, obra del arquitecto dálmata, Giorgio Orsini, o el espléndido monumento dedicado al escritor splitense Marko Marulic (1450-1524), considerado el padre de la literatura croata, obra del escultor croata del siglo XIX, Ivan Mestrovic, Nos deleitaremos con un espléndido barroco del XVII, el palacio Miseli y, junto a él, una maciza torre octogonal veneciana del siglo XV. Y, más allá, el gótico sacro de la iglesia del Espiritu Santo (Sv. Duh), que muestra una extraordinaria colección de lápidas; entre ellas destaca una del siglo XV, del sepulcro de Andrea Alesi, arquitecto y escultor veneciano, naturalizado dálmata. 

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