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Málaga/La Feria de Málaga no es solo conocida por malagueños si no que traspasa fronteras y se vuelve internacional. Muchos extranjeros vienen a disfrutar de estos días de celebración y folclore. Familias con hijos, amigos y parejas se unen a los locales en la semana grande de la ciudad.
Andar por el centro durante el día resulta ser una tarea más que difícil en Feria. Entre la multitud, los bailes y las palmas sorprende escuchar alguna palabra en inglés, francés e incluso en alemán con un acento que se aleja considerablemente del español.
Robert Buenos, Daniel Meeder, Gerard van der Ree, Dios Freriks, Diego Lokhorst, Max fer Heerdt y Evan van Duijn, son un grupo de amigos que vienen a Málaga desde Holanda por primera vez para disfrutar de la ciudad y "beber cerveza". Y no faltan a su palabra, sentados en un bar, de la Calle Martínez, los siete sostenían una jarra de "birra" mientras degustan unos platos de embutido.
Entre la abarrotada Calle Larios dos parejas de franceses hacen hueco para ver el espectáculo de verdiales que tiene lugar allí mismo. Aunque les ha pillado de sorpresa la celebración, Sandrine Bonichon, que viene con ellos, define la Feria de Málaga como "súper". Lo mejor para ellos es el ambiente y lo peor las altas temperaturas.
Robert Buenos, Daniel Meeder, Gerard van der Ree, Dios Freriks, Diego Lokhorst, Max fer Heerdt y Evan van Duijn son un grupo de amigos que vienen a Málaga desde Holanda por primera vez para disfrutar de la ciudad y “beber cerveza”. Y no faltan a su palabra. Sentados en un bar de la Calle Martínez, los siete sostienen una jarra de “birra” mientras degustan unos platos de embutido.
Entre la abarrotada Calle Larios, dos parejas de franceses hacen hueco para ver el espectáculo de verdiales que tiene lugar allí mismo. Aunque les ha pillado de sorpresa la celebración, Sandrine Bonichon, que viene con ellos, define la Feria de Málaga como “súper”. Lo mejor para ellos es el ambiente y lo peor, las altas temperaturas.
Alejándose del barullo de la gente que se concentra en las zonas principales, en la Calle Granada, un grupo de jóvenes holandeses se refugia del calor a la sombra de un bar . “¡Hace mucho calor para mí!”, exclama uno de los chicos a sus amigos.
“Nunca hemos visto algo parecido a esto, es muy grande y hay mucha gente”, asegura mientras se ríe, Zoë Huisjes. Ante la pregunta de qué es lo que más les gusta de la Feria, la respuesta al unísono es: “The white wine and the party (el vino blanco y la fiesta)”. No hay duda.
Tras una mañana de baile y disfrute hay que reponer fuerzas y eso mismo hacen Huet Annie, su marido y una pareja amiga. Los cuatro, franceses de Normandía, estaban aquí de vacaciones cuando les pilló por sorpresa la Feria de Málaga. Así que no dudaron ni un segundo y corrieron a uniformarse con una flor de color. “Hay mucha gente y ruido pero es genial”, afirma la mujer. La tarde del domingo cogen un vuelo de vuelta a Francia, pero eso no les impide disfrutar de las últimas horas en la ciudad.
Los turistas disfrutan de la Feria al igual que los residentes en la ciudad. Les sorprende que el centro histórico se convierta por unas horas al día en un hervidero de gente que bebe, canta y baila sin parar hasta las seis de la tarde. El ambiente festivo es la parte favorita de los extranjeros y no es para menos, las calles de Málaga contagian ganas de diversión.
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