Fernando Rey: El torero que quiere ser... torero
Tras tomar la alternativa en 2015, sigue a la espera de su oportunidad
Nos acompaña a un almuerzo en el asador La Carreta, en Rincón de la Victoria
Málaga/Hoy traigo a esta sesión a un invitado joven, un gran hombre joven, con apenas veinticinco años, pero no por ello con menos sentido de la vida y sobre todo de la muerte. Malagueño, de Torremolinos. Debo reconocer que me ha atrapado su verbo directo y pausado a la vez que profundo y sus reflexiones sobre su mundo: el de los toros. Fernando Rey, un torero que lo es desde la cuna y al que el destino no le ha jugado muy buenas pasadas. Ahora les narro.
El restaurante: El asador La carreta
Hasta el Rincón de la Victoria nos marchamos en esta ocasión, a un restaurante de prestigio y tradición en la bella localidad rinconera: El asador La carreta. Más de veintisiete años avalan el la trayectoria de este restaurante donde aún resuenan los ecos de las celebraciones que con motivo del 25 aniversario organizaron para más de 200 clientes y amigos.
Fuimos recibidos por Icíar Rando quien actúa como metre y coordinadora del establecimiento. Su madre, Alicia Rando es la jefa de cocina, para cuya labor cuenta con el apoyo de cuatro personas. 10 personas conforman el resto de la plantilla para atender el amplio y acogedor salón y el maravilloso patio con que cuenta este restaurante. La cocina tradicional y de elaboración propia y las carnes, especialmente a la brasa, son la especialidad de este afamado rincón gastronómico. Más adelante les detallo.
El invitado: Fernando Rey
Fernando Rey, para aquellos que no le conozcan, es un joven que con 15 años comenzó a recorrer la geografía, primero andaluza y luego del resto de España, como novillero, cumpliendo de esta manera el sueño que traía prendido en su alma, con la fuerza de un titán, desde la misma cuna, hasta hacerse torero. Maestro, ¿por qué es usted torero? “(Silencio) Soy torero por vocación, desde muy pequeño es lo que me ha guiado en la vida. Realmente no sé en qué momento me despertó el amor por el toro, pero sé que era muy niño”.
Usted dijo en una ocasión, con apenas diecisiete años, que un torero está preparado para la muerte. “Así es. Me han educado en la muerte y el dolor, dolor físico, de verdad. Y para entregar la vida. Cuando mejor se torea es cuando estás dispuesto a entregar la vida. No se puede torear a medias tintas. Eso lo aprecia el toro y lo ve el aficionado y no le gusta a nadie.” Entonces lo que le sucedió en Moralzalzar fue la confirmación de sus palabras. “(Silencio) En Moralzarzar toreaba la penúltima novillada de la temporada, tenía diecisiete años.
En unos segundos me di cuenta que te puedes “ir” en cualquier momento. Todavía no me había cogido un toro esa temporada y debo decir que sentía cierta vergüenza. Y me cogió, y vaya de qué manera. Me destrozó las colaterales de la femoral. Estuve dos días en la UVI y nueve días en planta.” Imagino que pasaría mucho miedo, ¿o el miedo no existe? “Cuando me cogió el novillo yo estaba entregado. Si tengo que morir luchando por un sueño no se me ocurre mejor manera de morir. Y claro que sentí miedo. Siempre que estás delante de un toro tienes miedo. Se trata de dominarlo lo que puedas, pero el miedo siempre está ahí. A veces miedo extremo”.
Muy personal
Nacido en Torremolinos, desde muy pequeño se despierta su afición por los toros. “Aún andaba en pañales y hay por ahí una foto mía poniéndome los dedos como cuernos en la frente”. Comienza a prepararse en la Escuela Taurina de la Diputación de Málaga bajo la dirección entre otros de Fernando Cámara. Se traslada el Centro de Alto Rendimiento de Guadalajara de la Fundación Joselito. Todo esto a la vez que continuaba sus estudios. “El objetivo era que los toreros adquiriésemos formación y cultura”. Estudió hasta segundo de bachiller y ahí se interrumpió todo. Comenzó a torear. “Las escuelas taurinas hacen lo que pueden con los medios que tienen, a veces muy escasos”. Lector empedernido, lee hasta literatura japonesa y piensa retomar sus estudios por el deseo de continuarse formándose. Le gustan especialmente la filología hispánica y la historia del arte. “Todos los cambios en la vida, en la sociedad, deben venir a través de la cultura y las educación. En el mundo del toro también”. Después de haber estado en el campo en Sevilla donde tiene más oportunidades para entrenar, actualmente vive de nuevo en su casa de Torremolinos. Por encima de todo no abandona sus deseos de volver a torear. “No olvidaré nunca el día que cuajé un toro. Tenía 18 años. No era un novillo, era un toro. Fue el primer toro que toree. No digo que quiera morir en una plaza de toros, pero entregarme con un animal que me ponga prueba es lo máximo. Algo indescriptible. No hay un gesto de generosidad mayor que entregar mi vida por torear de nuevo”.
Después de releer esta crónica, una vez que la había escrito, comprendí la crudeza, pero la realidad, de las palabras de Fernando Rey. Dispuesto a todo por volver a los ruedos. Mucha suerte.
Y a pesar de toda esa lucha, su última corrida fue ya para casi cuatro años, después de la alternativa en Santander. “Así es. Mi última aparición fue aquí en Málaga; desde entonces nada.” Y ¿por qué cree que no le contratan? “No me contratan porque no he toreado, pero si no me llaman ¿cuándo toreo?”. Entonces su sueño se ha roto. “No, me han roto ningún sueño. Me encuentro en esta situación por mí mismo. He tenido alguna oportunidad, y hay que aprovecharla”.
¿Tiene algún día de esos para olvidar? “Pues si lo tengo no me acuerdo (risas)”. ¿Nunca ha pensado en tirar la toalla en estos años? “Para nada. No creo que esté todo perdido. La vida me puede cambiar en diez o quince minutos con un toro. Nunca he pensado en dejar de torear. El día que desaparezca mi ilusión de torear muero, y no lo digo de forma poética”. Desde luego en forma está. “(Risas) Soy consciente de que el momento me llegará, eso me obliga a estar al cien por cien y seguir trabajando cada día para mejorar. Es que no me planteo la vida sin torear, es mi forma de vida”.
¿Me podría decir que es para usted el toreo? “(Silencio) Para mi es introspección, clavar la barbilla en el pecho y estar dentro de ti. Otra forma es quedarte en la estética. Siempre busco la profundidad es lo que me colma”. ¿Qué opina usted de los movimientos antitaurinos? “Cuando no se tiene conocimiento de lo que es el toreo se puede pensar que maltratamos al animal, pero jamás actúo con intención de hacer daño al toro. El toro siempre tiene la posibilidad de defenderse, nada se hace fuera de su cara. En cuanto te sales un centímetro de ahí el aficionado te lo critica. Cuando pones el pecho por delante o la femoral a la altura del pitón te estás entregando al animal. El toro muere porque yo expongo mi vida. Como mejor mato a un toro es exponiéndome yo”.
¿Recuerda el día de su alternativa? “Claro, tuve la suerte de que mi padrino fuese mi gran ídolo de siempre, Morante, y además Talavante. Para mí fue muy especial. Corté una oreja”. ¿Con quién le gustaría compartir cartel? “Nunca me ha llamado la atención compartir cartel con ningún torero. Lo que me guía es enfrentarme al toro. Me gustaría llegar a dar personalidad a mi toreo, a través de mi propio estilo, como tengo pensado”.
Imagino que aún tendrá muchos sueños por cumplir. “ Claro. Sueño con cuajar un toro aquí en mi tierra. Darle una tanda de naturales a un toro en Madrid y sobre todo hacer sentir orgullosos a mis padres. Se lo merecen”. Se considera torero o matador de toros. “(Silencio) Soy torero, pero no me avergüenza decir que soy matador de toros”. Hicimos una breve pausa para continuar durante la comida.
La comida
Nuestra entrevista se desarrolló en el frondoso, alegre y cuidado patio de “La carreta”, un lugar idóneo para compartir tertulia y buena mesa. Inmediatamente se puedo Icíar Rando manos a la obra, y tras descorchar una botella de Javier Sanz blanco verdejo, selección de bodegas Lara, nos fue servida una ensalada tropical La carreta compuesta de frutas de temporada, endivias, pasas y palmito. Fresquísima. A continuación un plato criollo especialidad de la casa que no deben dejar de probar, acompañado de chorizo criollo, croquetas caseras, morcilla de arroz, suave salsa de ali oli y mayonesa.
Nosotros continuamos con nuestra conversación. Hay algo se suele decir mucho en nuestra tierra y que yo le voy a repetir ¿creer que correría la misma suerte de estar en Sevilla? “No me lo planteo. Eso lo podría pensar alguien sin cualidades, una persona débil. Estoy donde tengo que estar”.
He observado que le surge un brillo especial cuando menciona al toro. “El toro es más bello de lo que la gente se piensa. Conocer a un animal, su personalidad, su fortaleza, sus debilidades, en tan solo veinte minutos es increíble. El toro te está dando información continuamente. Y cuando te fundes con él, te roza… es lo máximo”.
El descorche de una botella de vino tinto Habla del silencio, nos hizo aparcar durante unos minutos nuestras reflexiones. A continuación nos fue servido otro de los platos de la casa: entrecot de vaca y secreto ibérico con pisto casero. Sencillamente buenísimos.
Para finalizar nos fueron servidos dos postres elaboración de la casa: tarta de la abuela y tarta de queso. Ligeras y exquisitas. Mi agradecimiento a la familia Rando por sus atenciones y recibimiento y muy especialmente a Icíar que estuvo al “quite”, nunca mejor dicho, de nuestro invitado en todo momento. Para finalizar le pregunté a Fernando Rey por si le había dado alguna cornada la vida.
“No, ninguna. El mayor dolor me lo infrinjo yo mismo, mi propia exigencia. No le puedo echar la culpa a nada, y menos a la vida”. ¿Le gustaría decirle algo a la afición o a los empresarios, ahora tiene la oportunidad? “(Silencio) Lo que tenga que decir lo diré con la muleta, el capote y la espada. Es la mejor manera que conozco de hablar como torero”.
¿Quién es Fernando Rey?, la respuesta no puede ser más sincera. “Si quiere saber quién soy deberá esperar, no puedo responder ahora. Estoy rellenando la segunda página del libro de mi vida. Tengo solo 25 años. No, no puedo decir todavía de que va este libro”. Pues el destino quiera que en unos años podamos leer más páginas de la vida de este joven y valiente torero que no tiene otro deseo que serlo.
Los vinos
Blanco: Javier Sanz
Magnifico vino, de la D.O. Rueda. Bien estructurado con volumen y sabores a frutas. Muy recomendable.
Tinto: Habla del Silencio
Vino de la VT Extremadura. Vino potente y goloso, con notas frutales. Maridó perfectamente con las carnes que degustamos.
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