Fiestas clandestinas y 'peluquería' en los pasillos: así es la 'convivencia' en las Torres de Martiricos

La llegada de turistas y el alquiler de apartamentos han generado ruido y problemas de seguridad

La falta de atención y de servicios básicos han intensificado los conflictos

Las fotos de un grupo de WhatsApp de vecinos de las torres de Martiricos

Un chico pelándose en uno de los pasillos del edificio. / M.H.

Málaga/Las torres de Martiricos, con su arquitectura moderna y sus amplias zonas comunes, prometían ser un refugio de tranquilidad para sus residentes. Desde su apertura en febrero, han atraído a numerosos compradores, interesados en sus espaciosos apartamentos y áreas de descanso. Sin embargo, con la llegada del verano, muchos han decidido convertir sus viviendas en alquileres turísticos, promocionando la zona como un destino de "lujo". Sin embargo, pintadas en los ascensores, turistas cortándose el pelo en los pasillos y fiestas clandestinas son algunas de las situaciones que han perturbado la convivencia.

Un vecino, que prefiere mantenerse en el anonimato, describe el impacto de la situación en su día a día: "Ahora hay dos guardias de seguridad, uno abajo y otro en la piscina, pero no es suficiente". Añade que hay personas alojadas en el edificio que llegan gritando y tocan insistentemente las puertas. "En el edificio hay reglas, pero pocos las respetan", relata. De igual manera, menciona que la mayoría de los pisos son grandes, lo que atrae a grupos numerosos, generalmente jóvenes, que hacen un uso "abusivo" de las instalaciones.

"Siempre hay mucha gente y pintadas en los ascensores"

Ascensor con pintadas en las torres de Martiricos. / M. H.

Una residente del piso noveno, que también prefiere no dar su nombre, comenta cómo el problema se ha intensificado con la llegada del verano: "Desde la Semana Santa no se notaba tanto porque la piscina estaba cerrada, pero ahora las papeleras están desbordadas, siempre hay mucha gente y pintadas en los ascensores, y hemos visto hasta un chico pelándose en el pasillo" Asimismo, los vecinos declaran que las hamacas y la zona de chill-out están siempre ocupadas y las plazas de aparcamiento son invadidas constantemente. Una sensación de inseguridad va en aumento.

"El suelo se llena de agua que la gente no se seca de la piscina"

Suelo con agua de la piscina. / M. H.

"Salí de casa y cuando llegué mi plaza de garaje estaba ocupada", cuenta Jesús Torío, uno de los afectados. Este vecino ve el problema en la falta de atención de los propietarios turísticos hacia la comunidad: "Muchos de los arrendadores no viven aquí y no se preocupan por el bienestar de la comunidad". Añade que la gente que viene solo busca divertirse y no tiene en cuenta las normas. Torío subraya que no todos los extranjeros dan problemas, pero observa que son la mayoría los que no respetan los horarios ni el aforo de la piscina, dejan desorden tras sus fiestas y rompen y ensucian las zonas comunes. "El suelo se llena de pisadas de agua de la piscina. Hemos tenido que asumir gastos adicionales para mejorar la seguridad del edificio porque no hay control sobre lo que sucede en las zonas comunes", añade con frustración.

"Los turistas dejan su basura en cualquier lugar"

Basuras repletas de residuos en la calle de las Torres. / M. H.

Por su parte, Flavio Dodero, un propietario que reside principalmente en Madrid, revela una perspectiva diferente. "Yo saqué una licencia turística pero no la uso, lo hice porque creo que la propiedad privada no debería estar controlada por el Estado". Dodero explica que uno de los principales problemas es la falta de servicios básicos como la seguridad y la recogida de basura, lo que provoca que los turistas dejen la basura en cualquier lugar. Por otro lado concuerda con Jesús: "El problema aquí es la gestión de los apartamentos turísticos", afirma. Según él, los propietarios que delegan en empresas son los más problemáticos, ya que estas no se preocupan por mantener el orden y la calidad de vida de los vecinos.

Convivencia "insostenible" en la "comunidad"

La torre Sur con toallas colgadas en el balcón exterior en contra de las normas comunitarias. / Lucas Klein

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