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Flor Carrasco, decana del Colegio de Abogados de Málaga: "Creo en el alma de la toga y cuando la vistes tienes que ser digno de ella"

La recién electa representante de los letrados malagueños confía en “no defraudar” y asegura que, para ello, se dejará “la piel”

Los abogados de Málaga ya tienen a su primera decana: "No hay Justicia si esta tarda, las personas incluso mueren por el camino"

La decana del Colegio de Abogados de Málaga en su despacho. / JAVIER ALBIÑANA

El lema de su campaña al decanato, “el coraje de avanzar”, caló en 2.300 de abogados que la escogieron como representante de su colegio, alzándola como la primera mujer al frente de la institución en Málaga y en Andalucía en 250 años de historia. Flor Carrasco, especializada en derecho civil y penal, reconoce la presencia y el poder de decisión actuales de las mujeres en el mundo jurídico, el avance en materia de igual y lo mucho que “queda por hacer”. La “suerte” de las mujeres del primer mundo y la desigualdad agravada en menores o en situaciones de vulnerabilidad. Hace un mes que la letrada resultó electa tras su paso como vicedecana en la anterior legislatura y su misión ahora es llevar la “dignidad” de la profesión por bandera. Aboga por tomar conciencia colectiva y alzar la voz como “grupo de presión social”. Los retos que plantea son muchos y complejos, y para ello asegura que se dejará “la piel”. Solo espera “no defraudar”.

–¿De dónde le viene el amor por el derecho? ¿Es de sangre?

–Yo no tengo tradición jurídica. Nadie de mi familia había accedido nunca a la universidad, soy la primera licencida y, bueno, creo que la justicia como idea abstracta siempre me había atraído. Pensé que ser abogada era la mejor cosa que podía ser en el mundo y estoy literalmente enamorada de la profesión.

–¿Cómo fueron los inicios?

–Monté mi despacho con 26 años, creo que tenía, con una compañera que había conocido en la Facultad. A partir de ahí, siempre he tenido un despacho unipersonal y utilizo una fórmula muy común entre compañeros que consiste en compartir espacios, gastos y colaborar puntualmente en asuntos, pero generalmente cada una lleva los suyos. 

–Imagino que el primer juicio siempre deja huella...

–El primer juicio te marca, pero los nervios nunca se quitan aunque hayas hecho muchísimos. Ante la puerta de un juzgado, con la toga ya puesta, siempre te invade una sensación de incertidumbre porque nunca saber cómo va a ir. Delante siempre tienes un compañero o un fiscal que se ha preparado el tema como tú. A día de hoy, yo sigo poniéndome nerviosa antes de un juicio y no quiero que esos nervios se me quiten nunca porque eso representa lo mucho que respeto a mis clientes, a mi profesión y a mi toga. 

–En su toma de posesión se acordó de Fernando García Guerrero-Stracha, leyenda de la abogacía, y de un libro que le regaló, El Alma de la Toga. ¿Qué le evoca este título?

– Creo profundamente en el alma de las togas. La toga imprime carácter. Y, aunque este es un colegio muy transversal y en Málaga hay muchísimos abogados sin toga que defienden con intensidad los intereses de los clientes en compraventas o en otro tipo de asuntos, yo soy abogada de toga y creo que hay un alma y un sentimiento dentro de ella. Cuando la vistes tienes que ser digno de ella.

–Sobre reivindicar dignidad precisamente ha versado su campaña. ¿Se sienten en el último escalafón judicial?

–Sí, a pesar de que sobre esta profesión se sostiene en gran parte el Estado de Derecho. La abogacía debe tomar conciencia de su propia fuerza y de su propia voz, y ser un grupo de presión social. Los abogados a veces somos un poco individualistas y, cuando tomemos conciencia de nuestra potencia, creo que las cosas mejorarán dentro.

La nueva decana en el Colegio de Abogados. / JAVIER ALBIÑANA

–¿Por qué apostará durante su mandato?

–Vamos a hacer una campaña institucional para que los ciudadanos conozcan mejor la figura de un abogado y cómo puede ayudar. Hablaremos de abogacía preventiva porque solemos contratar a un abogado cuando el problema ya se ha ocasionado, pero no tenemos la cultura de otros países de recurrir a un profesional del derecho para prevenir situaciones y conflictos, además de para asesorarse o revisar contratos. ¿Cuántos españoles van a comprar una casa con un abogado? Ninguno. ¿Cuantos extranjeros? Todos. ¿Por qué? Es una operación que va a condicionar nuestra vida. Firmamos nuestras escrituras, vamos al notario, firmamos lo que nos ponen y ya está. Y luego medidas que tienen que ver con la problemática de las jubilaciones, haremos un estudio sobre los servicios que los abogados prestamos a la administración en turno de oficio y exigiremos el reconocimiento de una relación laboral especial. Tenemos grandes retos por delante.

–La remuneración del turno de oficio ha sido siempre motivo de queja de los abogados. En enero de 2023 aumentaron las compensaciones económicas en Andalucía un 16%. Por contra, en muchas comunidades las retribuciones continúan estancadas. ¿Se dan por satisfechos?

– Lo que se paga indudablemente está muy lejos de un precio de mercado. Además, otras comunidades cobran muchísimo más que nosotros como Canarias, País Vasco y Cataluña. Debería haber al menos una equiparación y una revisión periódica que se renueve automáticamente igual que la del IPC. Que no nos condenen a tener que negociar todos los años que haya una mejora en la retribución .

–¿Lidian con alguna otra problemática en el turno de oficio?

–Entendemos que asumimos tareas burocráticas que no deberían de correspondernos a nosotros, pues ocupan gran parte de nuestro tiempo. El turno de oficio requiere una gran transformación y una gran dignificación. La sociedad debería conocer mejor el valor de los abogados del turno de oficio. Yo soy abogada de turno de oficio desde hace 26 años y en Málaga somos más de 2.000 profesionales de todas las edades, de todas las dedicaciones.

–¿Qué ocurre si el Colegio de Abogados asigna un abogado de oficio y luego no se le concede a esa persona el beneficio de la justicia gratuita?

–Si yo he hecho trámites judiciales y luego le llega a esa persona una denegación de la justicia gratuita por tener medios económicos, nadie me va a pagar a mí el trabajo que he hecho y la única respuesta de la administración es que puedo ponerle un pleito a mi cliente para que me paguen. Es decir, condenan al abogado a no cobrar por el trabajo realizado y a lidiar con el problema cuando es la administración la que debería abonar al abogado de oficio lo que haya hecho y repetir contra esa persona. Si no lo abona, que le embarguen igual que ocurre cuando no se paga el IBI o tantas otras cosas.

–¿De qué manera merman en el profesional los problemas que me comenta?

–La abogacía es una profesión muy esforzada y muy sacrificada. Son muchas horas las que le dedicamos. También tenemos los plazos procesales, es decir, tengo tres días para plantear un recurso desde que recibo la notificación y no tengo solo una, sino muchas. Esta profesión requiere de un sacrificio personal muy grande y de fortaleza mental para sobrellevar el estrés. 

–Además, Málaga presenta un atasco judicial importante y muchas causas se caracterizan por su complejidad y voluminosidad.

–Nosotros sostenemos esos procedimientos. El juez pone la sentencia. En un partido de fútbol, él sería el árbitro y los abogados los que tenemos que correr y estudiar dónde meter el gol.

–Usted es también profesora en la Facultad de Derecho, ¿qué papel tiene la educación en el futuro de la justicia y cómo se imagina el panorama en unos cuantos años?

– El derecho está en todas partes. Yo se lo digo siempre a mis alumnos, el derecho forma parte de la vida y con el derecho tendrán herramientas para defenderse mejor, al margen de que luego sean abogados, jueces, notarios o al final no trabajen en el sector. Y en cuanto a mi deseo, me gustaría que hubiese muchos y buenos abogados y abogadas, somos la mitad de la profesión. Deseo también una abogacía en igualdad, con mucha independencia, digna y muy consciente de su valor. Eso es lo que yo pondría en esas cápsulas del tiempo. 

–Habla de igualdad y usted es la primera mujer decana en Málaga y en Andalucía en 250 años de historia. ¿Sigue habiendo un techo de cristal en las instituciones judiciales?

–Creo que que las cosas están cambiando para mejor. Mis interlocutoras van a ser una presidenta de la Audiencia Provincial, una jueza decana y una decana de la Facultad de Derecho. Vamos a ser cuatro mujeres hablando de la situación de de la justicia y del derecho. En estas últimas elecciones han concurrido tres mujeres y un hombre entonces he tenido mucha conciencia de la enorme presencia y decisión de las mujeres en el mundo jurídico.

–Como mujer en un puesto de responsabilidad, ¿siente más presión o que tiene que esforzarse por demostrar más?

–Yo siento sobre mí una gran responsabilidad, pero no sé si por ser mujer o no. Creo que hay un caudal de ilusión y esperanza en este equipo, no quiero ya personalizar, y eso otorga un peso y una responsabilidad especial. No he estado en los zapatos de mis antecesores, pero supongo que todos los que se han sentado aquí [en una silla del despacho del decano del colegio] han sentido lo mismo. 

–¿Qué espera de los próximos años?

–Espero sobre todas las cosas no defraudar. Yo amo este colegio. Amo mi profesión. Tengo que dejarme la piel en esto y no defraudar.

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