El futuro del Málaga TechPark y su isócrona
Tribuna de opinión
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Hace cuarenta años publiqué el libro Ocio, turismo y hoteles en la Costa del Sol, donde demostré la importancia de la accesibilidad por carretera medida en distancia-tiempo de una hora respecto del aeropuerto –punto de llegada y salida de los turistas–, desde los años 60 del pasado siglo, como factor determinante para explicar la evolución de la oferta hotelera y consiguiente desarrollo turístico de la Costa del Sol. Porque las paulatinas mejoras de la N-340, aumentando su capacidad y velocidad media de circulación, alejaba las zonas accesibles en ese tiempo ampliando la isócrona y desplazando el desarrollo turístico hacia Gibraltar. En sentido opuesto, hacia el este, no había desarrollo turístico porque la carencia de una carretera de ronda, que evitara atravesar Málaga, agotaba ese margen de una hora en El Palo o poco más allá; la capital era un tapón.
Viene esto a cuento de que nuevamente se plantea la isócrona de una hora en las actuales estrategias sobre el porvenir del Málaga TechPark, lo que es lógico teniendo en cuenta las necesidades de alojamiento y desplazamiento cotidiano de quienes allí trabajen. Un futuro potenciado por la conectividad aérea actual que une a Málaga con 145 destinos sin escalas que constituye un activo sin parangón mundial en ciudades medias como la nuestra, tan desconocido como que sus 200 hectáreas generan aproximadamente un 7 por ciento del total de la producción de la provincia de Málaga. Eso significa que el Parque produce por hectárea 250 veces el valor medio de la producción de cada hectárea provincial.
La ampliación en marcha –algo más de medio millón de metros cuadrados– duplicará el número de trabajadores actuales en una o dos décadas a lo sumo. Esto exige planificar las necesidades básicas a las que ahora nos referimos y, sobre todo, una estrategia territorial a largo plazo que desborde las estrecheces administrativas vigentes. Necesitamos superar el enfoque municipalista para abordar un nuevo concepto territorial como el de ciudad-región que frene la densificación urbana de Málaga –en altura o mancha de aceite– y el previsible deterioro de nuestra atractiva calidad de vida. Aquí las administraciones autonómica y municipal tienen un apasionante reto de agilidad y flexibilización.
Y al planificar es preciso saber que no se trata sólo de generar y atraer talento sino, sobre todo, de retenerlo, porque el conocimiento es la base de los sectores en vanguardia del desarrollo. Las personas talentosas constituyen el activo fundamental de las empresas tecnológicas actuales, de las que se instalarán en el futuro y las que atraerá la propia sinergia del Parque pero no se ubicarán allí. El ejemplo de Google en la Paseo de la Farola es un hito que será emulado.
El corolario es simple. Se necesitan alojamientos y viviendas accesibles (en distancia-tiempo y en precios), bienestar y salud, escolaridad multinacional, cultura y ocio; en suma las bases para que ese talento eche raíces. Lo único que nos falla es el alojamiento a la vista de la saturación de la Costa y el actual de la capital. Puesto que el sol y el buen clima no son patrimonio del litoral es evidente que la solución está en potenciar el interior.
Medido sobre las actuales autopistas y autovías, el arco de la isócrona de una hora llega desde Almuñécar por el este, a Lucena y La Roda por el norte, Manilva por el oeste, y Campillos por el valle del Guadalhorce por lo que la continuación de la A-357, paralizada cerca de Cártama desde hace ya quince años, permitirá ampliar la accesibilidad hacia Ronda y su serranía así como hacia el sur de Sevilla, mejorando al mismo tiempo la importante conexión con el puerto seco de Antequera.
En otras palabras, el futuro de Málaga-TechPark pasa por reanudar su construcción para ampliar ese arco hacia territorios más atrasados. Esto beneficiaría igualmente el desarrollo de otras zonas incluidas en dicho hinterland donde residen más de millón y medio de habitantes, pues la expansión de las empresas tecnológicas y las complementarias que surjan tendrán que esparcirse por ellas al agotarse la superficie del Parque.
Hay además otras cuestiones que constituyen un apasionante reto. La incidencia del teletrabajo, las nuevas formas de convivencia, la atracción de los pueblos por su tranquilidad y vida más barata –accesibles digitalmente–, el freno al crecimiento de la conurbación litoral en favor de zonas rurales con problemas de vaciamiento, favoreciendo la sostenibilidad y el equilibrio del territorio. Y junto a ello, la solución definitiva a un transporte de masas sostenible entre el Parque y el centro de Málaga prolongando el metro o construyendo un ramal del cercanías.
En definitiva el gran desafío consiste en materializar lo que técnicamente se califica como ciudad-región, una nueva forma de desarrollo de base tecnológica a modo de satélites, que se apoyen en los núcleos de población existentes dentro del hinterland de una hora y que orbiten en torno a Málaga-TechPark. Con ello pondremos unos cimientos mucho más sólidos al futuro del ecosistema innovador generado, resolveremos buena parte de los inconvenientes actuales y seguiremos en la vanguardia del auge mundial de las ciudades medias de especialización tecnológica.
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