Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
Las Tres Gracias del presupuesto andaluz y Séneca
Casi todos viven en el Distrito 11 de la capital. El más joven de la Málaga. Teatinos se creó en 2011 con cientos de familias de distinta procedencia, atraídas por un nuevo concepto urbanístico. Bloques de pisos, pero también amplios espacios libres. En realidad es una barriada con 18 pequeños barrios más antiguos que el que le da el nombre. Residen más de 40.000 personas.
El punto de origen de una pandilla que integran siete jóvenes de similar edad que el futbolista Lamine Yamal, el fenómeno planetario de la Eurocopa, que este sábado ha cumplido 17 años. El delantero se ha convertido en un referente para Pablo Guerrero, Ángela Plaza, Victoria Montiel, Mario Ocaña, Paola Jane, José Antonio Laure y Victoria Marcos, los protagonistas de este reportaje. Todos acaban de terminar la ESO. El delantero de la Selección, eso sí, recibió las notas de su profesora en mitad de la concentración con España.
Los caminos de aquí en adelante se bifurcan. Uno sueña también con ser futbolista y la hazaña de Yamal le anima a seguir. Otra no vio forma de compatibilizar el deporte con los estudios. La abogacía para luchar por la inclusión social. El sueño de vivir en Estados Unidos o impartir clase de matemáticas. O un futuro ingeniero de Caminos. Todos estos chicos tienen ante sí un gran libro de páginas en blanco en el que escribir con fuerza su realidad.
“Lo considero un referente. Con 16 años está demostrando que se pueden romper todos los récords del mundo”, cuenta Pablo Guerrero, que estudia en Santa Rosa de Lima. El resto de sus compañeros acude a clase al colegio de El Atabal. “Admiro a Lamine porque jugar con su edad delante de toda Europa me pondría muy nervioso", añade. A Pablo también le gusta practicar el futbol, pero también le apasiona el surf y montar en bicicleta. En septiembre le espera primero de Bachillerato y ha elegido el de Ciencias Sociales.
A soñar le gana pocos a Victoria Montiel. El principal es irse a vivir a Estados Unidos. “Es algo que veo a diario en las redes sociales y que me parece tan bonito que me encantaría viajar y descubrir el continente americano” explica. La joven sabe que el futbolista del Barcelona ha tenido que dedicar menos tiempo a sus estudios y de hecho, tuvo que prepararse algunos de los exámenes en el tiempo libre que le quedaba tras entrenar. Eso es algo que Victoria admira y que comparte: “Si yo pudiera irme a vivir a EEUU y eso supusiera un mayor esfuerzo con mis estudios, lo haría” concluye.
No piensan igual Paola Jane y Victoria Marcos. Esta última vive en la Cala del Moral y estudia en el San Estanislao. Su amigo Pablo la llamó para que se sumara a esta historia. Las dos jóvenes coinciden en que a su edad lo más importante es centrarse en sus estudios obligatorios antes que cualquier otra cosa. “Yo creo que los deportistas tienen que dejar de estudiar en algún momento, pero pienso que deben terminar los estudios mínimos primero”, opina Victoria. “Siempre he practicado deporte, pero el nivel que me exigían era demasiado fuerte, no podía compaginarlo con los estudios, fui al psicólogo y decidí dejarlo”, añade.
Todo fin es un nuevo comienzo, ahora ella busca estudiar en unos años una carrera universitaria, que afronta con la misma ambición que el delantero los partidos. Es una apasionada de las ciencias jurídicas y lucha por la inclusión social. Destaca que lo más importante en esta vida es "no compararse con nadie". Quiere ser abogada: “Se me da bien hablar con la gente, soy muy resolutiva”, explica. Talentosa en el deporte y en la comunicación, decidió caminar por el sendero opuesto al del futbolista.
Derecho y familia también forman parte de la vida de Ángela Plaza. “Me he matriculado en el bachillerato de Ciencias Sociales porque me gustaría ser abogada” afirma la estudiante. En su caso, la inspiración y el modelo le llega de personas de su entorno más cercano. “Mi referente es mi prima, que ha terminado la carrera de derecho y me ayuda mucho siempre”, cuenta la joven.
Paola Jane prefiere el mundo de las ciencias, es por esto que en septiembre empieza el bachillerato científico. “Yo aspiro a ser como mis padres y mi abuelo en la vida” afirma mientras explica que ella ha ganado algún premio, pero que para ella el éxito es seguir su vocación. “Me gustaría ser profesora de matemáticas, me llena mucho enseñar y transmitir mis conocimientos a los demás”. Más que ganar cifras millonarias anuales, el triunfo para ella está en ser feliz con su presente y luchar por su verdadera afición.
El sueldo del Lamine Yamal es de lo que más les llama la atención. Las respuestas ante la pregunta de qué harían con el dinero si ganaran esa misma cantidad son variadas. Fuera de preferir lujos, buscan una estabilidad económica para ellos y sus familiares. Mario Ocaña ya piensa en las posibilidades de comprarse una casa o el alquiler. Y la importancia del ahorro. El resto de la pandilla también coincide en la importancia de disponer de un techo para vivir. Seguro que algo influye en esa preocupación las constantes informaciones sobre la problemática de la vivienda en Málaga.
José Antonio Laure es el único de los reunidos que visualiza un futuro dedicado al balón: “Me veo muy bien en el fútbol, creo que si me lo propongo puedo llegar lejos”, explica mientras demuestra sus dotes dando toques a la pelota. A la vez que sueña con ello, juega a videojuegos en los que elige a su equipo favorito. Y por qué no, tampoco renuncia a que un avatar con su nombre aparezca alguna vez en las pantallas. El fenómeno Yamal rompe barreras entre los jóvenes de su generación. José Antonio ahora ve el triunfo como algo factible y piensa que no hay una edad mínima para poder conseguir sus metas.
Ángela, Victoria Montiel, Pablo, Mario, Paola, José Antonio y Victoria Marcos, distintos nombres, sueños diferentes, pero que comparten con Lamine la inicial "L" de lucha. El delantero no solo está dejando huella en el campo. Cada uno con su personalidad y particularidad, demuestran que están preparados para enfrentarse a los desafíos del futuro realista y que pisan fuerte sin renunciar a las aspiraciones más altas.
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