La grasa saludable del Mediterráneo
Dieta mediterránea. Desde hace 14 años se estudian las bondades de esta dieta para la prevención de enfermedades cardiovasculares. Ahora se aborda también para la obesidad
Se ha hablado mucho de los beneficios de la dieta mediterránea tradicional para la salud, esa en la que abundan verduras y frutas de temporada, cereales, legumbres, pescados y marisco y carne magra, guisos con un refrito elaborado a fuego lento, con ajo, hierbas y, principalmente, aceite de oliva virgen extra. Pero no por una simple cuestión de defender un patrimonio gastronómico y cultural propio frente a la invasión anglosajona. Las cifras del estudio Predimed (2003-2010) demostraron que se reducían en un 30% los eventos de enfermedad cardiovascular con respecto a las personas que hacían una dieta baja en grasa. Ese proyecto financiado por el fondo de investigación sanitaria del Instituto Carlos III contó con 7.447 participantes y fue el ensayo de campo nutricional de mayor envergadura de España hasta el momento. Este estudio contó con la profesora de la UMA y licenciada en Nutrición por el instituto Karolinska de Estocolmo, Julia Warnberg. Ahora continua la investigación con el proyecto Predimed Plus, centrado en la obesidad.
"En el proyecto Predimed probamos con la máxima evidencia que la dieta mediterránea previene la enfermedad cardiovascular y tuvo tanto éxito que había que continuar con la investigación, por lo que planteamos una segunda parte, un estudio complementario", explica Julia Warnberg, profesora del departamento de Enfermería de la Facultad de Ciencias de la Salud. En el Predimed Plus la muestra alcanza las 6.874 personas pertenecientes a 23 centros de salud de toda España. Y Warnberg dirige uno de los centros de investigación desde la Universidad de Málaga con 326 participantes del distrito sanitario Costa del Sol. Concretamente de los centros de salud de Arroyo de la Miel, Torrequebrada y Los Boliches de Fuengirola.
"Enfocamos el estudio de la obesidad con dieta mediterránea hipocalórica pero alta en grasa saludable", dice la investigadora. Y añade que "también incluimos la actividad física y la terapia conductual, es decir, qué hacer cuando se tiene ansiedad por comer, para analizar si se puede reducir el peso y los eventos cardiovasculares con esta intervención intensiva". Por tanto, los participantes se han dividido en dos grupos. Por un lado, los que llevan una dieta mediterránea, que ya se comprobó que era beneficiosa para el corazón, y por otro, los que a ella le suman ejercicio y terapia psicológica. "A ver si así podemos superar ese 30% de reducción de enfermedades añadiendo más esfuerzo del participante", estima Warnberg.
El estudio es a largo plazo y los voluntarios seguirán las pautas durante seis años. "El no intensivo cuenta con charlas educacionales cada seis meses, les ayudamos a elegir los alimentos y a mantener una dieta tradicional, les regalamos aceite de oliva y frutos secos", comenta la profesora. Al que llaman intensivo cuenta durante los primeros dos años con una visita individual del diestista-nutricionista una vez al mes y un taller educacional en grupo donde se alternan charlas sobre dieta con actividad física y terapia conductual.
Jéssica Pérez López, dietista-nutricionista y Juan Carlos Benavente Marín, también nutricionista y, además, licenciado en actividad física son los dos profesionales contratados que trabajan junto a Julia Warnberg. También colaboran la psicóloga María del Mar Fernández de Motta y la enfermera Edelys Crespo. Ya hay medio centenar de pacientes, todos con obesidad y alto riesgo cardiovascular, que llevan más de tres años y en unos meses se presentarán los primeros resultados del estudio piloto que "va por buen camino".
"En 2003 los cardiólogos recomendaban una dieta baja en grasa pero un grupo de investigadores pensábamos que una dieta con grasas saludables sería beneficiosa para proteger el corazón", comenta la licenciada en Nutrición y explica que el aceite de oliva virgen extra tiene muchos polifenoles que son antioxidantes, por lo que previenen la oxidación del cuerpo. A este tipo de cocina hay que añadir otra palabra, "frugalidad". "Tradicionalmente se comía poco, no hay que tomar carne todos los días", añade la investigadora.
Lo que también descubrieron fue un efecto inesperado e indeseado. Cuando el médico prohibía el consumo de aceite bajaba también la ingesta de verduras por parte del paciente. Con la dieta mediterránea bajaron los infartos, el ictus y la muerte cardiovascular y también se redujo en un 40% la incidencia de nuevos diabéticos. Los resultados del informe Predimed se incorporaron a las guías nutricionales americanas en 2015. "Era impresionante reducir tanto la tasa siguiendo simplemente unas pautas de hábito alimenticio saludable", considera Julia Warnberg.
Para la experta, evitar el sedentarismo y dedicar tiempo a cocinar, recurrir a alimentos de temporada y preferentemente locales, comer variado y poca cantidad son elementos clave para todo el que quiera cuidar su cuerpo. "Hay que romper con el sedentarismo y hacer una actividad que sea un poco más intensa de la que es cómoda, hay que moverse y que notemos el esfuerzo", dice Warnberg que también coordina el estudio de acelerometría. "Le ponemos sensores de movimiento durante siete días al año para controlar el sueño, la actividad y sus hábitos", indica y subraya que "hay que hacer pequeños cambios con conciencia e incrementar la actividad física".
Para la licenciada en Nutrición el tabaco es el elemento más perjudicial y lo más efectivo cuando se corrige. Cambiar de hábitos requiere una mayor planificación. Pero en cuestión de alimentos "no hay que demonizar, nada es veneno hasta que lo tomas demasiado, hay cosas que se pueden comer ocasionalmente, como el embutido, los refrescos o los dulces, pero nuestra dieta no puede depender de ellos". Lo malo, por tanto, es convertirlos en una costumbre.
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