Pilar Cernuda
¿Llegará Sánchez al final de la legislatura?
Málaga/Tenía 26 años y fue asesinada en la madrugada de este lunes en Tenerife. Esta joven se ha convertido en la víctima número 51 en lo que va de año y la 1.029 desde que existe registro de violencia de género, en 2003. Si la cifra es escalofriante, más aún lo son todas y cada una de las historias que hay detrás de mujeres maltratadas, amenazadas, sometidas y aterrorizadas por sus parejas o ex parejas. Para decir basta a esta espiral incesante, este 25 de noviembre han salido a la calle en Málaga miles de personas. Según la Policía Nacional, más de 4.000 personas se han manifestado contra esta lacra.
“Ni una menos, nos queremos vivas”, rezaba la pancarta de la cabecera de la marcha, que partió puntual desde la plaza de la Merced para acabar en la Constitución con la lectura del manifiesto. “Contra el patriarcado y sus violencias, ahora y siempre, resistencia”, coreaban las participantes, en su mayoría mujeres.
“Mientras que haya mujeres asesinadas se necesita dar una contestación y manifestar nuestro rechazo ante esto”, comentó Meli Galarza, presidenta de la Asociación para la Defensa de la Imagen Pública de las Mujeres. “Es muy necesario que no se rompa el consenso social y político que ha habido hasta ahora, cuando hay fuerzas políticas que niegan la realidad de la violencia contra las mujeres están legitimando un discurso que pone en riesgo los valores democráticos”, agregó Galarza.
Para las entidades feministas tiene especial significado “el hecho de salir a la calle y que la ciudadanía contestemos a quietes niegan la realidad de 1.029 mujeres y niños asesinados en estos 16 años”, apuntó Galarza.
Carmen Martín, presidenta de la Plataforma contra los Malos Tratos a Mujeres Violencia Cero, lanzó un mensaje contundente. “La extrema derecha está invisibilizando la violencia a las mujeres, nos están violentando y no queremos dar ni un paso atrás”, apuntó.
“Vox nos está declarando la guerra a las mujeres y ante esto necesitamos la respuesta de la sociedad civil en su conjunto, nosotras como feministas estamos plantando cara porque no queremos retroceder en lo que tanto esfuerzo nos ha costado conseguir”, añadió Martín.
Para la presidenta de la Plataforma Violencia Cero, algunas de las sentencias dictadas están haciendo que la mujer “tenga cada vez más sensación de inseguridad” y denuncie menos. “Cuando la justicia no apoya, la mujer se echa atrás, sienten que no se pueden fiar del sistema judicial, que nos las está protegiendo a pesar de que sea su obligación”, afirmó.
Es más, indica Carmen Martín, “es en el único delito en el que se pone en cuestión el testimonio de la víctima, hay una desigualdad de trato en la justicia y esto es porque tenemos normalizada la violencia hacia las mujeres como algo estructural”.
Ha habido y hay muchas personas que luchan contra esto y gracias a ellas se ha conseguido, al menos, tener conciencia. Aún así, como destacaba ayer Carmen Martín, “seguimos sumando asesinatos y no se cuentan las que se suicidan, las que no presentan denuncias porque tienen miedo”. Para revertir esto, “se tiene que empezar en la educación y en los medios de comunicación, que no den dar tanta cancha a la ultraderecha”.
Gemma y Marina van a cumplir pronto los 18 años. Pertenecen a una generación de debería estar libre de desigualdades, a salvo de agresiones sexuales, de violencia machista. Pero no es así. “Tenemos amigas que lo viven”, dicen. Algunas sometidas por sus padres y otras por sus novios. “No pueden salir, no pueden vestir como quieren, ni estar en el grupo de whatsapp de la clase, ni tener amigas y mucho menos amigos”, comentan estas estudiantes de segundo de Bachillerato. Para ellas es fundamental que “abran los ojos” porque consideran que “eso no es bueno, algún día va a llegar a algo más”.
Su entorno está lleno de conductas que las limitan. “Vamos inseguras por la calle y no queremos eso ni para nosotras ni para nuestras hijas, hay que educar en igualdad”, decían en la marcha y pedían más hombres que apoyara la causa. “Me da miedo volver de fiesta así que no salgo”, comentaba Marina.
A Gemma la llevan y la recogen sus padres y siempre evita estar sola. “Queremos una sociedad en la que no estemos asustadas, que podamos tener la misma libertad que un hombre, que no nos griten desde un coche, que no nos hagan pasar vergüenza”, añadían las jóvenes.
Mari Pepa vivió el maltrato en primera persona siendo una niña y ayer pedía “educar en igualdad” como única salida. “No somos iguales realmente, muchas mujeres que matan son porque no pueden irse de casa, porque no tienen independencia económica”, apuntaba.
Lucía fue educada en el machismo y por eso para ella ha sido tan importante poner de revés el modelo y darle a su hijo valores igualitarios. “Salimos para que nos escuchen, tiene que cambiar esto, no nos podemos seguir levantando todos los días con la muerte de una mujer, es terriblemente penoso”, agregaba su amiga María. Y la situación empeora en la actualidad “con los mensajes que llegan desde la política”.
En la manifestación también había hombres, aunque en menor medida. Miguel acudió a la cita que cada año aglutina más voces “para rechazar la violencia hacia las mujeres”. “Tendría que haber más hombres todavía, la verdad, pero me alegra ver a chicos jóvenes participando de esto porque esto significa que están concienciados”.
Aún así, sabe que todavía son muchos los que malinterpretan el feminismo. “Creen que es lo contrario al machismo y no es así, significa que somos iguales”, indicó. Para Loli los pilares que pone la familia y la escuela son la base para que “esto se vaya subsanando y también que la sociedad esté preparada para asimilar en los valores en los que se ha educado, que luego no se entre en contradicción”.
Bajo lemas coreados al unísono como “la noche y la calle también son nuestras”, “por mí, por ti, por todas, vivas nos queremos” o el clásico “luego diréis que somos cinco o seis”, en alusión al apoyo de la ciudadanía en la calle, las manifestantes fueron ganando metros contra el miedo. Su grito fue la voz de aquellas que ya han sido silenciadas y la esperanza de las que todavía han de salir.
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