Guardias civiles piden usar "armas largas" y "penas disuasorias" para el narco en Málaga: “Las multas son para ellos calderilla”
“Cuanto más se aprieta al narco más se revuelve. Su industria mueve muchísimo dinero y no están dispuestos a perder la droga", resume un veterano agente
El conductor fugado de un control en Mijas intentó atropellar a unos guardias civiles, que lo redujeron con una Taser

“Cuanto más se aprieta al narco más se revuelve. Su industria mueve muchísimo dinero y no están dispuestos a perder la sustancia”. El testimonio es el de uno de los guardias civiles bregados en la lucha contra el tráfico de drogas al que preocupa la creciente escalada de la violencia en la Costa del Sol, que esta semana ha sido testigo del atropello de cuatro agentes beneméritos en Coín y Manilva. La de este Cuerpo, denuncia, es una lucha desigual, con “medios limitados”, un “aumento de agresiones” y la “pérdida del respeto al uniforme”. De ahí que la Asociación Profesional Justicia Guardia Civil (Jucil) haya solicitado a sus responsables que doten de armas largas a los agentes que se enfrentan al narcotráfico en las provincias del litoral andaluz y del Campo de Gibraltar. El reto, aseguran, es hacer frente a las organizaciones criminales, que, para proteger sus alijos, ya se valen de armamento de guerra, con un alcance de 800 metros, frente a las armas cortas, que “disparan a 50”.
En un escrito dirigido a la Dirección General de la Guardia Civil, la asociación mayoritaria insta a proporcionar a las patrullas de seguridad ciudadana que operan en estas zonas los medios necesarios, pues la situación “es insostenible”. Reclaman que estos efectivos puedan disponer de las armas largas que están almacenadas en los armeros oficiales, y movilizar rápidamente un equipo de apoyo en caso de situaciones de riesgo.
A menudo, defienden, los narcotraficantes operan “sin apenas oposición”, porque no sólo los medios humanos y materiales son insuficientes, también la respuesta judicial, que brinda “impunidad” a los delincuentes. “Les sale barato arrollar a un policía o a un guardia civil y no dudan en hacerlo”, sostiene Daniel Fernández, portavoz de la asociación profesional Independientes de la Guardia Civil (IGC), que reivindica “penas disuasorias” y que las provincias que registran “una alta actividad criminal” sean declaradas como Zona de Especial Singularidad.
Se trata de que el malo, en palabras del abogado penalista que defiende a este colectivo de guardias civiles, Jorge Piedrafita, “sienta presión”. “A ellos no les supone nada seis meses de prisión, que no van a cumplir, o una multa y que se vayan para casa; eso es calderilla. Hay una aplicación demasiado benévola del Código Penal y el narco tiene muy buenos abogados”, asevera el letrado.
La tónica general, dice, es que los atentados a agentes de la autoridad se castiguen con “penas de un año y pico”. “Si las acusaciones particulares no apretamos al final acaban con acuerdos fáciles. La Fiscalía quiere cerrar el caso rápido, con penas mínimas y así tener un papel menos sobre la mesa. Ha archivado casos sin ni siquiera condenarlos”, argumenta Piedrafita, preocupado por que se “quiebre el principio de autoridad”.
La asociación Independientes de la Guardia Civil ve que la conflictividad puede recrudecerse aún más: “Las autoridades deben estar preparadas para un aumento de la hostilidad y adoptar estrategias de prevención hacia una mayor escalada de estos delitos”.
Los investigadores han detectado, además, un nuevo escenario: el Guadalquivir, que durante siglos ha sido un símbolo del comercio y la cultura en Andalucía y ahora se enfrenta a una realidad distinta, la de ser una “autopista de la droga donde los narcotraficantes imponen su propia ley”. “Ya no sólo introducen hachís, sino también cocaína, que da más dinero. Son cada vez más agresivos porque sus cargamentos cuestan cuestan más”, añade el agente.
Esa percepción es defendida también por la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC). Su representante en Málaga, Inmaculada Rodríguez, con más de 20 años en el Cuerpo, insiste en que la Costa del Sol “es una zona de alta peligrosidad” y que, pese a ello, los efectivos están “absolutamente expuestos”.
Hay una queja común a todas las asociaciones que protegen a los efectivos de la Benemérita: el desmantelamiento en 2022 del OCON-Sur, el Organismo de Coordinación de Operaciones contra el Narcotráfico. Logró desarticular a los principales clanes de la droga, con cientos de kilos incautados. Pero aquello acabó. Dejó de operar en medio de un obsceno acercamiento a Marruecos. “Desde entonces se lo pusimos más fácil a los narcos”, se lamenta otro efectivo.
“Las narcolanchas son embarcaciones suicidas;es mejor que escape una a morir”
Sus tripulantes obedecen las reglas que decretan los que ponen nombre a los fardos. Números, siglas, cuerdas de colores y pegatinas. Pero también responden ante los jefes que se llevan la mayor mordida por colarla por el sur de España, puerta de entrada a Europa. “Las narcolanchas entran ya por toda la costa andaluza. El narco intenta optimizar todos sus recursos y, si por el camino más corto ve más presión, se mueve a la izquierda o derecha o busca otras alternativas”, resalta Daniel Fernández, portavoz de la asociación Independientes de la Guardia Civil (IGC).
No sólo los traficantes se juegan la vida en el mar a velocidades de vértigo, también los investigadores que los persiguen. “Son embarcaciones suicidas; un trozo de plástico con motores brutales que no tienen ninguna seguridad”, subraya el portavoz del colectivo, que a renglón seguido lanza una advertencia: “No vamos a extralimitarnos. Nuestra vida tiene que ir por delante; no podemos ser unos kamikazes. Es mejor perder una narcolancha a que muera un agente”.
Las cifras atestiguan la realidad. “Por el Guadalquivir entran entre 35 y 40 narcolanchas semanales. Si cada una lleva de 2.000 a 3.000 kilos de hachís hablamos de una millonada”, apunta.
La última de ellas, cargada con petacas de gasolina, se incautó esta semana en una playa de Guadalmar, en Málaga. El vehículo estaba, presumiblemente, destinada a abastecer a otras embarcaciones vinculadas al narcotráfico. La operación policial se saldó con dos detenidos, que fueron reducidos tras una persecución a pie de la Policía Local. Los supuestos autores llegaron a golpear a los agentes. También a ellos les causaron heridas, aunque de carácter leve.
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