Un hombre querido y respetado... hasta por sus adversarios

Gobernó en coalición con varios partidos en 1979 y, en los siguientes comicios, obtuvo mayoría absoluta En el 23-F encendió todas las luces del Ayuntamiento y abrió las puertas para demostrar que no tenía miedo

Un hombre querido y respetado... hasta por sus adversarios
Ángel Recio Málaga

26 de septiembre 2014 - 01:00

Una de las personas que se mostró ayer más afectada por el fallecimiento de Pedro Aparicio fue, precisamente, su principal rival político en 1979. Andrés García Maldonado era el candidato a la alcaldía por UCD en las primeras elecciones municipales democráticas en casi medio siglo. La tensión era máxima. Tras cuatro décadas de dictadura, los malagueños podían elegir a su alcalde de manera libre y se presentaban, entre otros, partidos que habían sido ilegales como el Partido Comunista o el PSOE. La extrema derecha aún tenía mucha fuerza y no se sabía qué iba a pasar. "Pese a ser su adversario político trabajé mucho con él y siempre se comportó conmigo de maravilla. Era un hombre valiente, cabal y honrado con una preparación cultural y una sensibilidad excepcional", comentó García Maldonado.

Hoy en día cuesta pensar que el jefe de la oposición pueda hablar así del líder del otro partido, pero eran otros tiempos. De hecho, los que habían sido integrantes de UCD solicitaron en 2004, cuando se cumplió el 25 aniversario de la primera corporación municipal, que Aparicio fuera nombrado Hijo Adoptivo de Málaga. "Nunca se hizo nada. Yo tengo una calle y él no tiene nada. Es increíble e injusto", criticó emocionado García Maldonado. Precisamente ayer, una vez conocido el óbito, el Ayuntamiento informó de que la junta de gobierno local aprobará hoy concederle la Medalla de la Ciudad y una calle o una avenida.

Aparicio fue el primer alcalde democrático de Málaga y no lo tuvo nada fácil. No consiguió la mayoría absoluta y tuvo que pactar con el Partido Comunista para gobernar. "Hubo una etapa de colaboración muy cordial al principio. Luego tuvimos un conflicto por varios ceses y cambios y rompimos el pacto. Entró el PSA y, posteriormente, reanudamos las conversaciones y nos reincorporamos al gobierno", rememora Ignacio Trillo, secretario general del Partido Comunista en 1979.

En sus 16 años de mandato hubo momentos muy complicados. Uno de los más importantes fue la noche del intento de golpe de Estado, el 23 de febrero de 1981. "Las amenazas de la extrema derecha iban directamente contra él, pero Aparicio no solo no se asustó sino que esa noche encendió todas las luces y abrió todas las puertas del Ayuntamiento para dar la sensación de que no se ocultaba", explicó García Maldonado. "Siempre fue optimista respecto al golpe porque creía que estaba condenado al fracaso. Yo tenía mis reservas porque el aparato militar estaba intacto, pero Aparicio pensaba que no se podía dar otra marcha atrás y que el golpe suponía un gran desprestigio internacional", subrayó Trillo. Al día siguiente, una vez restablecida la normalidad, hubo un pleno municipal de urgencia y se redactó un comunicado apoyando la Constitución. "Había tanta gente que no cabíamos", añade el ex secretario general comunista.

Su imagen salió reforzada y, de hecho, ganó las siguientes elecciones de calle, obteniendo la mayoría absoluta. "La gente hacía cola para que le firmara autógrafos y hacerse fotos con él. Tenía una capacidad de liderazgo tremenda", dijo Francisco Oliva, dirigente socialista que fue su primer teniente de alcalde. No era para menos. Ya antes del golpe de estado, la situación era caótica en Málaga. "Era todo surrealista. Nos encontramos un ayuntamiento muy desestructurado. No había un duro y se podían contar los coches de la policía local con los dedos", continuó Oliva.

Otro momento marcado en rojo fueron las inundaciones de 1989. "La ciudad se anegaba cada dos por tres", recordó José Asenjo, quien fue integrante del gobierno municipal durante tres corporaciones con Aparicio. Asenjo aseguró que los mejores momentos de su vida política los pasó junto al ex regidor. "Fue un orgullo. Destacaba por su discurso moderado y no se le oía una mala palabra ante nadie", aseveró.

Sus rivales políticos coinciden en que tuvo grandes aciertos como la creación de Parcemasa, la renovación del Teatro Cervantes y , sobre todo, el asfaltado de calles o el saneamiento, pero también hubo altibajos. "Yo creo que le sobraron los últimos cuatro años. Tenía un agotamiento de ideas y de ilusión", apuntó Inocencio Fernández, portavoz municipal de IU entre 1987 y 1995. El socialista José Asenjo también lo reconoce: "En su última época las cosas no fueron del todo bien y se fue con sabor amargo. Había crisis económica y fue una época difícil para el partido por casos de corrupción". No se quiso presentar a las elecciones en 1991, "pero le presionamos porque pensábamos que era el mejor candidato", prosigue Asenjo.

Cedió la vara de mando en 1995 a la popular Celia Villalobos, quien se enteró ayer de la noticia en el Congreso de los Diputados. "Su salida del Ayuntamiento no fue la que se merecía. Le gritó gente en la puerta, le ofrecí el coche oficial pero no lo quiso. En sus últimos años creo que tuvo más oscuros que claros. Nunca le voté pero le reconozco su entrega a la ciudad y creo que se merece un homenaje de los malagueños", relató.

Aparicio se fue de la Casona y nunca quiso saber nada más. Pero cumplió otro de sus sueños. Ser diputado europeo entre 1995 y 2004. Sus amigos y conocidos coinciden en afirmar que era "un europeísta convencido". Coincidió además con Villalobos. "¿Nos tomamos un té?, me decía en los pasillos, nos íbamos a la cafetería y me daba consejos y me contaba historias de Málaga que me guardo para mí", señaló la ex alcaldesa del PP. También fue presidente del PSOE andaluz entre 1994 y 2000, por lo que tenía la agenda llena hasta que se apartó de la vida pública a mediados de la década pasada. Con la misma discreción que cuando fue alcalde.

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