48 horas bajo observación para mejorar el diagnóstico de la epilepsia

La Unidad de Epilepsia de Vithas Málaga pone en marcha un pionero Servicio de Monitorización Prolongada Vídeo EEG

Un equipo compuesto por dos neurólogos, una neurofisióloga y un médico intensivista monitorizará al paciente durante 24, 48 o 72 horas, detectando cualquier anomalía que se produzca en su actividad cerebral

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La Unidad de Epilepsia de Vithas Málaga.
La Unidad de Epilepsia de Vithas Málaga. / M. H.
R. L.

Málaga, 23 de febrero 2023 - 09:13

Cuarenta y ocho horas bajo observación médica y monitorización continua de la actividad cerebral. Así es el servicio que ha puesto en marcha el hospital Vithas Málaga para mejorar el diagnóstico y el tratamiento de los pacientes epilépticos o sospechosos de sufrir este trastorno del sistema nervioso.

Este nuevo 'Servicio de monitorización prolongada vídeo EEG' inició su actividad el pasado sábado con su primer paciente, un joven de 21 años que en enero sufrió un episodio paroxístico con pérdida de conocimiento, vómitos y dificultad para respirar.

Las pruebas realizadas a lo largo del fin de semana han de permitir confirmar si se trató de una crisis de índole epiléptica, como sospechan los médicos, o de una respuesta a otros factores como la ansiedad o el estrés.

Habitación con mámaras

Acompañado de dos familiares, este joven ha pasado todo el fin de semana ingresado en una habitación del hospital malagueño habilitada especialmente para ello.

Dicha estancia cuenta con cámaras de vídeo que han grabado y monitorizado en todo momento al paciente durante los dos días de ingreso, mientras su actividad cerebral (EEG) ha sido registrada de forma permanente gracias a una serie de electrodos colocados en su cabeza.

"El vídeo de electroencefalograma de larga duración es una prueba que sirve para ver cómo funciona la actividad del cerebro durante 24-48 horas, o incluso más si hace falta. La virtud es que sincronizamos lo que recogemos de la actividad cerebral con un vídeo, y podemos ver las cosas que hace el paciente y cómo se correlacionan con su actividad cerebral", explica a EFE la neurofisióloga Victoria Fernández.

Monitorización de la actividad cerebral

Normalmente, la duración de un electroencefalograma suele rondar los 30 minutos, por lo que esta monitorización prolongada ofrece una capacidad diagnóstica muchísimo mayor y más completa, lo cual permite detectar cualquier tipo de anomalía que se produzca durante la actividad cerebral en todo ese periodo de tiempo.

Este procedimiento, además, posibilita localizar el origen o parte del cerebro donde se produce esta anomalía.

"En el supuesto de que se produzca una crisis epiléptica, podremos tener una visualización completa de ésta y también el registro electroencefalográfico que nos dice en qué parte del cerebro se ha producido. Es como tener una especie de película de toda la crisis", señala el neurólogo Pedro Serrano, que forma parte del equipo de especialistas que integran este servicio, junto a la doctora Fernández, el intensivista Pablo de Rojas y el también neurólogo Pablo Cabezudo.

Una crisis controlada

Para facilitar el estudio del evento epiléptico durante el ingreso, los médicos tratan de "provocar" que el paciente sufra una crisis, lo que hacen bajando "de forma controlada" la medicación del afectado y pudiéndole someter también a otro tipo de estimulaciones como la hiperventilación, la fotoestimulación o la privación del sueño.

"Esto suele dar un rendimiento bueno para ver el tipo de crisis que tienen los pacientes", apunta la doctora Victoria Fernández, que subraya que todo ello se hace "en un entorno hospitalario y seguro", pues el paciente está permanentemente controlado por personal médico y de enfermería.

Según la neurofisióloga de Vithas Málaga, una de las ventajas de este tipo de prueba es que permite distinguir entre diferentes tipos de epilepsia y elegir el tratamiento más efectivo para cada paciente. En algunos casos estos trastornos son operables.

Dos tipos de pacientes

La doctora Fernández precisa que este tipo de servicio va dirigido a dos tipos de pacientes: aquellos cuyas crisis no se han catalogado a ciencia cierta como de carácter epiléptico y a los que, confirmados ya como pacientes epilépticos, se desconoce el origen exacto de su trastorno.

Y es que hay pacientes que presentan eventos paroxísticos, como convulsiones o pérdidas de conciencia, pero pueden no sufrir epilepsia, sino otro tipo de trastorno motivado por factores como el estrés o la ansiedad.

"Esto nos ayuda a saber si verdaderamente tenemos que dar un tratamiento antiepiléptico o de otro tipo", insiste Fernández, pues una 'pseudocrisis' puede requerir un tratamiento psicológico o psiquiátrico, dependiendo de su origen.

Según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), cerca de 400.000 personas sufren epilepsia en España, donde se diagnostican 20.000 nuevos casos cada año.

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