Revolución en el campo malagueño: las startups que renuevan la agricultura
Desde el riego al análisis de las copas de los árboles para predecir la cosecha
El sector financiero y el asegurador, también entre los clientes
El malagueño que revoluciona el campo andaluz con la inteligencia artificial desde Seattle
Sol, agua, semillas y… tecnología. La innovación saluda a las técnicas ancestrales de la agricultura malagueña. “Maximizamos la eficiencia con datos que el ojo humano no ve”. Lo que ha visto Guillermo Durántez es el modelo de negocio. El CEO de Terraset forma parte del ecosistema de innovación agro que se fragua en la provincia. Cinco startups ‘made in’ Málaga que vienen a solventar los problemas de la agricultura con la integración de soluciones innovadoras en un sector tradicional. “Ahora somos capaces de identificar de forma rápida algún tipo de deficiencia nutricional o si está siendo afectado por algún tipo de anomalía”, afirma este joven cuya startup gira también en torno a verticales relacionadas con el sector de la ingeniería, la construcción o la energía.
“Estamos convencidos de que introducir la tecnología en el sector es fundamental para la soberanía alimentaria de un país”, argumenta Pablo Quesada, cofundador de AgForest. Esta startup usa herramientas geoespaciales a través de satélites para recopilar datos con el objetivo de tomar decisiones más óptimas en la cosecha. El riego es la principal demanda, pero también se observan variables que intervienen en el cultivo como la contaminación del aire o el tamaño del propio género. “Trabajamos con fincas de almendro en súper intensivo y analizamos imágenes del tamaño de las hojas y las copas para analizar su capacidad productiva”, explica.
Quesada asegura que la fiabilidad de su modelo de predicción, calculado a través de un análisis en el que interviene la inteligencia artificial, roza el 95%. “Eso te permite muchísima previsión”, asegura. En este sentido, AgForest, que ya trabaja en proyectos internacionales, orienta también su modelo de negocio hacia el sector financiero. “El agricultor tiene problemas de acceso al crédito porque con el cambio climático la situación cada vez es más compleja, este tipo de información te permite tomar mejores decisiones y que las entidades tengan más confianza”, argumenta Quesada, cuyo proyecto actual nace de una primera empresa que llamó Agron.
Déficit, pero también superávit hídrico
De las innovaciones tecnológicas en el sector primario también se favorecen las aseguradoras, que ven en estas soluciones una herramienta para evitar errores humanos y optimizar los tiempos del peritaje en situaciones, por ejemplo, de catástrofe. “Los sensores geoespaciales no solo aseveran los datos agrónomos, sino que a través de una app podemos realizar fotos de la cosecha con la que te devuelve un conteo y estimación del calibre del fruto y la cantidad de peso que suponen tanto las que están en el árbol como las que se han caído”, explica el Quesada a Málaga Hoy.
Aunque la sequía es un mal común en la agricultura, el ojo de halcón de la tecnología también observa superávit hídrico. “Con sensores y drones podemos recopilar datos que nos permiten conocer la capacidad de agua que es absorbida por la vegetación y a veces hay árboles a punto de morir porque están sobre regados”, apunta Durántez. El malagueño, que lanzó la startup hace dos año junto a otros dos socios, habla de otros factores que condicionan la explotación como las pendientes o la propia erosión del clima. “Intentamos ayudar a los agricultores a superar la producción y maximizar la eficiencia”, simplifica el cofundador de Terraset, que colabora con el Instituto de Hortofruticultura Subtropical Mediterránea.
A través de esta tecnología basada imágenes satelitales cuya resolución actual se acerca a la de los drones, Terraset asegura poder analizar pequeñas áreas y analizar “en qué cultivo, en qué parcela y en qué hilera está pasando el qué exactamente”. El inicio de una plaga o alguna que otra enfermedad también está en el abanico de posibilidades que evalúa la inteligencia artificial. Ahora, trabajan en conocer las diferentes propiedades del olivar para potenciar su rendimiento e incluso estudian la aplicación de purines en los cultivos para ver cómo responden unos con respecto a otros. El equipo, formado por dos geógrafos y un ingeniero de software convive en uno de los proyectos incubadora del Polo de Contenidos Digitales.
La más veterana, Tupl
En Sinaloa (México), AgForest trabaja analizando la calidad del sustrato y el histórico de la cosecha para decidir si un cultivo es rentable o no. “El proyecto divide en tres las parcelas como si fuese un semáforo: en rojo están las de alto riesgo para entidades crediticias porque tienen poca capacidad productiva”. En este sentido, la inteligencia artificial ofrece un perfil riesgo “en un tiempo abismal para disminuir los costes operativos”, asegura Quesada, quien explica que AgForest llega a estas conclusiones a partir del cruzado de datos de los cambios que se producen en la vegetación. La compañía también está presente en países de Europa.
Sobre el dónde, cuándo y cómo regar también trabaja Agrow Analytics. De origen malagueño y con sede compartida con Valencia, ofrece una plataforma para facilitar el riego de precisión. “Es una forma más cómoda, eficiente y sostenible para trabajar en el campo”, explica Antonella Maggioni, cofundadora de esta startup fundada en 2020 junto con Pablo Crespo y Fernando Ferrer. El rendimiento es el principal valor que ofrece esta firma que también usa datos de satélite y el tipo de suelo para sacar conclusiones incluso sin la existencia de sensores sobre la propia finca. Esta firma está hiperespecializada en el sector y trabaja con más de 30 tipos de cultivo.
En cualquier caso, la más veterana en el sector es Tupl. La malagueña que cumple una década comenzó en el análisis de datos con inteligencia artificial para sectores industriales y de la salud, pero desde la pandemia también ha diversificado hacia al agroalimentario. “Tenemos una plataforma que facilita la adopción de técnicas de inteligencia artificial para automatizar procesos”, apunta Pablo Tapia, cofundador de esta firma que ayuda a gestionar el riego de la malagueña líder europea en el mercado de subtropicales Trops. Con sede en EEUU y Japón no solo se enfoca en la sensorización de las fincas sino también en la agilización de la burocracia en un sector en el que, a pesar de que el relevo generacional es escaso, los que se quedan son nativos digitales.
Otras iniciativas: un marketplace "y más allá"
Precisamente este es el principal argumento de una nueva startup que prepara su lanzamiento este verano. “La innovación en el campo se centra en la cosecha, pero se está dejando totalmente de lado la parte de la comercialización”, adelanta el cofundador de Fruteka, Genaro Espín. Este ingeniero por la Universidad de Málaga, cosecha de BIC Euronova, institución con la que lleva vinculado en Málaga varios años, propone un ecosistema de comercialización digital partiendo de un marketplace, pero “yendo más allá”.
En la plataforma, el agricultor puede vender directamente a algún supermercado o operadora sin necesidad de enlaces. “Tenemos ahogados a los agricultores con tanto intermediario y ahí está el margen que tanto piden”, argumenta Spín, cuya plataforma viene a sustituir el tradicional contacto telefónico entre proveedores o la recolecta sin conocimiento previo y exacto del volumen de venta. “Luego, te lo tienes que comer…”, sentencia
De comer va la cuestión. La sequía, el cambio climático y las técnicas tradicionales de la agricultura están lastrando la productividad y el rendimiento económico de las explotaciones. No podía ser otro lugar que en Málaga donde se esté dando este ecosistema de innovación para solucionar los problemas del sector primario. Sol, agua, semillas y tecnología para alcanzar la soberanía alimentaria de un sector mermado por la productividad y escaso relevo generacional.
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