La inseguridad crece en La Palmilla por el uso cada vez mayor de armas de fuego

“¿Cómo es posible que estén circulando armas?”. La pregunta la lanza la vicepresidenta de la asociación de vecinos Huerta de la Palma, Milagro Ronda, que asegura que reivindica desde hace 26 años más vigilancia en una barriada en que la violencia campa a sus anchas entre “unos pocos”. “Deberían controlar a los clanes y determinadas zonas para que otros no paguen sus platos rotos. ¿Por qué no lo hacen y dejan vivir al resto?”, se cuestiona la portavoz del colectivo, que halla una única respuesta: “No hay ningún interés institucional en que esto termine”.

En lo que va de año, el barrio, que se siente inseguro, ha sido testigo en hasta tres ocasiones de tiroteos que, aunque no han dejado víctimas, se suman a los incidentes ya registrados en 2018 y que vienen a reavivar el debate de la proliferación de armas de fuego en el distrito. El último tiroteo ocurrió el sábado hacia las 7:00 y provocó que cuatro proyectiles impactaran en la vivienda de una vecina en la calle Doctor Salguero Morales. Al menos una de las balas fracturó un cristal, otra perforó la cortina y una tercera alcanzó la parte trasera del televisor. Algo similar había pasado ya en Año Nuevo. Hubo dos detenidos.

El concejal del distrito, Francisco Pomares, subraya lo “grave” del uso de armas y no “entiende que se permitan”. “Hay cosas que se pueden evitar”, recalca el edil, que aboga por una presencia policial “continua” en la zona que sirva como elemento disuasorio, especialmente los fines de semana. “No hay policías para todos, pero se debe priorizar, intervenir, buscar esas armas, entrar y registrar. Es lamentable otro incidente en tan poco tiempo”, apostilla Pomares, quien reconoce que Palma-Palmilla “ha mejorado muchísimo gracias al distrito, a los grupos políticos, a las entidades sociales y a la gente del barrio”.

El edil espera una actuación “real y efectiva” y pide a la Subdelegación que “comunique si se está actuando para dar un mensaje de tranquilidad a los vecinos, que están preocupados y tienen derecho a que la Policía los defienda”. “No esperemos a que ocurra algo”, asevera. El tiroteo del domingo generó una oleada de reacciones entre los residentes, que a través de las redes sociales expresaban que ya no se sienten “tranquilos” ni en sus casas. “Cada día hay más personas con armas de fuego y su uso está mucho más descontrolado”, añadía un vecino a este periódico.

Miguel Ángel Muñoz, el director del CEIP Manuel Altolaguirre, entiende que la solución a este conflicto hay que buscarla no solo en la Policía sino también en el plano educativo. Y desde ese prisma organiza cada martes el llamado Schoolcor Café, encuentros con profesionales de distintos sectores en los que participan alumnos de 4º, 5º y 6º de Primaria y que se difunden a través de un canal de Youtube.

El objetivo es facilitar a los menores “herramientas, preparar su mente para que no usen armas, denuncien y eviten el miedo”. Alejarlos del “tremendismo”. Los alumnos tienen encomendada la tarea de estudiar el currículo vitae del invitado para someterlo a distintas preguntas. “No entiendo otra vía que la educación para que tengan diferentes salidas”, explica el docente. Aunque asegura que el de La Palmilla es un problema de “orden público”, lamenta que se “normalice lo que no es normalizable” y que el “diálogo sea una amenaza”.

Y mientras tanto, policías locales continúan impulsando a través de las redes sociales una campaña para dar a conocer la necesidad de que cada agente cuente con su propia chaleco antibalas. Los agentes entienden que "cada día que pasa es un riesgo para los que no tienen" este medio de protección.