Nadie ha comprendido mejor Internet como Mark Twain

Internet y la potencia descomunal para transmitir mensajes, ideas o bulos “personalizados” marcará de ahora en adelante el campo de batalla en la política como eje primordial

Obama y sus asesores fueron los primeros en darse cuenta para así captar votantes jóvenes

Quantum Babylon / M. H.

22 de julio 2024 - 06:30

Aprovechando la Eurocopa y diversas disciplinas deportivas que observo con deleite, llevo unos días fijándome en los determinados equipos nacionales y los drásticos cambios en la forma de concebir el enfrentamiento entre rivales desde que se ideó la representación deportiva por naciones hace unos 125 años. ¿Se han dado cuenta como ya no existen patrones de juego y características predefinidas en los jugadores que integran los diversos equipos según sus países? Vivimos en una papilla competitiva en la que es más fácil separar dinámicas por generaciones enteras que por territorios. O dicho para que me entienda Copilot: no distingo el juego de cada región del mundo, no quedan esencias que lo definan. Y por si fuera poco, en esta globalización del sentimiento deportivo, muchas veces me es más fácil enterarme del resultado de un partido al otro lado del Océano Atlántico que del equipo del pueblo donde veraneo; y esto es por la simple regla que rige nuestra sociedad a día de hoy: “si no está en la Red al momento, no existe”.

Este escenario no se ha quedado solamente en lo meramente deportivo o en la celebración de determinados eventos lúdicos, ya saben, el consabido pan y circo, que últimamente se ha quedado solo en lo último, por las restricciones presupuestarias. Ahora también ha llegado a sectores tan diversos como las noticias y la política. Piensen por un momento en los años que nos han tocado vivir como resultado de una era marcada por la digitalización, donde el avance constante de la tecnología puede ya afectar a las elecciones europeas celebradas hace apenas un mes y en consecuencia, a las Generales celebradas en Francia este domingo pasado. Considere todas las reacciones de personas relevantes de la sociedad en torno a estos acontecimientos y como poco a poco han ido produciéndose los diversos resultados, en parte motivados por las RRSS y la inmediatez del bombardeo informativo que amenazaba de un radical cambio en el país que iba camino de quitar del tablón de anuncios para los turistas la Liberté, la Égalité y la Fraternité.

Y es que más allá de filias y fobias sean conscientes por un momento de la forma en que más de un representante de determinados sectores de votantes ha sido capaz de aglutinar ese sentimiento para poder conseguir representación mediante canales fuera de las vías convencionales. Sé que todos estamos pensando en cierto parlamentario que buscaba, como el mismo decía, hacer frente a su lawfare particular o en ciertas ideas conspiranoicas asociadas a la ventana de Overton, esa teoría que representa un ideario aceptable por el público como una ventana estrecha que a base de ir sondeando al respetable, todos acabamos por agrandar y aceptar. Pero no, no va por ahí, eso es quedarse en lo superficial, en la política para dummies.

Antes de llevarnos las manos a la cabeza con lo dicho deberíamos hacer un pequeño ejercicio de memoria. Realmente no es nuevo. Barack Obama con su equipo de asesores fueron los primeros en darse cuenta, para así captar al espectro más joven de votantes y llegar a la Casa Blanca allá por 2009. De la misma forma irrumpió Podemos en las europeas en 2014 recogiendo ese desencanto social de lo que se denomina “nuevos votantes”. ¿Se acuerdan de las veces que en otros artículos hemos dicho que los ciberdelincuentes siguen practicando los métodos de estafa por correo electrónico o sms al móvil debido a que los beneficios son exponencialmente elevados en comparación con el gasto realizado? Pues con estas campañas digitales ocurre lo mismo.

Uno de los cambios más notorios en este sentido ha sido la forma en la que los políticos se comunican con el electorado para mejorar la relación coste/beneficio, esta ha pasado de ser unidireccional a ser aparentemente bidireccional. Plataformas de interacción cono Facebook, X (Twitter, por mucho que le cambien el nombre), Instagram o cada vez más Telegram o Tik Tok, se han convertido en herramientas vitales para la difusión de mensajes políticos, digamos que es la respuesta perfecta a la necesidad imperante hoy en día, de nuestro chute constante de dopamina y adrenalina al que nos han acostumbrado: la inmediatez.

De la misma manera estas nuevas tecnologías han revolucionado la forma en que se moviliza a los votantes; desde aplicaciones móviles hasta sitios webs interactivos, pasando por correos electrónicos y mensajería instantánea, han permitido a los partidos políticos hacer llegar su mensaje de una forma directa y notoria. Si a esto sumamos la Inteligencia Artificial y el análisis de datos para la segmentación del electorado y la creación de mensajes personalizados que resuenen más efectivamente con diferentes grupos demográficos, el cóctel está servido.

Por otra parte surge la necesidad de una seguridad y transparencia electoral debido a que la cibercriminalidad es una preocupación creciente en el contexto de las elecciones. Todos hemos escuchado ya casi como un ruido de fondo, el empeño de algunos en que los recuentos son manipulados (asalto del Capitolio de por medio y sacas de correo patrias en el menú). Este ruido ha llegado para quedarse y nadie lo va a solucionar por mucha implementación de sistemas avanzados de encriptación para el procesado de los resultados: dicho de otra manera, ahora mismo el mayor desafío en este campo es la lucha contra la desinformación, contra las fake news. La verdadera pieza clave de la política digital futura. EL verdadero campo de batalla.

La comunicación en política ya ha aprendido de memoria la frase de Mark Twain: “Es más fácil engañar a la gente que convencerla de que han sido engañados” La clásica reflexión sobre cómo las personas pueden ser fácilmente engañadas y lo difícil que es convencerlas con argumentos de que han sido víctimas de una falsedad, en un mundo donde un servidor puede enviar por segundo millones de mensajes falsos, manipulados o “personalizados” a cada usuario, con la certeza que la mayoría, victimas de esta era de la inmediatez no se van a molestar en reflexionar o verificar las ingentes cantidades de información vertida.

Multipliquemos esto en el mundo por miles de partidos, empresas, grupos de presión, lobbies, fondos de inversión y todo lo que se nos ocurra, ahora denles a cada uno un servidor, una base de datos de usuarios y un programa para configurar la “sensación” que queremos transmitir: bienvenidos a la política del siglo XXI.

Carlos de Andrés, el locutor del Tour de Francia que hace pareja con Pedro “Perico” Delgado, lo explicó bien claro hablando sobre arbitraje en el ciclismo, nada dado a la inmediatez; a las personas como sociedad solo les importa el aquí y el ahora, la carrera la gana quien llega primero a meta y lo ocurrido pasadas unas horas ya no nos interesa!. El problema es cuando ese sentimiento de velocidad, inunda todos los aspectos de nuestra vida ¿Seremos capaces de realizar el cambio mental que nos advierta a tiempo para tomar las medidas necesarias y no caer en las trampas de la política digital?

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