Terapeutas de cuatro patas
Intervenciones asistidas con animales
Caballos y perros, grandes aliados para ayudar a personas con desafíos de aprendizaje
Horse to Soul, en la Hípica El Trébol, y Perruneando Málaga, dos de los proyectos que están apostando por intervenciones asistidas con animales de manera profesional
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“Caballo, caballo. ¡Paso!” Felipe esboza una gran sonrisa mientras toma las riendas de Espe, la yegua a la que se ha subido. Es la llamada a la acción de este pequeño autista de seis años que está beneficiándose de las terapias asistidas con animales en la Hípica El Trébol, en Benajarafe. Carmen Mandly y Candela Martínez son la psicóloga y la terapeuta ocupacional que se ocupan de impartir estas sesiones en las que se apuesta por favorecer el aprendizaje en un entorno amigable en el que el vínculo que se gesta entre animal y usuario es la base.
Al frente de El Trébol está Virginia Mothe Sainteraille. Francesa de nacimiento, enamorada de Málaga y la Costa del Sol, decidió convertir su pasión, el mundo de la hípica, en su profesión. Cursó un Máster de Terapias Ecuestres en la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) y en 2010 llegó a Rincón de la Victoria, donde encontró el espacio ideal para crear una hípica en la que llevar a la práctica lo aprendido en clases. Está situada en Benajarafe y es allí que acuden los lunes Felipe López y su abuela, Loli Palomo. Las características del Trastorno del Espectro Autista (TEA) del niño convierten la equinoterapia es una actividad que combina a la perfección con las otras terapias que necesita una persona de su perfil. “El contacto con la naturaleza, al ser una actividad que se realiza al aire libre, el movimiento del caballo al andar, el calor y su pelaje. Chicos como él son especialmente sensitivos y estas clases se recomiendan especialmente para casos así”, explica Virginia.
Loli comenta que les ha costado encontrar un lugar donde realmente se desarrolle equinoterapia como tal. “Se da mucho intrusismo profesional en este campo -denuncia Virginia- y a veces confunden a las familias, ofreciéndoles paseos a caballo en lugar de realizar terapias asistidas con animales. El ocio está genial, ¿eh? Pero no se debería admitir el fraude, especialmente en situaciones como esta”.
La equinoterapia que recibe Felipe es una de las tres áreas que conforman la disciplina. Carmen, que tras su licenciatura en Psicología se especializó en Atención Temprana y en Terapia Asistida con Animales (a través de la UNIA), da referencias así de fórmulas como la equitación adaptada y la hipoterapia. “Depende de las necesidades del usuario y es lo que se debe valorar. La adaptada consiste en adecuar el deporte a las circunstancias de la persona y la hipoterapia es recomendable para personas con desafíos más bien físicos, sacándole partido al movimiento del caballo. Este ayuda a mejorar el equilibrio, la postura, la coordinación o la fuerza, entre otros”, destaca Mandley y Alma Ávila, con la que lanzó la iniciativa Horse to Soul, para ofrecer estas prácticas a quienes lo necesitan.
El reto para todas ellas empieza cuando llega el paciente. Hay que entender de donde se parte, qué necesidades tiene y establecerse retos a corto plazo para ir revisándolos. Carmen y Candela muestran su forma de trabajar, semana a semana, para personalizar al máximo posible las actividades propuestas con el caballo destinadas al niño o al adulto en concreto que las va a realizar.
Autismo y otras neurodivergencias y discapacidades
Los candidatos a sacar partido a las bondades de las intervenciones asistidas con animales son muy variopintos. Son susceptibles de disfrutar de estas tanto niños pequeños como adultos y tercera edad. Se trata de ser realistas y establecer la capacidad y posibilidades de cada individuo en concreto. El quid de la cuestión está en todos los casos en la “alianza terapéutica que se establece” y ahí radica el éxito de estas terapias. “Está demostrado que el vínculo que se genera con el terapeuta es la clave para que un tratamiento psicológico sea eficaz. Cuando se introducen animales de por medio, esos lazos se crean más fácilmente”, dice Carmen.
Las personas autistas -o con autismo- son grandes beneficiarias de estas sesiones pero, como se anota anteriormente, el público al que van destinadas es amplio y diverso. Se requiere de equipos multidisciplinares para dar respuesta a las necesidades concretas del paciente. En El Trébol han formado así un equipo con psicólogas -Alma y Carmen-, terapeuta ocupacional -Candela- y por supuesto Virginia -especializada en terapias ecuestres y técnica deportiva en equitación. “Si se necesitan fisioterapeutas u otros profesionales se fichan para dar un servicio lo más completo posible”, explica ella.
El caso del pequeño Einar es otro ejemplo de cómo ese trabajo conjunto da sus frutos. Este niño ahora alegre y vivaz nació con apenas23 semanas y media. “Un auténtico guerrero”, comentan su madre y su padre, Estíbaliz Bueno y Delfín Gamarra. Einar ha necesitado apoyo y cuidados constantes y la equinoterapia llegó a sus vidas cuando apenas tenía tres añitos. “El avance que ha experimentado en este tiempo ha sido increíble y me lo han destacado todos los profesionales que lo tratan. En cuanto a concentración y calma, relacionarse con otras personas, en diferentes entorno, posturalmente, a nivel de motricidad y también en cuanto a la adquisición de ciertos aprendizajes básicos, como las formas, los colores y otros conceptos”, añade Estíbaliz.
Einar, Felipe… Diferentes circunstancias, neurodivergencias, capacidades distintas. “Estamos abiertos a prácticamente cualquier persona, con una única excepción”, advierte Carmen. “Sí, el criterio de exclusión es en quienes puedan tener conductas disruptivas con los animales. Bien adultos o niños que los vayan a agredir. Dejando eso a un lado, cualquiera podría disfrutar de estos momentos y por eso lo hemos hecho con ancianos, en residencias, en hospitales, con mayores y peques”.
Otros ‘terapeutas’ peludos
Hasta el momento se ha puesto el foco en los caballos y la equinoterapia pero las denominadas intervenciones terapéuticas asistidas con animales van más allá de los equinos. En Málaga lleva varios años funcionando Perruneando, una organización que apuesta por “los perretes como motivadores, como facilitadores sociales. Se ponen objetivos a conseguir y con la compañía de los canes es mucho más sencilla la consecución de resultados”, señala Candela, que forma parte del equipo de Macarena Martín en Málaga.
Esta iniciativa se puso en marcha en 2013 en Jaén, con David Ordóñez, y a día de hoy está presente en numerosas ciudades de España. La delegación malagueña está entre las cuatro con mayor número de proyectos activos y en la provincia realizan actividades con niños y adultos, con la tercera edad y con adolescentes. “Llegamos a cualquier perfil y nos movemos por colegios y asociaciones, en residencias, hospitales y en otros lugares a los que igual con las terapias ecuestres sería más complicado”, especifica Candela.
Tanto en Perruneando como en Horse to Soul, en la Hípica El Trébol, el bienestar animal es una de las máximas y se intenta inculcar a las personas que asisten a estas sesiones. Ángel y su madre, Macu, dan fe de ello. Disfrutan de “momentos únicos con Django una vez por semana”, cuenta ella. Ángel es un chico autista de 12 años al que le encanta salir a pasear con este perro, junto a Rafa, el profesional de referencia de Perruneando que ejerce de guía. “Solo queríamos un ratito en el que mi hijo pudiera desconectar, descansar y dejarse de clases y exigencias. Solo para que se relajara, y es impresionante ver la carita de alegría con la que ve venir a Django y al monitor. No habla pero no se necesitan las palabras para entender lo bien que le hacen sentir”, especifica la mamá.
Las tarifas de servicios como los que ofrecen en El Trébol o en Perruneando van de los 36 a los 50 euros por sesión. Ante comentarios sobre “lo caro que resulta a algunos”, Virginia reivindica que haya mayor información en relación al trabajo tan especializado que se realiza y los recursos que se utilizan. “En casos como la equinoterapia son dos profesionales formados y con experiencia dedicados en exclusiva a una persona. Si un psicólogo suele recibir unos 60 euros por sesión, hay que entender que se trata de llegar a un precio justo para que estas actividades sean sostenibles”. Se debe “dar calidad y comprobar que los pacientes avanzan y se consiguen los objetivos”, finaliza la directora de la Hípica El Trébol.
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