La invasión de lo 'exótico'
Bajo su aspecto exótico, tremendamente llamativo en algunos casos por su vivos colores y una extraña belleza, se esconde un serio peligro para la vegetación autóctona que cada vez es más difícil encontrar en la provincia de Málaga. Las especies vegetales traídas de otras zonas del mundo, y que en su día fueron plantadas para adornar paseos marítimos, jardines de urbanizaciones y hoteles, y márgenes de las carreteras que bordean, se han convertido con el tiempo en un problema de difícil solución que amenaza seriamente con desequilibrar el ecosistema natural de la costa malagueña conocido hasta ahora.
Ya hace años que muchas de estas especies exóticas comenzaron su particular y progresiva invasión hasta acorralar casi sin salida a la flora propia de aquí por encontrarse en una clara desventaja. Poner coto a su imparable avance no siempre resulta una tarea fácil ni tampoco es posible en todos los casos. Desde 2004 la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente lo intenta con un programa pionero de control de especies exóticas consideradas invasoras que está dando buenos resultados. Su actividad se centra desde entonces en el control directo y la erradicación poblacional de algunas de estas especies en el medio natural, la prevención de nuevas entradas en ecosistemas bien conservados mediante el seguimiento periódico y la detección temprana, y la recuperación de los hábitats ya dañados.
Pero no se trata de erradicar por completo del entorno a estas especies. Los técnicos de este departamento explicaron que la idea es llevar a cabo actuaciones de mejora de los hábitats naturales, es decir, se eliminan de estos entornos cuando "se observan interferencias con el desarrollo de poblaciones autóctonas, o bien cuando, siendo de muy reciente entrada, aún no se ha asentado en el territorio y presenta un claro riesgo de expansión".
En otros casos la estrategia de control pasa por apostar por tareas de contención para evitar así que se expandan y se intenta que la retirada de estos ejemplares sea de forma manual para generar el menor impacto posible en el entorno. Aparte de estas especies que se trabajan en campo, se intenta mantener también una supervisión permanente de todas las nuevas especies que entran y que cada vez son más.
El control de poblaciones de estas plantas invasoras, es decir, la reducción de la cantidad de ejemplares, se ha centrado en aproximadamente una decena de especies en la provincia de Málaga. Carpobrotus edulis (uña de gato o de león), Acacia saligna (acacia), Agave americana (pita común), Lantana camara (banderita española), Ailanthus altissima (árbol del cielo), Yucca spp. (yuca), Opuntia spp. (chumbera), Galenia pubescens, Nicotiana glauca (tabaco moruno) y Eichhornia crassipes (jacinto de agua) han estado durante estos años bajo la atenta mirada de los técnicos.
El número total de especies vegetales alóctonas en Málaga es lógicamente muy superior, pero por su distribución o características o bien por los sitios invadidos habitualmente no son objeto de control por parte de este programa. El calendario de actuaciones y la elección de las especies objeto de seguimiento se realiza en función de las necesidades que se detectan a través de los muestreos periódicos, los contactos con naturalistas y científicos, y la recepción de avisos que llegan al correo que la Junta tiene a disposición de los ciudadanos.
A menudo, según explicaron, las especies que se vigilan cuentan con escasas experiencias previas, por lo que pueden surgir eventualidades imprevistas inicialmente. De ahí, que el seguimiento sea "una herramienta fundamental para contribuir a la mejora del conocimiento de las técnicas de control y gestión de especies exóticas invasoras", señalaron.
Este año se ha actuado ya en las Dunas de Artola en Marbella por la peligrosa y masiva presencia de la uña de gato, en la desembocadura del río Guadalhorce porque esta especie rastrera se había ido introduciendo en la zona de cría del chorlitejo patinegro, en los alrededores de El Torcal de Antequera por la expansión del llamado árbol del cielo y en los Montes de Málaga para reducir los ejemplares de pita común. Pero quizás por su fragilidad, la zona del litoral es una de las más vulnerables a estas especies y en la que el control se hace con lupa. Una de las actuaciones más importantes tuvo lugar este verano en Manilva donde fueron retiradas manual y mecánicamente diversas especies invasoras que habían hecho casi suya la playa de Punta Chullera y que estaban poniendo en peligro la conservación de especies autóctonas, como las sabinas, que apenas se conservan ya en el resto del litoral.
El caso de Málaga no es aislado. La invasión de lo exótico es un problema global que se da en numerosas zonas del mundo, especialmente en aquellas más cálidas donde el frío no supone un factor limitante a su rápido crecimiento. Las causas de esta imparable alteración de los hábitats naturales están asociadas irremediablemente a la actividad humana, como la jardinería o la cría de mascotas en el caso de la fauna. En el litoral, en cambio, suele deberse, por ejemplo, a la fijación de las dunas con especies no apropiadas
Un estudio de la Universidad de Málaga (UMA) ha identificado e inventariado un total de 78 especies exóticas solamente en los montes malagueños, algunas de ellas con una capacidad asombrosa para desplazar a la flora autóctona. Por suerte para la vegetación autóctona, sólo se han detectado hasta ahora cuatro especies que se comportan realmente como invasoras y que representan una verdadera amenaza para la vegetación de la zona.
El problema de esta silenciosa invasión es cada vez más global. Según la UICN hoy en día las especies invasoras constituyen, después de la pérdida de hábitat, la segunda mayor amenaza de la biodiversidad a escala mundial (la primera en islas) y uno de los principales motores del cambio global. En algunas zonas de Norteamérica con clima mediterráneo, por ejemplo, se estima que el 20% de las especies de plantas que crecen hoy de modo silvestre han sido introducidas. Sin embargo, esta proporción puede llegar a alcanzar el 50% en algunas áreas de islas como Nueva Zelanda.
Así, se calcula que los perjuicios causados por las especies invasoras suman más de un billón de euros cada año, lo que supone un 5% de la economía mundial. En un planeta cada vez más interconectado, su freno no parece una tarea fácil.
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