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Fascinante Croacia: Los Lagos de Plitvice

Cuando Zeus vio la belleza de lo que hizo, estuvo convencido de que los mortales considerarían estas termas una de las maravillas del universo

El parque abarca un conjunto de 16 lagos escalonados que van vertiendo sus aguas, conforme desciende la cota

Fascinante Croacia: En un principio fue Salona

Una turista en los lagos de Pitvlice. / M. H.

HAY lugares en el mundo en los que la Naturaleza ha derrochado amor y belleza. Uno de esos lugares es sin lugar a dudas el Parque Nacional de los Lagos de Plitvice (Nacionalni Park Plitvicka jezera), declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1979. El parque abarca un conjunto de 16 lagos escalonados que van vertiendo sus aguas, conforme desciende la cota, de unos a otros acompañados por un festival de cascadas, arroyos y manantiales, alimentados fundamentalmente por los ríos Korana y Plitvice, además de multitud de arroyuelos. La cascada más alta de Croacia, con 78 m de caída, la forma el rio Plitvice. A dicho festival se le unen formaciones cársticas, cuevas y laberintos subterráneos. La flora, en praderas y bosques, es espectacular y goza de una infinita variedad de especies y de colores que varían con las estaciones. También su variada fauna cuenta con ejemplares únicos. No es menos cierto que el parque natural de los Lagos de Plitvice bien pudiera ser confundido con el Paraíso que Dios creó para Adán y Eva.  

Cuenta la leyenda que hace muchos años, en la montaña mágica de Velebit, en el condado de Lika-Karlova donde está el parque, que es la ladera continental de los Alpes Dináricos, vivía un hada buena (a pesar de su nombre) conocida como la Reina Negra; una criatura anímica y apacible con poderes mágicos. Ocurrió que un desastre natural asoló y arruinó toda la región; una gran sequía se prolongó tanto en el tiempo que hizo que animales y plantas murieran y que el único manantial de agua potable de la región, el rio Negro, se secara quedando convertido en polvo. Tal fue que, según dicen, hasta las piedras se rompían de dolor. Todo apuntaba a que nadie quedaría con vida cuando un día la Reina Negra, con su cortejo de ninfas, se encaminó desde su castillo de la montaña de Velebit hacia el castillo de Plitvice. Al ver tanta tristeza, y sufrimiento, decidió ayudar a aquella desolada gente con sus poderes mágicos. Al momento vieron los habitantes de la región de Plitvice como un viento huracanado, acompañado de truenos ensordecedores, arrastró a las nubes y dejaron caer tanta agua que el río Negro colmó todos los lagos y corrían sus aguas con tanta fuerza que nunca, nada ni nadie, ha podido pararlo. Por eso la gente cree que los lagos de Plitvice nacieron de la magia de la Reina Negra. 

La realidad es otra, pero solo les interesa a los geólogos y científicos, porque la realidad que vemos es de una belleza tal que parece compuesta, con una sublime armonía, por paletas de infinitos colores, multitud de melódicos sonidos, relajantes, rítmicos, sostenidos, cadenciosos, canoros, bulliciosos, hasta estruendosos…, y miles de embriagadores aromas; en fin, una sinfonía de luz, color y olor, en la que cada nota acaricia el alma y serena la mente. Los colores se suceden por cada rincón y varían dependiendo de la estación del año. Desde el verde de los bosques de hayas, abetos, robles, carpes, olmos o pinos, hasta la diversidad de colores de las praderas que pueden cambiar de color hasta siete veces al año por la variedad de flores que crecen en ellas. Entre las distintas variedades, en lecho verde de los prados, surgen los amarillos lirios, o los azules de la edraianthus tenuifolius, especie endémica del parque, los llamativos rojos de la rujevina, o los morados fascinantes de los jacintos, de belleza única, que despliegan toda su gama de tonos, del rosa al violeta, y que son la prueba evidente de que este parque y estos lagos fueron hechos por los dioses del cercano Olimpo ya que, según la mitología, Jacinto era amante del dios Apolo y el dios del viento Céfiro estaba celoso de ese amor. Un día que Apolo quiso impresionar a Jacinto con su habilidad lanzando un disco, Céfiro hizo que una ráfaga de viento desviara su trayectoria hiriendo mortalmente a Jacinto. Apolo, al ver morir a su amante, lo convirtió en dicha flor. 

El parque es una auténtica sinfonía de sonidos, olores y colores, pero lo que deja totalmente sorprendido y extasiado es el color del agua de los lagos. Aguas que enamoran, aguas que muestran una inverosímil gama de tonos en su color, que van desde el azul turquesa o el verde esmeralda, hasta la transparencia cristalina de aguas caribeñas. Tonos que podremos contemplar con una constante variación acompasada a la estación del año, las horas del día, el ángulo de la luz o la orilla desde la que miremos. También varían por otros factores como la composición mineral del agua, la concentración de microorganismos bajo ella, el musgo o la lluvia acumulada. 

Los dieciséis lagos que forman el Parque Nacional pueden dividirse en dos grupos en función de su paisaje y de la cota en la que se hallan. Los doce lagos superiores están a mayor altitud y tienen una orografía más dulce, por lo que algunos dicen que son el alma romántica del Parque, en tanto que el alma dramática son los cuatro lagos inferiores que están en un paraje abrupto, donde barrancos y cascadas alcanzan unas alturas impresionantes. Aquellos están encuadrados en un paisaje de postal, donde los colores de ricos matices, los claroscuros y los contrastes se entremezclan armónicamente para llevarnos a poner la atención en el lago de aguas cristalinas bordeado de sauces y alisos. Un entramado de caminos y puentes de madera nos introducen de lleno en esa postal que bien pudiera ser un óleo del excelso paisajista hispano-belga, del XIX, Carlos de Haes. 

Al contemplar el parque tuve la convicción de que fue Zeus quien, al conocer este idílico lugar de Dalmacia, decidió convertir Plitvice en unos baños o termas para uso de los dioses del Olimpo. Para ello encargó a cada una de las deidades que le acompañan (y que aparecen junto a él representados en el friso del Partenón: Deméter, Hera, Afrodita, Ártemis, Atenea, Poseidón, Ares, Apolo, Hermes, Dionisio y Hefesto), la ejecución de un lago. Comenzó Zeus haciendo el primero, conocido como Prosce, que es el más alto y así nacieron los doce Lagos Superiores. Sin embargo, dada la más tortuosa orografía de la zona inferior, metida ya en la cadena montañosa de Velebit, Zeus decidió encargarles los cuatro lagos a los dioses de los vientos principales (Bóreas, el viento del norte, Noto, el viento del sur, Céfiro, el viento del oeste y Euro el viento del este). Y así nacieron los cuatro Lagos Inferiores. En uno de ellos vierte sus aguas la cascada Milka Trina, llamada así en honor de la famosa soprano croata que siempre estuvo muy ligada a la conservación del parque. 

Cuando Zeus contempló la belleza de lo que habían hecho estuvo convencido de que los mortales considerarían estas termas celestiales como una de las maravillas naturales más fascinantes del universo. Y para que nunca le faltase agua hizo que se formasen pozas y canales con correntía, para lo que creó un material para contenerlas que se generaba sin necesidad de intervención alguna. Ese material se forma continuamente mediante un proceso de calcificación de los musgos y maderas que están bajo las aguas, de forma que se van transformando en una piedra porosa a la que llamó “travertino”. Y, para proteger el ecosistema, su flora y su fauna, Zeus convirtió a un hijo del can Cerbero en un “lobo blanco” que sería después conocido por los dálmatas como el guardián de los bosques y de la naturaleza en general.  

En los alrededores del parque también encontramos cosas tan interesantes como el pueblo de Smiljan, en el que nació el gran científico e inventor Nikola Tesla, que cuenta con un museo que expone los principales descubrimientos que realizó en el campo de la electricidad. Y merecen la pena dedicarles una visita a los pueblos de Rastoke (“La pequeña Plitvice”) o Kuterevo, con su santuario de los osos (un centro de recuperación y cuidado de osos heridos o enfermos).  

Y como siempre hay que comer, en el parque encontramos muy buenos restaurantes para poder hacerlo. Nada mejor que tomar unas exquisitas pastvra (truchas), acompañadas de acelgas y patatas, que son exquisitas. Como vino es muy bueno el blanco de la zona, el grasevina.

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