Juan, 'el salvador' que derribó un muro que hacía de dique en plena DANA en Málaga y tranquilizó a Campanillas
Acudió con dos grandes máquinas para tirar el bordillo que sostenía una valla y retenía el agua, ante el temor de los vecinos de repetir las inundaciones de 2020
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Coordinó trabajos para rescatar al niño Julen caído a un pozo en Totalán en 2019 y ahora, cuando acababa de volver de Valencia tras ocho días ayudando por la tragedia de las inundaciones, derribó por su cuenta un dique en plena dana en Málaga para tranquilizar a un barrio. Es Juan, todo un salvador.
En 'El Brillante', urbanización del barrio malagueño de Campanillas, tienen muy presente las inundaciones que sufrieron en febrero de 2020 y unos vecinos intentaron este miércoles con sus herramientas romper el bordillo que sostenía una valla metálica y hacía de dique, para evitar que el agua de la fuerte lluvia volviera a entrar en sus casas.
Con cubos se afanaron en recoger el agua que se iba reteniendo en la zona y los volcaban hacia dentro de una finca de limones po los huecos de la valla que la delimitaba. Hasta que apareció Juan Arrabal, de la constructora Fearral, con dos grandes máquinas para echar abajo esa valla y la hilera de cipreses que hacían de pantalla, y que así se evacuara el agua que se iba acumulando por las intensas precipitaciones y que en 2020 influyó en inundar un aparcamiento subterráneo y los patios que rodeaban las casas.
Emoción y abrazos
Cuando demolió el dique, según ha explicado a EFE, fue saliendo al agua hacia la finca y los vecinos respiraron tranquilos; tanto es así que muchos optaron por no dejar sus viviendas, pese a la recomendación de las autoridades, y se subieron a las plantas superiores por si acaso. Lloraban de emoción y se abrazaron a él tras el derribo.
A raíz de aquellas inundaciones de 2020 en Campanillas, Juan participó como voluntario con sus equipos de motobomba, codo con codo con los vecinos, para recuperar la normalidad y recuerda que los coches se apilaban arrastrados por el agua y otros irrumpieron en establecimientos. Él retiró unos 60 vehículos entonces.
La experiencia de aquello ha valido ahora. La otra vez no pudo acceder al lugar de la valla porque los coches se amontaban, pero esta vez los vecinos los habían retirado de la zona. Efectuó trabajos particulares para vecinos afectados en 2020 y para comunidades de propietarios del lugar, y como los considera "amigos" y entonces "se sufrió mucho, hubo muchas horas difíciles", al ver llover, tomó la determinación de "hacer directamente esto".
Como conoce al propietario de la finca, al que informó con posterioridad, y sabía que no iba a tener problemas con su decisión espontánea, pese al destrozo ocasionado, actuó: "Rompimos la valla por el bien de salvar daños y ante el pánico de los vecinos".
Ríos con su escritura bajo el brazo
Explica que la zona, cercana a un arroyo del río Campanillas, es un cauce natural de la Vega de Campanillas y que "las obras deben respetar el aliviadero natural". Y es rotundo: "Los ríos llevan la escritura debajo del brazo; por donde tenga que pasar el agua, pasa, le pongas lo que le pongas".
La empresa a la que pertenece, propiedad de su esposa, se caracteriza por actuar con solidaridad en situaciones de emergencia. En el confinamiento por la pandemia del covid estuvieron un mes desinfectando centros de salud, farmacias, comisarias y cuarteles de Guardia Civil tras comprar con urgencia dos máquinas y un cargamento de desinfectante.
En Valencia han estado con once máquinas y acompañando a expertos en catástrofes naturales de la Universidad de Málaga.
Cuando terminen de retirar lo derribado ahora, en lo que se han centrado este viernes, repondrán un cerramiento en la finca pero sin los cipreses que constituían todo un muro; lo hace a su cargo. Su lema es "al ayudar por necesidad, nunca se piensa en cobrar" porque ya se consideran pagados "ayudando de esa manera".
Refugio en planta superior
Rafael Valverde fue de los que intentó echar abajo el dique para que el agua corriera y después optó por no abandonar su casa. Sacó el coche del aparcamiento y lo importante del trastero, mientras que a la planta superior se llevaba documentos, cosas de valor y lo más sentimental por si llegaba el agua a la vivienda.
No quiso ir al polideportivo municipal habilitado para los desalojados, a varios kilómetros: "Con la que caía, también era peligroso". Tras llegar Juan con sus máquinas y echar abajo el dique, descendió el nivel del agua y con ello el peligro.
Cuatro años llevan diciendo que la zona había que sanearla y que los árboles no podían estar. "Si no llega ese hombre, no sabemos lo que hubiera pasado", señala, porque cree que si se hubiera desbordado el río y no se hubiera tirado el muro, "se hubiera inundado otra vez". "Era eso o irnos y a ver lo que pasaba", añade.
Otra vecina relata que en la urbanización llamaron a los bomberos para que derribaran el muro, pero estaban rescatando a personas, y que los tres de la casa sí se fueron a la de un familiar tras escuchar a la Policía decir que el río se desbordaría. Al volver no ha encontrado daños.
Rafael Guzmán, que ha sido testigo de varias inundaciones en el lugar, una de ellas hace ocho años, y que sufrió daños en dos coches en 2020, se quedó esta vez en casa al ver a las excavadoras tirar el muro que retenía el agua y que empezaba a bajar el nivel.
Ve necesario dragar el río Campanillas para ahondar su cauce, pero explica que hay oposición de ecologistas. Aunque algunos critican lo que hizo Juan Arrabal, esta vez El Brillante (un millar de vecinos de unas 400 casas) puede relucir; las escenas de 2020 no se han repetido y se respira tranquilidad.
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