Tribuna Económica
Carmen Pérez
Un bitcoin institucionalizado
Tiene 13 años, una preciosa melena rizada, una mirada tierna y una resolución inquebrantable en su forma de ser y estar en la vida. "Siempre ha sido la niña que es", dice Ches Cordero, la madre de Alexa. Esta menor transexual y su familia han tenido la fuerza y el coraje suficientes para ir rompiendo las barreras que la sociedad ha puesto a su paso y Alexa ha llegado a la adolescencia con una seguridad abrumadora en su género. Sin embargo, ahora se encuentra con un escollo complicado. Dentro de un mes cumplirá 14 años y a esa edad es obligatorio tener el DNI. Hace un año solicitaron judicialmente el cambio de nombre en el documento pero el juzgado se lo ha denegado.
"Nos dijeron que toda la documentación estaba perfecta pero que hasta los 18 años no contemplaba el cambio de nombre, que cuando fuese mayor de edad lo solicitase", comenta su madre. Desde el juzgado no aportaron ninguna explicación que apoyara la decisión de la magistrada y la familia se pregunta "¿es que Alexa no puede existir hasta que tenga 18 años? Pero es que ella existe ya", señala Ches Cordero. Y teme que cuando su hija vaya al viaje de estudios, cuando tenga que presentar su documentación en un aeropuerto o ante cualquier organismo tenga problemas.
"Todavía no tiene DNI porque hasta los 14 no es obligatorio, pero ahora se plantean situaciones en las que lo necesita. Imagínate que le digan que no puede subir al avión cuando la foto no se corresponda con su nombre", agrega Ches, que subraya que la pequeña está federada en baloncesto como Alexa. "Estamos pensando en cambiar de registro, pero para eso tendríamos que cambiar también de empadronamiento", se queja esta madre que lamenta "tener que estar sujetos a la decisión de un magistrado".
Han recurrido el auto pero aún no tienen respuesta y el tiempo se les echa encima. "En marzo tendrá que sacarse el DNI sí o sí, y tenemos una problemática importante, porque ella no quiere tener un DNI que no le corresponda", indica. En España, como relata esta madre, unos 40 niños han solicitado el cambio de nombre y se han emitido 30 autos favorables. Ellos, por desgracia, se encuentran entre el 25% de los no autorizados. Y todo esto a pesar de presentar una gran cantidad de documentación para avalar que Alexa es Alexa desde que nació.
Aportaron un documento del instituto en el que el director del centro afirma que Alexa estudia en su clase "como la niña que es y es tratada en femenino en los listados, en los boletines de notas, usa el baño de las chicas y demás", comenta Ches. "Llevé su carné de natación sincronizada, en el que pone Alexa, también muchas fotografías desde pequeña, un informe psicológico de la UTIG (Unidad de Transexualidad e Identidad de Género), a la que ella va desde los 9 años, que registraba la disforia de género, un informe del endocrino que explicaba que sería tratada con bloqueadores cuando fuera su edad, firmas de personas que la conocen desde pequeña y, además, un documento de su pediatra", enumera su madre.
Pero nada de esto le sirvió a una pequeña que "desde que empezó a hablar decía que era una niña, se nombraba en femenino y con 3 años me dijo que por qué tenía un pene si ella era una niña", recuerda Ches. "Fue la pediatra la que nos dijo que estaba ante un caso de transexualidad", agrega. Fue entonces cuando la evidencia cayó por su propio peso y cuando todos sus allegados reconocieron que "no es un niño que quiera ser una niña, es que es una niña, no es que quieran ser sino que son". Esta madre asegura que "la complicación viene cuando empiezan a crecer y la sociedad tiene que aceptar que hay niñas con pene, que tienen un cerebro femenino pero una genitalidad diferente".
Para ellos, hasta que no se de este paso "seguiremos en la prehistoria, no hay más que respetar la diversidad, una sociedad será más rica cuanto más plural sea", postula Ches que también relata lo que cuesta romper las barreras. Pero enfrente, para empujarles en su lucha, siempre encuentran la valentía, fuerza y reivindicación de estos niños que no quieren esconderse sino sentir y disfrutar con la libertad de la que deben ser dueños.
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