"El larvicida contra los mosquitos tiene impacto sobre otras especies"

Jean Jalbert. director general de Tour du Valet

El experto internacional al que ha recurrido el Ayuntamiento para controlar los mosquitos apuesta por un sistema de trampas por tener menor impacto

Jalbert ayer antes de la entrevista en las instalaciones de La Noria en Málaga. / Marilú Báez
Raquel Garrido

02 de junio 2017 - 02:03

Málaga/Jean Jalbert dirige una instituto de investigación para la conservación de las zonas húmedas en la región de la cuenca mediterránea, con sede en el sur de Francia en el parque regional de la Camarga. Su principal función es la de combatir la pérdida de humedales en el Mediterráneo y garantizar su uso sostenible, y en esa tarea el control de los mosquitos ha ido ocupando un importante lugar debido a la presión social de los últimos años. Su prestigiosa y reconocida experiencia en la materia ha hecho que el Ayuntamiento de Málaga recurra a él para buscar su asesoramiento en la lucha contra el insecto en el entorno de la desembocadura del río Guadalhorce, donde se han convertido en un verdadero quebradero de cabeza.

-¿Qué investigación está llevando a cabo en relación con los mosquitos?

No está claro si el problema de los mosquitos está en el paraje o en las zonas muy antropizadas"Lo primero es identificar las especies de mosquitos para ver si las trampas son efectivas en Málaga "

-Uno de los motivos por los que se inició la investigación sobre el control de mosquitos que hay en el parque es que en grandes cantidades resultaban molestos para la sociedad y a la hora de intentar erradicar esa molestia había que realizarlo de una manera equilibrada. Es decir, no se puede provocar un impacto severo sobre la biodiversidad para resolver el problema de los mosquitos y había que buscar ese equilibrio.

-¿Y cómo se consigue?

-En el caso de la Camarga nunca se había efectuado control de mosquitos y hace diez años debido a la demanda social por la propagación de los mosquitos iniciamos las investigaciones con la aplicación de un primer tratamiento basado en el bacillus thurigiensis, una bacteria que libera una toxina que mata a las larvas y que también se usa en el Guadalhorce, y al mismo tiempo evaluamos si tenía impacto sobre otras especies ya que ataca a todos los dípteros. De hecho, esa investigación demostró que es un método efectivo para el mosquito, pero también para los quironómidos que viven en el fondo de las lagunas y que son inofensivos.

-¿Eso que implica?

-El problema es que los quironómidos están en la base alimenticia de toda la cadena trófica de las especies que se encuentran en los humedales y se ven afectados todas. Hasta tal punto que ese impacto por el uso de ese método con el bacillus ha producido descensos de entre el 30 y el 70% de los tamaños poblacionales de determinadas especies ligadas a las zonas húmedas.

-¿Cuál es la solución entonces?

-Cuando hace cinco años demostramos eso y trasladamos los resultados a los responsables políticos y les expusimos la gravedad de la situación, la decisión fue que mientras no hubiera otra solución se seguiría aplicando el tratamiento larvicida aun siendo conscientes del impacto. El problema es que la Camarga está formada por espacios naturales muy extensos donde se aplican tratamientos en grandes superficies para proteger pequeños núcleos habitados. Y en lugar de seguir haciendo eso pensamos en dejar que los mosquitos siguieran estando ahí buscando un sistema de protección para esos núcleos de población.

-¿Y cuál fue el resultado?

-La idea fue partir de una solución que ya estaba en el mercado como son las trampas para mosquitos a escala doméstica, y que tienen como principal fuente de atracción de mosquitos la producción de dióxido de carbono (CO2) junto con feromonas. Basado en esa tecnología que ya estaba, trabajamos con un equipo de ingenieros para transformar ese sistema de uso doméstico en un mobiliario urbano que se pueda poner en esos núcleos urbanos a gran escala y que tengan una eficiencia mayor en el control de los mosquitos.

-¿Ya no se usa el larvicida?

-El tratamiento de larvicida se está aplicando todavía, mientras concluye el proyecto piloto con trampas puesto en marcha hace dos años en zonas que no habían sido tratadas. De momento, la idea es que si funciona se eliminará definitivamente. La realidad es que los resultados obtenidos hasta ahora a nivel de un municipio es que las trampas son incluso mucho más eficientes que el tratamiento con larvicida al haber logrado disminuir el 80% de la población de mosquitos. Además, hemos visto que no tiene impactos sobre la biodiversidad al ser un sistema bastante selectivo que solamente atrae a las hembras que son las que pican. También es más efectivo porque mientras que el larvicida sólo sirve para controlar dos especies, las trampas es capaz de atraer hasta 15.

-¿Se da por terminada la investigación?

-Seguiremos un año más porque hemos comprobado que hay trampas que capturan más ejemplares que otros. La siguiente fase va a ser averiguar por qué y si afectan factores de sombra o de viento.

-¿En Málaga sería aplicable un sistema similar?

-Son dos espacios muy distintos. La Camarga es un amplio espacio natural con pequeños núcleos habitados, y el paraje natural es un pequeño espacio rodeado de grandes núcleos. Pero pienso que es factible organizar un dispositivo basado en estas trampas fuera del espacio natural para proteger los entornos habitados. Sin embargo, lo primero que hay que determinar si las especies de mosquitos que están produciendo las molestias se generan en la zona protegida o en ambientes ya muy antropizados dentro del tejido urbano, y de momento no está muy claro.

-¿Seguirá asesorando al Ayuntamiento de Málaga entonces?

-Fue un encuentro fructífero, positivo, constructivo y abierto en el que intercambiamos información, y en lo que quedamos fue en mantener reuniones con los técnicos municipales encargados del control de mosquitos para seguir avanzando. Pero lo primero es saber qué especies son porque cada una responde de forma distinta a las feromonas y hasta que no se conozcan no se podrá evaluar si el sistema tal y como está diseñado va a servir o no.

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