La lenta espera de un transexual para poder ver al endocrino
Óscar tiene 34 años e hizo el tránsito en diciembre En marzo tuvo la primera cita en la antigua UTIG y aún no le han dado cita con el especialista para la terapia hormonal
"Si cualquier persona en unas semanas puede ver a un endocrino, por qué yo tengo que tardar diez meses, me están discriminando". Así lo considera Óscar Solera, un transexual de 34 años que hizo el tránsito en diciembre después de pasar por un calvario emocional y familiar de dos décadas. Un endocrino le recetó por primera vez las hormonas y empezó a tomárselas, pero en el segundo mes de tratamiento lo derivó a la Unidad de Atención a Personas Transexuales (UAPT). En marzo fue atendido por la psicóloga de la unidad. Le comentó que ya había comenzado el proceso y que necesitaba seguirlo con un endocrino. Pero la siguiente cita -en mayo- fue nuevamente con psicología, y todavía hoy, más de medio año después, sigue esperando.
Estaba tan desesperado que mientras tanto abrió una nueva vía para intentar acceder a esta atención médica. Fue a atención primaria y lo enviaron al endocrino de cupo. "Empezaron a pesarme, medirme y pensé que esto iba bien, hasta que le expliqué que venía a por las hormonas y me dijo que fuera a la UAPT", afirma Óscar. Volvió a dicho centro ese mismo día y tampoco tuvo su consulta. Poco después conoció a la Asociación Trans Huellas y "me han acompañado para conseguir una cita, tuvimos que ir hasta cuatro veces para que me dieran una para el 9 de noviembre, que vuelve a ser con la psicóloga", dice.
Si en julio de 2014 salió la ley integral de transexualidad que recoge la autodeterminación de género como un derecho sin necesidad de informes psiquiátricos o psicológicos con el fin de despatologizarla, Óscar no entiende por qué no puede acceder a un endocrino que le facilite la terapia hormonal. Mientras tanto compra por internet -a 20 euros la dosis que se tiene que inyectar cada 21 días- para verse por fuera acorde a lo que siente por dentro. Eso sí, se quiere operar los pechos y esta vez tiene claro que va a ahorrar el dinero para hacerlo por la sanidad privada. "No estoy dispuesto a esperar cuatro años para operarme", comenta y relata las dificultades que puede plantear algo tan habitual en verano como ir a la playa.
La hormonación para Óscar le supuso un tránsito complicado. Le produjo insomnio, un fuerte descontrol de emociones y ganar diez kilos de peso en muy poco tiempo. "No quiero pasar por eso otra vez, aunque me dijeron en la uidad que tenía que volver a empezar", dice y subraya que, según le explicaron, "la atención psicológica era voluntaria, sin embargo, cuando me salté una cita en verano porque ya era la tercera que tenía con la psicóloga consideraron que había abandonado el proceso".
Las asociaciones Huellas, Enfys, Familias por la Diversidad y la Federación Andaluza Arco Iris expusieron en junio a la Consejería de Salud "las quejas que estamos recibiendo por parte de personas usuarias de la antigua UTIG, servicio al que los pacientes siguen siendo derivados de forma automática por el personal de endocrinología en la provincia y que, al parecer, viene presionando en consulta a sus pacientes para que firmen un escrito de apoyo a esta unidad". Estos colectivos consideran que, en atención a la ley, no debería existir ninguna unidad específica para identidad de género para las personas transexuales y demandan la normalización del colectivo dentro de la sanidad andaluza.
"Cuando una chica va a pedir bloqueadores porque practica la gimnasia rítmica no presuponen que hay un problema mental o que la persona se está equivocando, pero la UAPT está acostumbrada a suponer que una persona transexual se está equivocando", considera Gonzalo Serrano, presidente de la Federación Andaluza Arco Iris. "En esta unidad siguen estando los mismos profesionales que antes cuando se consideraba que era un trastorno y realizan prácticas discriminatorias, como plantear un cuestionario para ver si de verdad eres lo suficientemente hombre o mujer en tu identidad", agrega Serrano.
Por su parte, desde el Hospital Regional aseguran que "lo único que ha cambiado es la descentralización de la atención por provincias, pero continúa el mismo personal y la misma estructura de siempre, a todos se les deriva a la antigua UTIG, como siempre". Una portavoz del centro del que depende la UAPT también asegura que ahora la valoración psicológica es voluntaria.
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