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Profesionales, sindicatos y pacientes suelen ser muy críticos con las listas de espera en la sanidad pública. En frente, la Administración defiende su gestión. Las patologías graves y urgentes se priorizan y por lo general se atienden con celeridad. El problema son aquellos cuadros menos graves, que pueden esperar... Y esperan... Vaya si esperan. En las salas de espera del Centro de Alta Resolución (CARE) José Estrada hay más críticas que elogios al funcionamiento del Servicio Andaluz de Salud (SAS). “El personal es maravilloso, lo que no funciona es el sistema”, opina Dolores del Pino, que aguarda para el cardiólogo.
La acompaña su hermana, Celia. Para demostrar la afirmación de que la sanidad pública tiene un problema con las listas de espera que debe solucionar, comentan que su hermano murió hace tiempo de un problema hepático y “todavía nos siguen llegando citas después de fallecido”. Dolores lleva esperando la cita con el especialista más de cuatro meses. "Yo ya vengo con el infarto dado”, ironiza. Y se explica. El 10 de mayo pasado fue al centro de salud de El Palo porque se sentía mal. Le hicieron un electrocardiograma, le pusieron tratamiento y la derivaron al especialista. Llegó por fin al cardiólogo este 20 de septiembre. Pero precisa que el 12 de mayo –dos días después de acudir al ambulatorio–, le dio un infarto del que la salvó el 061. Entonces, acabó ingresada en el Hospital Regional. También cuenta que lleva un año liada entre consultas y pruebas por una hernia de columna. “Hay mucha demora por falta de personal. Los profesionales son maravillosos, pero están reventados porque no hacen más contrataciones”, opina. A su lado, Celia que cuestiona que en verano se cierren plantas en los hospitales, “cuando aquí hay más gente debido al turismo”.
En otra planta está José. Espera para que lo vea el traumatólogo. Tiene un pequeño bulto en la articulación de un dedo. Cuenta que al principio era más pequeño y no le molestaba. Pero ya hace tiempo que empezó a dolerle. “Es que llevo un año y medio con esto. Entiendo que somos muchos pacientes y que faltan medios... Entiendo que yo puedo seguir viviendo y trabajando, que tienen que priorizar... pero esto debería ser más ágil”, manifiesta.
Unos asientos más allá está David. No tiene quejas. Está a punto de entrar para que lo vea el traumatólogo. Desde que lo derivó el médico de cabecera han pasado dos meses. Está operado de los pies por una malformación congénita y han empezado a dolerle.
Elisa G. L. sí protesta. En este caso, de demoras de un mes y medio en su centro de salud –el de Miraflores– para los resultados de una citología. “Si hay gente de vacaciones, que la cubran”, dice. Viene al médico rehabilitador por problemas cervicales y dolor en un brazo. Le han hecho varias pruebas. A lo largo de un año y medio le han hecho varias pruebas, pero “todavía no sé nada”. Por eso cree que la resolución “debería ser más rápida”.
También apunta un problema en el que coinciden varios pacientes: cartas de citas que –después de esperar “meses”– llegan una vez que ha pasado el día de la consulta.
Isabel Zurita tiene antecedentes familiares de cáncer de colon. A ella ya le quitaron pólipos. Viene por los resultados de una colonoscopia. A principios de año, mediante un concierto, se la hicieron en una clínica privada. Por fin, después de ocho meses la va a ver el cirujano digestivo.
Rafael acompaña a su mujer. Según los decretos debería haber esperado dos meses como mucho. Han pasado cinco. El oftalmólogo le acaba de informar a ella que se tiene que operar de cataratas.
Carmen Iglesias también espera a este especialista. Dice que no tiene “ninguna queja” da la sanidad pública. Pero después puntualiza que conseguir una cita con su médica de cabecera “es muy complicado”. Luego hace un comentario que por lo general se repite con otros usuarios: “De los profesionales no tengo ninguna reclamación que hacer, son estupendos”.
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