Lugares misteriosos de Málaga para pasar un Halloween terrorífico
Halloween
El periodista e investigador de lo paranormal José Manuel Frías desgrana algunos enclaves de la provincia en los que lo inexplicable es el pan nuestro de cada día
Rutas de lo desconocido para emular a Mulder y Scully
"Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que han sido soñadas por tu filosofía". Así se expresa Shakespeare, a través de Hamlet, para recordarnos que no tenemos explicación para prácticamente nada de lo que ocurre en el universo. Un espacio lo infinitamente grande donde hay, bien lo sabe Dios, innumerables rincones ocultos en los que se esconden casos paranormales sin resolver. Apariciones espectrales y fantasmagóricas, leyendas espeluznantes, sucesos horripilantes, luces en el cielo que no pueden ser identificadas, dimensiones del más allá... Y Málaga no se libra de contener numerosos lugares misteriosos y terroríficos donde lo imposible es la norma.
Uno de los mayores expertos en lo paranormal a nivel provincial y nacional es José Manuel Frías, estudioso que lleva décadas investigando sobre todo tipo de eventos que no parecen tener explicación.
Frías posee una ingente obra ya que ha recorrido todos los pueblos de Málaga, los 103, en pos de la verdad que se encuentra ahí fuera, una verdad que cada vez atrae la curiosidad de un mayor número de personas que no temen mantener su mente abierta y dejar a un lado el escepticismo.
Ahora que se acerca el Día de Todos los Santos y, por ende, Halloween -fiesta que molesta especialmente a los carnavaleros- es el momento perfecto para que José Manuel Frías haga un repaso de esos lugares menos conocidos que se encuentran en Málaga en los que, nada más entrar, nos embarga una sensación ajena que nos pone la piel de gallina.
Sean bienvenidos a la dimensión desconocida.
La Cueva de la Rábita
En la ascensión al pico de la Maroma existe una cueva que fue explotada como mina por los fenicios quienes usaban el mineral extraído para negociar con otras poblaciones de la comarca de la Axarquía. Conocida como cueva de la Rábita y situada en el collado que lleva su nombre, la mina dejó de ser explotada a pesar de que nunca fue agotada por completo.
En épocas posteriores, la cueva constituyó el hogar de tres santones árabes que se establecieron en Canillas de Aceituno, convirtiendo la antigua mina en un centro de enseñanzas del sufismo. En este improvisado templo de recogimiento y meditación, enseñaban a sus fieles prácticas espirituales. Conocidos por el nombre de los "Morabitos", la gente solía llegar a la mina a fin de pedir consejos.
Al parecer, los tres santones de la cueva de la Rábita habían logrado dominar sus cuerpos y mentes, logrando interactuar con el mundo que les rodeaba a través de la percepción extrasensorial y los fenómenos físicos voluntarios.
Debido a esto, el investigador José Manuel Frías no puedo pude evitar la tentación de buscar esta misteriosa cueva que encontró muy deteriorada pero con partes aún bien conservadas. En el momento de su visita no pareció encontrar nada significativo, pero dejó bien documentada su visita con numerosas fotografías que darían que hablar...
Frías, tras analizar las imágenes tomadas, descubrió "algo que me extrañó desde el principio: diversas esferas luminosas aparecían de manera aislada por uno y otro lado. Casi siempre aparecían en número de tres, sobre todo en el habitáculo redondeado donde supuestamente meditaban los tres santones. ¡Tres esferas en el lugar donde oraban y donde quizá fueron enterrados! ¿Casualidad? No lo creo".
¿Qué diablos es aquello que dormita aún en la cueva de la Rábita? ¿Aun vagan en la misteriosa mina las almas de aquellos tres sabios?
Sea como fuere, la investigación de Frías caló hondo en las gentes de la comarca. Tanto, que el 3 de julio de 2005 se llevó a cabo en Canillas de Aceituno una especie de reapertura de la cueva. Para tal evento, fueron invitados diversos grupos sufíes de la penínsulaa, acompañados por algunos concejales del pueblo y por el conocido antropólogo de la Axarquía, Eduardo Arboleda.
Así, tras 436 años, la Cueva de los Santones volvía a ser lugar de peregrinación sufí y se volvió a escuchar en la Axarquía sus oraciones y sus cantos. "Después de más de cuatro siglos de intolerancia, en donde los aldabonazos de la intransigencia político-religiosa han resonado atemorizando, en la comarca corren y se disfrutan buenos aires", comentó Arboleda. "Una emoción que me embargaba especialmente", asegura Frías.
Los extraños casos de la Necrópolis de San Miguel, en Málaga
El cementerio de San Miguel ubicado en la plaza del Patrocinio en el malagueño barrio de Fuente Olletas es una de las necrópolis más importantes de toda Andalucía, siendo el primer camposanto moderno construido en la ciudad. Fue bendecido en 1810 y en el año 1987 el Ayuntamiento intentó clausurarlo. No obstante, en base a documentos oficiales, se indicaba la concesión de panteones a perpetuidad, lo que finalmente obligó al consistorio malagueño, merced a una sentencia del Tribunal Supremo, a mantener en su lugar los panteones, formando un parque público a su alrededor.
Una decisión que salvó un cementerio con un gran valor histórico y artístico, y donde reposan los cuerpos de personajes muy populares, desde pintores a escultores, pasando por escritores y arquitectos famosos, así como industriales y benefactores como Antonio Muñoz Degrain, Salvador Rueda, José Moreno Carbonero, Joaquín Martínez de la Vega, José Denis Belgrano, Arturo Reyes, Manuel Agustín Heredia, los Marqueses de Larios, Trinidad Grund, miembros de las familias de Félix Sáenz, de Gross, de Barceló, de Strachan, de Huelin, de Molina... Un auténtico quién es quién de la crema y nata del alto abolengo de la ciudad. ¡Menudas fiestas deben celebrar los habitantes de este cementerio en la dimensión fantasma! Ante esto, no es de extrañar que en la necrópolis de San Miguel se den numerosos casos cuanto menos misteriosos.
Uno de ellos se produjo el 4 de mayo de 2008, cuando más de quince personas se congregaron frente a un discreto y humilde panteón en la que podemos contemplar una fotografía impresa en el mármol y una placa que reza: Jane Bowles. Nueva York 1917 - Málaga 1973. Sí, la escritora norteamericana Jane Bowles está enterrada en un cementerio que el Ayuntamiento de Málaga quiso eliminar por completo.
Ese día, aniversario de la muerte de Bowles, entre los congregados ante su tumba -familiares, amigos y lectores, un grupo en el cual todos se conocían entre sí- había un personaje más. Se trataba de una mujer vestida de luto y su rostro poseía un curioso parecido con el de la fallecida autora. La mirada de la enlutada señora parecía perdida, enfocada hacia la zona del panteón.
Tras unos momentos todos los asistentes se percataron de la extraña presencia y quedaron desconcertados, tanto que, antes de que nadie pudiera hacer nada para verificar la identidad de la mujer, ésta se volvió y dobló la esquina de un panteón de gran tamaño, que llevaba a la zona de enterramiento de los escritores y artistas malagueños. Cuando varios de los testigos se dieron cuentan de lo que había pasado, fueron tras ella por diferentes lugares. Desgraciadamente, aquella mujer había desaparecido sin dejar rastro. Parecía haberse esfumado, ya que no había posibilidad de escapatoria ante el cerco levantado.
Cuando se corrió la voz, los más veteranos, aquellos que suelen visitar cada año la tumba de Jane Bowles, respondieron impasibles: "Nos os preocupéis. Jane suele venir en el aniversario de su muerte, apareciendo entre nosotros con la misma espontaneidad con que desaparece".
Los primeros en descubrir los fenómenos relacionados con la escritora Jane Bowles, fueron José Fernández, encargado de la capilla del cementerio, y los vigilantes de seguridad, cuando a partir de un determinado día, que coincide con la construcción del actual monumento funerario, y una vez cerrada la puerta de la necrópolis, ven pasear a una señora de aspecto extravagante por las inmediaciones de la tumba de Bowles.
Otro de los casos populares ocurridos en San Miguel son las llamadas "apariciones de Antoñito" y que tiene a dicho encargado de la capilla, José Fernández, como uno de sus protagonistas.
En noviembre de 1985, y debido a unas obras en su casa, Fernández pasó algunas noches en el interior de la propia capilla, en una pequeña celda. En el silencio de la noche sus oídos captaron el lamento desolado de un niño de corta edad. "¡Mamá, mamá!", escuchó.
El Hermano Pepe fue siguiendo el sonido de la misteriosa voz hasta ubicarlo en el interior de un nicho. Al día siguiente, y una vez consultados los libros de defunciones, descubrió que en aquella tumba reposaban los restos de un niño fallecido con dos años de edad, Antoñito, que había muerto de leucemia después de una larga y dolorosa enfermedad.
A partir de ese momento el fenómeno se ha repetido con asiduidad, a distintas horas y con diferentes variantes.
Otras apariciones de San Miguel son los de la pequeña María Marta, cuya muerte dio paso a una leyenda de origen desconocido origen que afirma de esta niña intercede en las crisis matrimoniales y de parejas. O la de don Elíseo, un párroco de rectas actitudes, agrio carácter y comportamientos esquivos y reservados.
Son muchos los testigos y los sucesos que rodean el cementerio de San Miguel, un lugar cargado de historia y misterios.
El hombre sin rostro de la Casa Cervantes de Vélez-Málaga
Corre el año 1994. Los empleados de la empresa de recogida de basuras de Vélez-Málaga declararan una huelga y se encierran como propuesta en una antigua vivienda del siglo XVI, convertida desde hace años en un edificio de oficinas de la Junta de Andalucía. Dicho inmueble es la Casa Cervantes que se erige orgullosa al comienzo de la calle veleña de San Francisco.
Cerca de una veintena de trabajadores se encierran allí, cerrando las puertas por dentro y situándose en la primera planta, desde donde observarían a través de las ventanas lo que ocurría en el exterior.
Aproximadamente a las dos horas, en plena noche, uno de los trabajadores se separa del grupo para fumar un cigarrillo junto al pasamanos desde el que se observa el patio central. De pronto, un ruido de arrastre que escucha en la planta baja lo saca de su ensimismamiento. El hombre mira a su espalda: todos sus compañeros se encuentran en la misma habitación.
De nuevo, el ruido en el patio. Y apareciendo en ese momento de la nada, la figura de una persona se perfila en la oscuridad. El trabajador entorna los ojos y ve como la sombra avanza sin generar ruidos de pisadas, sino acompañado por el sonido de arrastre de una tela pesada.
La figura, que parecía proceder del rincón más cercano al pozo de la Casa Cervantes, comienza a desfilar de un lado a otro del espacioso patio, cruzando por lugares donde la débil luz lo iluminaba lo suficiente para no considerar la experiencia como fruto de un efecto óptico.
El basurero queda paralizado hasta el momento en que se percata de que aquel hombre no tiene rostro. Aquella visión espantosa le marcaría para siempre. Y nunca llegó a saber quién era aquel misterioso hombre.
Esta no es la única vez que alguien ha sido testigo de la aparición del Hombre Sin Rostro en este edificio. Son numerosos los testimonios que hablan de ruidos, visiones y extraños sucesos.
El origen de este misterio podría localizarse en una leyenda que rodea a la Casa Cervantes, según la cual en su pozo murió, hace más de dos siglos, una persona que se precipitó en su interior cabeza abajo. Tras sacar el cadáver, su rostro, deformado por la asfixia, fue tapado con un paño con el que también fue sepultado.
Muchos años después, la Casa Cervantes fue reformada y, a partir de ese momento, limpiadoras, policías y otras personas son protagonistas directos de sucesos inexplicables. Sinceramente, algunos trabajos deberían tener un plus de peligrosidad que cubra también las apariciones espectrales.
El Fantasma del Suizo en la Cueva del Tesoro
Rincón de la Victoria y la Cala del Moral están unidas por una serie de acantilados en los que encontramos decenas de cuevas de entre las que destaca la conocida como Cueva del Higuerón o Cueva del Tesoro, uno de los puntos turísticos más atrayentes de la provincia. Y es que es la única gruta marina existente en Europa, contándose solo dos más en todo el planeta, en Asia y Centroamérica.
Esta cueva es un autentico paraíso arqueológico ya que por ella han pasado diversas civilizaciones: neolíticas, paleolíticas y fenicias. Además de contar con numerosas pinturas rupestres, en sus grutas han aparecido cerámicas y objetos de sílex, como hachas y puntas de flecha. En definitiva, una hilera de más de quinientos metros de galerías y lagos donde fluctúan el misterio, la leyenda de tesoros escondidos, fantasmas errantes y diosas mitológicas.
Así, desde hace siglos existe el mito de que hay un gran tesoro oculto en las profundidades de la gruta. Incluso en determinadas obras de historiadores clásicos de Málaga se habla de la presencia de un espantoso animal que custodiaba dicha fortuna.
Los orígenes de esta leyenda no están claros, pero existen escritos del siglo XVII que nos hablan de tesoros en el entorno, mencionando, entre otras versiones, la existencia de un tesoro oculto por el emperador de los almorávides, Tasufín Ibn Alí, quien en el siglo XII huía de las revueltas de su tierra.
Esto atrajo a la cueva durante décadas a buscadores de riquezas y reliquias. Así, en torno a 1847, un suizo llamado Antonio de la Nari pasó varios años buscando el tesoro, sin resultado, aunque su empeño le llevó a abrir galerías y un pozo a base de barrenos.
Algo fue mal durante una de sus incursiones con explosivos, lo que le acabó costando la vida. Desde entonces, el pozo que excavó y la propia cueva pasaron a llamarse "del Suizo".
Lo extraño del caso se descubrió cuando, tras descubrir su cadáver, muchos de los dueños de las ventas aseguraron haberlo visto comprar comida en días anteriores. No era posible ya que, como aseguraron los forenses, llevaba fallecido bastante tiempo, dada la descomposición del cuerpo. Aún así, los testimonios de personas que lo vieron pasear por el exterior eran abrumadores.
Muchos hablan de que su espectro todavía continúa vagando por los interiores de la Cueva del Tesoro, en su inmortal afán por encontrar lo que durante años anduvo buscando. Incluso, hay quien dice haberlo visto en épocas más actuales deambulando por la zona de Cantales, con su inconfundible barba.
La Cripta de la familia Gálvez, en Macharaviaya
En el Mausoleo de la familia Gálvez, una vieja placa del siglo XVIII, reza lo siguiente: "Costearon este panteón, su altar, vasos, ornamentos y utensilios los señores D. Matías, D. José, D. Miguel, D. Antonio y D. Bernardo de Gálvez, para perpetuo y privativo reposo de sus huesos, los de sus mujeres, hijos, herederos y sucesores, que han de trasladarse limpios, y ponerse en los nichos respectivos; y dotaron un aniversario perpetuo en el día siguiente al de la conmemoración de los difuntos, y una misa rezada en todos los viernes del año, por la ánimas de los hijos de su familia".
Aquella promesa apenas duró una década. Después, cayó en el más absoluto de los olvidos, y con ello la privacidad del mausoleo y los aniversarios y misas perpetuos a una familia de personas muy importantes en la nobleza española del siglo XVIII, familia fundamental en la monarquía de Carlos III, y embajadores de España en América, África y Rusia.
Y esa promesa incumplida parece haberse convertido en maldición: una legión de apariciones y sucesos inexplicables han hecho mella en bastión formado por la Iglesia de San Agustín, su cementerio y el Mausoleo de los Gálvez, un rincón mítico ubicado en la plaza principal del encantador (y encanado) pueblo de Macharaviaya.
Apariciones fantasmales, psicofonías, imágenes estremecedoras y centenarias marcas de un tesoro escondido, señalan un enclave mágico donde lo insólito se manifiesta.
Sí, también un tesoro oculto que, según la leyenda, corresponde a la fortuna dejada por esta familia cuyos miembros fallecieron de modo repentino. Una leyenda que ha ido pasando de generación en generación y que afirma que el dinero se esconde en el interior de la iglesia parroquial como regalo de los Gálvez al pueblo, y que saldrá a la luz el día que éste sufra alguna catástrofe.
El Diablo en la Cueva de Belda
En las inmediaciones de la localidad de Cuevas de San Marcos, y sobre un promontorio denominado Cuevas Altas, encontramos una de las cuevas más importantes de la Península y a la vez, más desconocida para los profanos en materias arqueológicas. Nos referimos a la Cueva de Belda. Esta cavidad cuenta con un conjunto de salas que alcanzan los 350 metros de desarrollo y ha sido habitada desde la prehistoria: en 1960 fue descubierto el importante yacimiento arqueológico que escondía.
Sin embargo, a lo largo de la historia muchas personas se adentraron en esta cueva en busca de otro tipo de yacimientos: en busca del Tesoro de Boabdil. Un tesoro que, cuando se toca, se convierte en carbón y que está custodiado por un demonio.
Un demonio que, además, protegía la ciudad de Medina Belda. Situada sobre el cerro de Cuevas Altas, los restos de Medina Belda fueron primero fue una fortaleza romana y después árabe, que en la época de la Reconquista se resistió al ejército cristiano, por la protección de este diablo.
Para enfrentarse a él, el sacerdote capellán de la tropa cristiana que estaba intentado tomar la fortaleza subió a la Cueva de Belda. La leyenda dice que aquel religioso, al llegar a la boca de la cueva, comienza a practicar una especie de exorcismo y, tras una legión de sapos, culebras, murciélagos y otros animales, aparece una enorme serpiente: el demonio con forma animal. A los pies de la cueva crecían una matas de jaramago con las que el fraile ata la cruz que llevaba al cuello al suelo al grito de "con esta cruz yo te ato". Así, simbólicamente, ataba las manos del diablo y las dejaba "atadas y bien atadas". El demonio se ocultó en la cueva, asustado, sin poder salir ni actuar por toda la eternidad.
Con el diablo derrotado, los cristianos lograron tomar Medina Belda. Era el 25 de abril del año 1424, día de San Marcos, y debido a esto pasó a ser el patrón del pueblo. El famoso capellán rogó que todos los años, el día 25 de abril, los habitantes del poblado que más adelante pasaría a llamarse Cuevas de San Marcos, fueran a los pies de la cima donde se encuentra la gruta e hicieran un nudo con jaramagos, para de esa manera mantener preso y atado al demonio dentro de la cueva. Y a día de hoy todavía el rito se mantiene vivo, celebrándose durante la anual romería del pueblo.
El edificio maldito de la Axarquía
Hay un edificio en la calle Doctor Gómez Clavero de Benamocarra en el que los hechos misteriosos se suceden de manera constante. Es el número 18, y en este céntrico inmueble de la localidad se ha podido ver el espectro de una mujer anciana y ruidos inexplicables, como el rodar de una oxidada silla de ruedas, que han causado más de un ataque de pánico y más de una espantada a la carrera.
Un matrimonio mayor con sus tres hijas habitaba este edificio. Tras la muerte del marido, dos de las hijas se independizaron, quedando la tercera de ellas al cuidado de su anciana madre. Dadas estas circunstancias, la anciana decidió dejar en herencia a su hija pequeña, la única que la cuidaría de ella durante años, aquella casa de tres plantas.
Esto causó la indignación de sus otras dos hijas. Las discusiones se mantuvieron durante cierto tiempo y el ambiente se enrareció de peleas y reproches.
Ante esto, cuentan los vecinos de la zona, las hermanas que se consideraban agraviadas realizaron diversas sesiones espiritistas en aquella vivienda con el objetivo de intentar despertar en el lugar una energía maligna y desconocida que hiciera la vida imposible a posteriores inquilinos, ya fuera la de su propia hermana pequeña o la de otras personas.
Y parece ser cierto que aquellas invocaciones espiritistas lograron abrir una ventana a lo desconocido; algo que sirvió para resucitar viejas tragedias y muertes en todo el edificio y que nos demuestra que tratar de contactar con lo que hay más allá no es un juego, y que en ocasiones puede ocasionar situaciones que se nos escapan de las manos.
Edificios encantados en Málaga
Son varios los edificios en Málaga que parece acoger sucesos extraños. Uno de ellos lo encontramos en el paseo de Reding, el que fuera el Hospital 18 de Julio -ahora sede de la Subdelegación del Gobierno-, y que antes acogió el Hotel Caleta Palace. Este hotel cerró de manera repentina a pesar de tener una numerosa clientela, ya que en su interior habitaba una extraña visión.
Una visión que siguió apareciendo en el Hospital 18 de Julio y que aterrorizaba a los pacientes: una serpiente de enormes proporciones con una cabeza demasiado grande para su cuerpo, y que aunque no atacaba, causaba el mayor de los pánicos.
Otro edificio encantado de la ciudad es el número 2 de la alameda de Colón, uno de los casos más conocidos entre los malagueños. Desde 1939 hasta 1974, un espectro conocido como Don Adrián, hacia de las suyas en el inmueble.
Este edificio era anteriormente una casa señorial de finales del siglo XIX, donde habitaba Enrique Scholtz, un ilustre malagueño de padre alemán, al que por motivos insospechados llamaban Don Adrián. Cuenta la leyenda que en vida este hombre atractivo y fuerte tuvo un desengaño con quien consideraba el amor de su vida, lo que le hizo encerrarse en casa sin salir hasta su muerte. Y, al parecer, sigue sin salir de allí.
Las antiguas oficinas de Plaza y Janés, ubicadas en el pasado en la primera planta del 9 de calle Císter también tuvieron su propio poltergeist.
Todo arrancó un 6 de junio de 1991, cuando en el interior del inmueble, donde se encontraban trabajando varios empleados, comenzaron a suceder una serie de fenómenos paranormales de increíble magnitud y marcada violencia. Al principio se creyó que era un terremoto, pero pronto los testigos se dieron cuenta de que algo invisible estaba pugnando por aterrar a los presentes, ya que algunos enseres eran lanzados contra las paredes.
Lo que parecía un fenómeno aislado, volvió a suceder al día siguiente con una fuerza inusitada. Los muebles, estanterías y archivadores se bambolearon hasta volcarse, las lámparas y cuadros se desprendían de sus soportes, cayendo pesadamente al suelo... a los pocos minutos las oficinas parecían un campo de batalla.
Todo aquello caldeó tanto los ánimos que, primero, se llamó a la policía, y después se hubo que recurrir a un sacerdote para que intentara hacer frente a aquella situación. Pero ni los unos ni el otro solucionaron nada.
El enigma, tal como apareció, desapareció a los pocos días como si nunca hubiera ocurrido. Pero desde entonces, y como si aquellas oficinas arrastraran un inseparable estigma, ningún negocio ha durado mucho tiempo instalado en la primera planta de este edificio.
No sabemos si la tienda de zapatillas Vans que había antes del negocio de garrapiñadas que ahora se ha asentado en dicho inmueble cerró por este motivo. De todos modos, estaremos pendientes para ver qué ocurre con el actual negocio.
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