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Málaga/Como mandan los cánones del emprendimiento (y del método científico), todo lo que Francisco Rodríguez sabe acerca del mundo empresarial lo aprendió a través del ensayo y error. Y no con pocos de éstos últimos: se arruinó tres veces y tuvo que pedir cheques de comida para subsistir. Pero su forma de entender los negocios ha hecho que, tras años fundando y clausurando empresas (calcula que va por 31), por fin lograse alcanzar la cima del éxito con una de ellas: Ly Company Group, especializada en el envasado de agua premium en briks sostenibles. Una afirmación que no cae en saco roto. Fue la empresa que más creció en Andalucía en 2021-2022, un 146%; y este 2023 va por un camino semejante, con un 98%. Pero no sólo, porque esta trayectoria ascendente le ha hecho redoblar su apuesta con la creación de Ly Holding Capital, a través de la que prevé una facturación de entre 430 y 435 millones al término del presente ejercicio.
Una escalada sin parangón que ha hecho que desde que su startup echase a andar en Alhaurín de la Torre allá por 2015 multitud de inversores se interesasen por ella. "A partir de 2018, cuando se demoniza el plástico, empezamos a crecer de forma desmesurada. No paraba de sonar el teléfono. El covid también fue una época buena para nosotros. Por lo que decidimos replantear nuestra estrategia y centrarnos en expandirnos". Desde entonces, han abierto plantas en Italia, República Dominicana y México, así como delegaciones en Japón y Arabia Saudí, además de tener presencia en 40 países de cuatro continentes. Aunque Rodríguez asegura estar negociando abrir oficinas en otras localizaciones.
Hasta la fecha, ya han personalizado envases para más de 1.300 marcas. Hoteles, museos, administraciones públicas, equipos deportivos, operadores de transporte, productoras de cine, eventos... han trabajado codo con codo con ellos. Organizaciones tras la que se esconden firmas como Meliá, Museo Thyssen, Paradores Nacionales, Alfa Romeo F1, Starbucks, Cabify, Starlite...
¿Pero cuál es el truco para que una envasadora de agua llegue hasta estas esferas? Rodríguez lo tiene claro. Cristalino, incluso. "Nosotros no sólo vendemos agua. Eso lo hace todo el mundo. Lo que hacemos es competir en calidad. Nuestro agua, Aqualy, está sometida a un filtrado para eliminar impurezas y a una posterior mineralización para que sea perfecta. Que la vendamos unos céntimos más cara no nos importa". Eso por la parte del contenido.
Porque la composición del envase también tiene su intríngulis. Está compuesto de cartón laminado aséptico procedente en un 80% de materiales sostenibles y el tapón está hecho con procesados de caña de azúcar. Innovaciones suficientes para atraer las miradas de los aliados del medioambiente. Otra pata importante para el negocio en este sentido es el desarrollo de agua saborizada. "El mercado quiere cada vez productos más sanos. Una buena opción es el agua con sabor. No tiene calorías, ni azúcares, ni tampoco gas". Una nueva rama de negocio para la que han invertido cinco millones en Italia.
Aunque en lo que está más focalizado ahora mismo Rodríguez es en procurar la buena marcha de Ly Holding Capital (del que es CEO Global, igual que de Ly Company Group), grupo a través del que ha emprendido una diversificación completa de su actividad. Actualmente, se desempeña en el sector tecnológico, industrial, energético, medioambiental, inmobiliario y asesora a otras sociedades para hacerlas crecer. "Hace poco hemos cogido una empresa que tiene 800 hectáreas de aguacates en México, estamos montando una distribuidora en Europa, otra de tratamiento de aguas, y también estamos en el sector commodities y el del reciclaje".
Pero este inquieto directivo, que reconoce que la denominación Ly de su empresa es la abreviatura de "love you" (amo) a los negocios, no se cierra puertas a ampliar aún más sus actividades. "Qué mejor ambición para un emprendedor que seguir emprendiendo". Y, quién sabe, si llegar a convertir algún día su creciente emporio en unicornio, como así se conoce en la jerga empresarial a aquellas sociedades que alcanzan una valoración superior a 1.000 millones sin cambiar de propiedad y sin entrar en bolsa. Un selecto club en el que ya figuran las españolas Glovo, Jazztel e Idealista. O la malagueña Jobandtalent.
Por el momento, lo que sí tiene claro Rodríguez es que la sede de Ly Holding se queda en Málaga. "La explicación es muy sencilla. Cuando empezamos a despuntar y los inversores nos querían comprar, hacía visitas a Madrid, hasta 12, con distintos fondos. Allí me di cuenta de una cosa: todas las empresas tenían la coletilla Capital. Eso significa que el dinero no está ni en los bancos ni en que tu papá te avale. Está en el capital privado. En Andalucía es algo común que las empresas se queden atascadas entre los tres y cinco millones. Nosotros queremos que se siga avanzando. Y Málaga es un foco de atracción, potenciación e inversión brutal". Tampoco tiene pinta de que vaya a cambiar de manos la propiedad de Ly Company. Pese a que reconoce que tiene una oferta sobre la mesa. Por la que supo, gracias a la tasación pertinente, está valorada en 233 millones.
Nada que pudiera imaginar en 1995, cuando utilizó su primera nómina como técnico del Servicio de Urgencias y Emergencias 061 para montar su primera empresa, en los días de descanso que le daban tras hacer una guardia de 24 horas. Pero una serie de "malas decisiones y malos socios" lo llevarían al pozo hasta tres veces. "Tuve varios trabajos a la vez: vendí colchonetas, fui soldador, corté pescado...". Último trabajo en el que se desempeñó a fondo: "Crucé varios países de África con una metralleta en las rodillas para comercializarlo". Vivencias que no olvida y por la que desde su empresa han decidido impulsar la Fundación Ly Company Agua y Vida, a través de la que son miembros de Pozos sin Fronteras, donan agua para eventos solidarios y oenegés, y colaboran con la Junta de Andalucía en programas para niños tutelados, entre otras cosas.
Ahora, Rodríguez afronta lo que le depare el futuro sin vértigo. Siempre, reconoce, con la vista puesta en dar lo mejor de sí en cada proyecto y rodeado del mejor equipo posible. Algo que él resume con una frase, casi un mantra, de T. Harv Eker, autor de Los secretos de la mente millonaria: "Si quieres volar con las águilas, no nades con los patos". Dicho queda.
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