Málaga echa a nadar con la Travesía del puerto
Medio millar de participantes se dan cita en la dársena del muelle 2 para disputar la tradicional prueba
El terral da tregua este fin de semana: hasta 10 grados menos en la costa
"Llevo casi 25 años haciéndola. Me la he perdido muy pocas veces. Dos, que recuerde. Una por motivos de fuerza mayor, y la otra por una plaga de medusas", relata José Manuel Martín mientras se coloca el gorro y apenas unos minutos antes de lanzarse al agua. Como él, medio millar de personas se dan cita cada año, en pleno mes de agosto, en la dársena del muelle 2 para disputar la Travesía a Nado. Una de las pruebas señeras de los aficionados a la natación en aguas abiertas, o en este caso a cobijo del puerto, y con alto grado de fidelidad. "Procuro ir al máximo número de travesías, pero esta siempre está marcada en el calendario", remacha el también nadador del club Aliquindoi.
Y no es para menos, puesto que en todo momento, muy por encima de los afanes y los resultados, reinaron la deportividad y el compañerismo. Incluso entre aquellos que sí que iban a arañarle unos segundos al cronómetro para superar sus tiempos o alzarse ganadores. Quizá porque no todos los días se tiene la oportunidad de recorrer a nado un escenario como el puerto, cada vez más comercial, que fue despejado de megayates y otras embarcaciones de menor eslora para la ocasión. Algo que no ocurrió la víspera, cuando lucían como colosos junto a las jábegas que disputaban el GP Ciudad de Málaga.
A las 10:30 se daba el pistolezado de salida a la primera tanda, que los participantes disputaron con gorros blancos, mientras que en la segunda el distintivo cambió a color naranja.
Precisamente con distintivo naranja realizó la travesía Luis Molero. "Me lo tomo como un incentivo. Por un lado porque estoy haciendo una rutina de nado; por otro, porque mi madre participaba y me trae muchos recuerdos. Es una actividad deportiva pero el ambiente es muy familiar", reconocía.
Fueran cuales fuesen las motivaciones, eso de zambullirse en el mar resultaba una opción muy apetecible este domingo, y no solo para los participantes, sino para todos los que aguantaron el tirón en tierra firme, con el sol y la humedad apretando, y sudando la gota gorda. Cosa de la que también eran conscientes los nadadores. "¿Mis sensaciones? Esperar que el agua no esté muy fría y que no haya shock térmico...", bromeaba Rafael Pedraza.
Avanzada la travesía, ya en la última tanda, saltaba la sorpresa. La organización avisaba por megafonía de que un nadador anónimo pero "muy especial" se aproximaba a la meta. Al llegar a la dársena se anunciaba su nombre. Se trataba del acalde, Francisco de la Torre, quien, como es vox populi, continúa siendo un gran aficionado a la natación a sus 81 años. Y que en esta ocasión recorrió los mil metros que componen la prueba acompañado de algunos familiares. El regidor también llegó a la meta junto al concejal de Vivienda, Francisco Pomares, otra de las caras habituales del evento en representación municipal.
Fuera del agua, en los boxes dispuestos por la organización, los nadadores pudieron sacarse la sal del cuerpo con una buena ducha y reponer energías. A su disposición: agua, bebidas isotónicas, sandía... e incluso palmeras de chocolate y frutos secos. Lo que viene a ser un completo para recuperar las calorías quemadas con el esfuerzo. Tampoco faltaron la camaradería y el compañerismo entre participantes, fin último del deporte, también en estos días de Juegos Olímpicos. No hay que olvidarlo: son las mejores medallas.
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