Málaga enciende la Navidad en la calle Larios: la ilusión que alumbra las fiestas

Aún quedaba un trecho para dar rienda suelta al frenesí navideño, con sus casi tres millones de lucecitas led esperando a ser accionadas para iluminar las fiestas, cuando en la calle Larios la expectación alcanzaba ya cotas máximas. Y la verdad es que no es de extrañar. El espectáculo, plenamente consolidado tras más de una década como atractivo, se ha convertido en un imprescindible en la agenda de muchos malagueños y foráneos, que este viernes se encontraban con la feliz y meditada coincidencia, como otros años, al caer en Black Friday. Una fecha con doble significado, siempre inmediata al Acción de Gracias norteamericano, que recuerda que las fiestas más fraternas y opíparas del calendario están a la vuelta de la esquina, y que en las próximas semanas nos veremos envueltos en un sinfín de quedadas con amigos, copas, comidas familiares, quizá también de empresa (sin ánimo de ser El Grinch), o compras de última hora. Pero todo a su debido tiempo y sin desesperar. 

Porque lo que tocaba en esta tarde era otra tradición anual más amable. Se palparon las ganas de divertirse y de lo lindo en la arteria principal, donde cientos de jóvenes (y no tan jóvenes), vibraban antes del arranque oficial del show, agendado a partir de las seis y media de la tarde, hora en que la anochecida es ya casi una realidad. Hasta traspasar esa frontera los asistentes, que según se informó por megafonía ya desbordaban la avenida, tuvieron tiempo de darse a la música en todas sus facetas con El Pulpo, una edición más, como encargado de ir engrasando la maquinaria para cuando llegase el momento. Aunque hubo otras muchas formas de hacer la espera amena. Muchas parejas con hijos pequeños se decidieron a jugar con ellos, eso sí, una vez tomadas las posiciones, puesto que avanzar con un carrito por estos lares se tornó en una tarea que no se desearía ni al peor enemigo. Los que han sido padres sabrán. Mientras que los veinteañeros, en un grupo bastante numeroso, optaron por los selfies o incluso por el coqueteo. También aquí los que han sido padres sabrán.

El ambiente general, de cualquier manera, dejó claro que allí se iba a pasarlo bien. Lo que no quita que en esta ocasión se tuviera a bien incluir, dadas las circunstancias de las últimas semanas, un preámbulo más amargo, que no por ello menos necesario, en forma de recuerdo y homenaje a las víctimas de la DANA. Los honores quedaron a cargo de la cantante Diana Navarro, quien más tarde se encargaría también de pulsar el botón rojo para encender el alumbrado, que unió su voz al coro Gospel It y al piano de Javier Tapia para interpretar el himno valenciano. Cumpliendo la hoja de ruta dedicaría unas palabras el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, que subió al escenario acompañado de la concejala de Servicios Operativos, Playas y Fiestas, Teresa Porras.

"Con mucho cariño recordamos a nuestros hermanos de Valencia a los que no podemos olvidar cuando se cumple justo un mes de la DANA que tanto dolor dejó también en La Mancha y algunas partes de Andalucía", afirmó el regidor, quien les dedicó unas palabras de simpatía y cariño, deseándoles que dentro de las dificultades puedan vivir una buena Navidad, aunque, como bien dijo, será "diferente". A continuación, Diana Navarro, quien recordó su vinculación con el barrio de Huelin y con la ciudad, entonó el himno valenciano para, acto seguido, continuar con su villancico Brillará, grabado durante la pandemia y plenamente vigente estos días en los que la memoria y las manos de muchos voluntarios están con las víctimas.

"Cada bombilla que se encienda representará un beso al cielo para nuestros seres queridos", expresó la cantante, que fue contando los segundos en una cuenta atrás desde diez, acompañada de miles de gargantas, antes de pulsar el botón y encender la Navidad. Hechos los honores, los ángeles celestiales se prendieron sobre las cabezas de los asistentes, que a pesar de que el espectáculo repite por tercer año consecutivo no quitaron ojo, disfrutando del instante, grabándolo con los móviles para inmortalizarlo más allá de sus retinas, o arrimándose a sus parejas en un arrebato apasionado. De fondo sonaban villancicos como El burrito sabanero de David Bisbal o All I want for Christmas is you. Y así quedaba inaugurada por adelantada la festividad en la capital. Unas fechas señaladas en las que, pese al difícil contexto en que nos encontramos, se debe poder seguir soñando, pidiendo deseos y valorando las pequeñas cosas de la vida. Porque sin ello no merecería la pena.