Málaga: la mano dura
Calle Larios
Tuvo su gracia que Málaga se mostrara pionera en la persecución de comportamientos incívicos e inapropiados en el espacio público, lo que no la tiene tanto es que todo fuese al final una broma
El privilegio y la exclusión

Málaga/Hace solo unos días volví a pasar por el Centro y allí estaban: en la calle Martínez, apiñados como si les fuera la vida en ello, siete u ocho tíos con lemas soeces en sus camisetas, megáfono y jaleo primario. Estos eran nacionales, pero vaya, los hay en cualquier idioma, a gusto del consumidor. Su principal empeño era el de molestar al personal, lo que, a las siete de la tarde, más o menos, y con el entorno a tope, se les presentaba como un objetivo muy fácil. Es cierto que la frecuencia parece haberse reducido en los últimos dos años, pero la verdad es que un servidor no ha dejado de encontrarse despedidas de soltero habitualmente en el Centro, y podrá confiar el lector en que no tengo interés alguno en toparme con ellas. Y no me refiero a meras piñitas de gente disfrazada, sino a mendrugos bien organizados cuyo sentido de la diversión tiene que ver con fastidiar la de los demás. Cuando atisbé a semejantes acémilas la última vez reparé en que, supuestamente, el Ayuntamiento había prohibido las despedidas de soltero de estas características. ¿No era así? Pues sí: en noviembre de 2023 se aprobó la ordenanza que prohibía “transitar o permanecer en la vía o espacios públicos sin ropa o únicamente en ropa interior; con ropa o complementos que representen los genitales del ser humano o con muñecos/as o elementos de carácter sexual”, con la finalidad, presuntamente, de acabar con las despedidas de soltero. El problema es que lo más indeseable de estas prácticas no tiene que ver con la representación de genitales humanos, por mucho que a lo mejor no resulte muy apropiado para salir por ahí en Cuaresma; sino con el escándalo, la jauría e, insisto, la idea no solo de que fastidiar a los vecinos y a los visitantes civilizados es divertido, sino de que además tienes a tu disposición una ciudad que te permite hacerlo a tus anchas.
La ordenanza, que conste, se ha saldado con un rotundo éxito: desde su activación, hace año y medio, únicamente se ha impuesto una sanción, a un desgraciado al que se le ocurrió enseñar sus partes no en el Centro, sino en el Real de la Feria. El portento decidió acogerse además al pronto pago, así que vio reducida la multa a la mitad. Es importante recordar que la misma normativa no contempla la sanción directa: el agente que se las vea con un aquelarre de penes o chochos en la cabeza advertirá primero a los presuntos que se los quiten y solo si persisten en su actitud podrán pasarles el regalito. Pero resultará improbable que un muchachote que vaya escupiendo basura con un megáfono se vea en un trance desagradable si acierta a bajarse del carro en el momento apropiado. Si a partir de cierta hora, bastante más allá de las siete de la tarde, el Centro entero funciona como una despedida de soltero, ya me dirán cómo lo hacemos. Otra cosa sería tener claro que en Málaga, como en cualquier otra parte, la fiesta particular, especialmente si tienes ganas de armar jaleo, debería celebrarse en recintos privados, no en el espacio público; y que si tu idea de diversión pasa por fastidiar a los otros siempre puedes quedarte en tu casa y fastidiar a tu santa madre con tu megáfono de las narices (así le demostrarás que sí tienes las neuronas justas para no cagarte encima).
La cuestión es que Málaga figuró como una ciudad pionera en la lucha contra las actitudes incívicas cuando en aquel noviembre de 2023 aprobó esta ordenanza. Incluso salieron a la palestra varias ciudades (Sevilla entre ellas) que anunciaron su intención de tomar nota y aplicar el mismo modelo. Solo cabe desearles que les haya ido mejor en el caso de que, efectivamente, lo hayan aplicado. Sucede un poco como con los candados de las viviendas turísticas: en abril del mismo 2023 el Ayuntamiento de Málaga se puso serio y afirmó que iba a retirarlos. Se llegó a hablar de “batidas”. Dos años después, resulta que la cantidad total de candados retirados (candados que, recordemos, entrañan un peligro para la seguridad de los vecinos que tienen que vérselas en sus edificios con alquileres vacacionales) es igual a nueve, sin una sola sanción interpuesta. Han debido mandar al Equipo A para obtener una cosecha semejante. Dicen los responsables municipales que no es fácil identificar a los infractores, pero, los turistas que disfrutan los alquileres sí que saber dar con los propietarios, maldita sea, cómo lo harán, a qué contacto secreto de la CIA llamarán, en qué oscuro pasillo de la antigua KGB encontrarán números, direcciones y demás datos, qué novela de Javier Castillo habrán leído para hilar la trama.
Hay un momento en que cualquier broma deja de tener gracia: cuando se te queda cara de tonto. Pero resulta difícil resistirse a la evidencia de que si eres vecino y contribuyente el Gobierno municipal actuará con mano dura cuando tenga que hacerlo, cuando corresponda, porque para eso se gobierna, para priorizar el bien común; sin embargo, al mismo tiempo, ante los turistas que vienen a disfrutar de los indudables atractivos de la Costa del Sol, el mismo Gobierno podrá promulgar normativas para que no se diga, aunque la vigilancia será mucho más laxa con tal de que el visitante no se sienta incomodado, por más que al visitante le parezca buena idea orinar en los portales, gritarte al oído con un cacharro infame, destruir el mobiliario urbano, montar una rave en el bloque donde vive más gente y hacer todo lo posible por importunarte; es decir, por más que el guiri se baje del avión convencido de que aquí todo el mundo está a su servicio y que, por tanto, hay que apechugar ante sus caprichos. Que es, por otra parte, lo que nuestro alcalde y nuestros queridos concejales nos dejan caer de vez en cuando. Ya que estamos con las bromas, aquí va otra: es mucho más probable que termines con una multa si tocas la guitarra en una esquina para sacarte unas monedas antes que si vas soltando barbaridades en la calle Larios con un megáfono del chino. Pero así funciona la Ciudad del Paraíso.
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