Ni la lluvia para a las feministas en Málaga: unas 15.000 personas se manifiestan este 8M por la igualdad real
La grieta en el movimiento por la ley trans y la prostitución no se ha cerrado y un pequeño grupo ha marchado de manera autóma
El feminismo de Málaga cree que hay “más razones que nunca” para movilizarse
"Se puede estudiar ingeniería siendo mujer y ser igual de válida que un hombre"
Ni la lluvia ha parado a las miles de mujeres que este 8 de marzo han vuelto a ocupar las calles de la capital malagueña con motivo del Día de la Mujer. El fin de la violencia machista, la brecha salarial y los techos de cristal son algunas de las reivindicaciones comunes de las feministas que se han desgañitado durante la manifestación para exigir que ni una más vuelva a ser asesinada a manos de un hombre, que puedan volver a casa solas y tranquilas, que sean ellas las que tomen las decisiones sobre sus propios embarazos y que "basta ya" de justicia patriarcal. Sin embargo, la grieta que se abrió hace ya tres años en el movimiento por la ley trans y el abordaje de la prostitución no ha logrado cerrarse, lo que ha provocado la división de un pequeño grupo durante la marcha.
El pronóstico era claro. Había muchas probabilidades de precipitaciones este viernes. Pero, las feministas no se han quedado en sus casas. Ataviadas con paraguas, chubasqueros y prendas con capuchas han salido para reivindicar la igualdad real entre hombres y mujeres. Según las estimaciones de la Policía Nacional, unas 15.000 personas han asistido a la concentración convocada por la Coordinadora 8 de Marzo, integrada por quincena de organizaciones feministas de la ciudad -a las que también se suman las secretarías de la Mujer de Comisiones Obreras, UGT y USTEA-, que ha encabezado la marcha bajo el lema: "Las mujeres exigimos realidades".
Pasadas ya las 19:00, la manifestación ha dado comienzo desde una Plaza de la Marina en la que no cabía un alfiler. Centenares de carteles se alzaban entre la marabunta. "El feminismo es la idea radical que define que las mujeres somos personas", "no hay arma más poderosa que una niña con un libro en la mano", "queremos vivir no sobrevivir" rezaban algunos de ellos. De blanco, con los rostros ocultos y portando velas varias manifestantes han recordado también a las mujeres asesinadas -Natalia, Paula, Carmen, Paqui y Anastasiia- el pasado año a manos de sus parejas o exparejas en Málaga, convirtiéndose en la provincia con más víctimas mortales por violencia machista.
La cita no exigía mínimo de edad y, ni mucho menos, imponía un límite. A sus 64 años, Paqui Fernández lleva 38 asistiendo a las movilizaciones convocadas cada 8 de marzo. Oriunda de Coín, cuenta que en su casa "siempre se ha hablado de igualdad. "Ahora, creo que mis hijos agradecen la educación que han recibido en este sentido". José Domínguez tiene 74 años y ha acudido a la marcha desde Arroyo de la Miel. Lo ha hecho solo porque su mujer e hijos tenían que trabajar. Él, no ha dudado ni por un momento que este viernes estaría apoyando las reivindicaciones de miles de feministas. Ha visto cómo, con el paso de los años, las mujeres han ido conquistando los derechos que algún días les robaron. Si bien, manifiesta que "en España todavía hay que seguir luchando mucho para alcanzar esa igualdad".
Las nuevas generaciones comparten las quejas históricas, pero también las que atañen al panorama actual, como el "genocidio israelí contra la población palestina" y la "opresión de las mujeres en Afganistán". Maha Ait Idder (19 años) y Salma Ouariachi (20), estudiantes de Ingeniería de la Salud explican que ya asistían cada 8M, pero ahora lo hace con más "fuerza por la situación de Gaza. Creemos que no se le da bastante voz a las mujeres Palestina", señalan. Además, las jóvenes de religión musulmana, critican a un sector del feminismo que opina que están oprimidas. " Nos sentimos libres de poder haber elegido la religión que hemos querido. Hemos tomado nuestra propia decisión", defienden. En esta línea, abogan por la accesibilidad de la mujer musulmana con velo en trabajos de cara al público.
Esta cuestión no es la única que divide a las feministas. La diferencia fundamental radica en la transclusividad y el modo de abordar la prostitución. Carmen Martín, una de las portavoces de la Coordinadora 8 de marzo, ha aclarado que "no están en contra de que los colectivos tengan derechos (refiriéndose a las personas trans). Sin embargo, critica que "vengan a usurparnos y a ocupar los espacios que las mujeres hemos conquistado con mucho trabajo". En el deporte, cree que "no es de justicia que las mujeres trans estén accediendo a ciertos podios". En esta línea, defiende que "ser mujer no es un sentimiento" y critica que "nos están borrando".
Esta convicción ha determinado que La Invisible anunciara en sus redes sociales una manifestación "autónoma" y "no políticamente unitaria". Este bloque se ha colocado al final de la manifestación, con una distancia prudencial del resto, portando su propia pancarta y gritando: "Aquí somos transfeministas". Aunque inicialmente ha seguido el recorrido establecido por la Coordinadora, en la Alameda Principal -a la altura de la calle Puerta del Mar- este grupo formado por unas 300 feministas, según aproximaciones policiales, se ha desviado de la marcha para continuar la suya propia. Ana Villalobos explica que esta posición defiende "la inclusión de todas las mujeres independientemente de sus genitales"; mientras que, Claudia Eslava ha explicado que en este grupo "participan personas con pensamientos diferentes y alejada de partidos políticos". También se muestran a favor de la regulación de la prostitución.
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