Marbella: fin de la arquitectura souvenir
El taller de Ángel Taborda y Victoria Gauna, pionero en la localidad, se decantó por la innovación frente al pintoresquismo turístico
El turismo en Marbella y los nazis
¡VAN a volver!, le dijo su padre. En plena dictadura militar argentina de los años setenta la arquitecta Victoria Gauna había decidió ocupar unos terrenos públicos, para levantar allí el cobijo de una treintena de familias que perdieron sus viviendas tras la crecida del río. Se recuerda a sí misma como una joven revolucionaria, incansable y muy activa.
–La policía había venido a casa preguntando por mí. Tuve en cuenta la advertencia que me hizo mi padre, dejé Argentina y viajé a Marruecos, donde tenía un primo. Trabajé como arquitecta en un país donde no se enseñaba esa carrera. Casi cincuenta años después, Victoria, junto a su hijo Facundo, continúa en el Taller de Arquitectura Marbella (TAM) que construyó con su compañero de viaje, Ángel Taborda, en el Valle del Golf de Nueva Andalucía, rodeada de tres de los mejores campos de Marbella.
Taborda, al igual que Victoria era oriundo de la Córdoba argentina, había vivido unos años en Venezuela donde diseñaba barcos cuando se encontraron en Rabat (Marruecos). Durante más de treinta años fueron socios y algunos pareja, crearon el taller de donde salieron más de 600 proyectos de una arquitectura rompedora con la que diseñaron casas de singularidad (prefiere no llamarle de lujo) destinadas a bolsillos generosos.
–La Costa del Sol se ha movido entre dos tendencias, una arquitectura arraigada en la tradición, la imagen popular y otra de renovación, mas valorada por su originalidad que por su aceptación publica, con nuevas corrientes internacionales. Mientras que la primera está asociada al fenómeno turístico que demandaba pintoresquismo, exotismo, primitivismo, unas vacaciones aristocratizadas, de lujo, se apropiaban de los signos locales, que los multiplica hasta perder su esencia. Se transformaba así en una agradable arquitectura de suvenir. La segunda es más apreciada por su innovación, por clientes concretos, administraciones públicas y promotores de gran poder adquisitivo, explica Francisco Moreno, doctor en historia del arte.
Ángel dibujaba con maestría, manejaba muy bien el lápiz y el papel, dice Victoria, quien aportó racionalización y síntesis a los proyectos.
–Es tan importante dominar las dimensiones del espacio como entender el terreno, sus características topográficas y geológicas, o la orientación en torno a una parcela, para el buen desarrollo de un proyecto constructivo. El espacio habitable con distintos niveles puede a veces adaptarse a la topografía del terreno montañoso de una ladera. Contrariamente a lo que se cree una obra de este tipo reduce los costes que supondría rellenar un terreno para conseguir que sea horizontal y fijar el firme con enormes pilares, ante una construcción que puede desarrollarse en consonancia con el paisaje.
Para Facundo, que ha continuado la profesión, ve a sus padres como unos arquitectos viajeros que venían con otra experiencia de Marruecos y Venezuela, como una forma local. Taborda diseñó el barco Tiffany y el proyecto de un transatlántico crucero y también dibujó el cartel del premio Puerto Banús, cuando la marina se propuso ser circuito de carreras en 1986.
–A cada cliente siempre le damos el tiempo que precisa para no equivocarse, para saber lo que quieren, la casa que ellos imaginan, mantenemos conversaciones exhaustivas. De esta forma en el taller, donde trabajaba un grupo multidisciplinar, en el que no solo era leer y dibujar, han nacido proyectos como la Casa Citerion en Nueva Andalucía, en una fase maximalista o la sede de Addoha en Casablanca, (Marruecos), el último proyecto en el que participó Taborda, que falleció en 2016. Ahí se demostraba la capacidad que teníamos para mezclar diversas influencias culturales en una obra, dice Gauna.
Si en los años sesenta los arquitectos extranjeros chocaban contra las dificultades a la hora de homologar sus títulos y suponía que su trabajos quedaran ocultos tras la firma de otros profesionales, como le ocurrió al estadounidense Bob Mosher, discípulo de Frank Lloyd Wright, al suizo Noldi Schrek, creador de Puerto Banús junto a Marcos Sanz, o al cubano Bernardo Díaz Boullosa, reivindicador del australiano Donald Gray.
–A finales de los setenta la apertura de colegiación profesional propició la llegada de arquitectos latinoamericanos que con su audacia en sus planteamientos teóricos propiciaron una pequeña revolución en el sentido y las formas. Una arquitectura con nombre propio que pasará a formar parte de la historia de un lugar que quiso ser paraíso, aspiró a elevar el placer a una esencia vital, que manifestó su ansia de poder y representatividad y se quedó en un lugar para vivir, escribió Moreno en la introducción de su libro Gran arquitectura de la Costa del Sol.
Aunque en el templo que se levanta en la milla de oro, frente al hotel Puente Romano, no están grabados sus nombres, Taborda y Gauna son coautores de la mezquita de Marbella que la casa real saudí encargó en 1983 al estudio con el que colaboraba la pareja. Victoria recuerda que al primer proyecto, que coronaba una cúpula dorada redondeada, hubo que modificarlo. Los clientes preferían que fuese blanca como la Gran Mezquita de la Meca. Fue diseñado en colaboración con el arquitecto Juan Mora, era el primer templo religioso islámico construido en España desde la reconquista cristiana en el siglo XIII y que en 1987 fue nominado al Premio Aga Khan de Arquitectura. El edificio de 3.900 metros cuadrados cuenta también con un centro de estudios islámicos y una biblioteca.
El compositor de bandas sonora de películas y música para campañas publicitarias, Tony Mir fue uno de los clientes del taller de arquitectura. En la construcción de su vivienda se utilizó el mármol blanco como cubierta del tejado.
–Era algo nuevo, nunca se había incorporado este material que aparece como un elemento más en juego con la naturaleza. Aquí el precio es más accesible que en otros países y de gran resistencia. Había una construcción que quedó abandonada e intentaron llevarse las placas de mármol pero no la consiguieron despegar, explica Gauna.
Justamente acerca de la casa de Mir, Francisco Moreno escribió su tesina de doctorado en artes. Es un ejemplo singular, un juego de prismas blancos conectados entre sí por el volumen de acceso escalonado a modo de mastaba (las tumbas de piedra que los egipcios levantaban en el valle del Nilo a modo de casa para perpetuar la vida en la eternidad). Una curiosa tipología basada en modelos funerarios egipcios. Hablan de un lenguaje renovador desde su llegada a Marbella por la espectacularidad e innovación. La obra no escapa a la fuerza de la moda árabe de aquellos años ochenta, señala.
El empresario libanés Jimmy Bohsali, propietario de restaurantes y discotecas en Marbella, fue otro de los clientes del taller de arquitectura. Les encargó el diseño de su vivienda en la urbanización Sierra Blanca. El inmueble, que fue escenario de la comedia Se infiel sin mirar a quien de Fernando Trueba, también salió en la revista Paris Match en 1985. Eso fue cuando Bohsali, con la inmaculada casa de fondo, aparecía escoltado por su Rolls Royce Corniche y su Lamboghini Countach. Jugador empedernido perdió la propiedad del restaurante Antonio de la primera linea de Puerto Banús, en una sala de juego de Marbella y a su fabuloso caballo de carreras Reina Noora por una deuda con el casino Kursaal de San Sebastián.
El proyecto de viviendas Meisho Hills, de Taborda y Gauna, construido en Sierra Blanca en 2006, fue galardonado con el Premio Bentley a la Mejor Arquitectura de Bentley International Homes. La urbanización fue concebida en una parcela de topografía compleja y arbolada, distribuida en tres grupos de viviendas. Buscando adaptarse a las mejores orientaciones climáticas y paisajistas, se respetó en lo posible la vegetación existente a la que agregamos jardinería en todos los entornos de las viviendas, comenta la arquitecta.
No me parecía importante que apareciera Ángel como único arquitecto de los proyectos, la obra era de nuestro taller, de los dos, que fuimos socios durante cuatro décadas. Después puede que hubiera un poco de arrepentimiento por no haber tenido más presencia, parecía entonces que el reconocimiento público era para los hombres. Yo siempre lo he personalizado en el conjunto, mi participación ha sido fundamental en los proyectos como también la del equipo. En el diseño conversábamos mucho, había una primera idea, otra, cómo construirlo, la exploración, coincidíamos. No se hacía nada a la ligera, era de una gran complejidad, para el taller seleccionábamos a los mejores en cada oficio, personas con suficiencia, muy aptos para hacer un equipo inquieto, creativo. Con diferentes pautas históricas y de formación, renovábamos la creatividad, una lenta inventiva muy pausada, universal. Actuábamos con una visión para el devenir que cambia y el poder de la experiencia.
–La llegada a Marbella de esta pareja de arquitectos a comienzos de los años ochenta supuso una bocanada de aire fresco, desplegaron una mirada fresca y desinhibida sobre el estilo de la vida local. Sus juegos espaciales, la combinación de volúmenes y el uso de transparencias sin olvidar al hombre. Son muchos los que hoy recorren Marbella en busca de sus obras que rompen con la monotonía del paisaje urbano. Sus obras controvertidas y originales son ya cultura. Es una arquitectura del expresionismo, hecha a medida, de la expresión del poder del propietario. Muy visual, que destaca en el entorno, remata Moreno.
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