Un matrimonio marroquí en Málaga: "Nuestra familia vive en una aldea donde no ha llegado todavía ayuda"
La pareja asegura que los habitantes de su poblado llevan cuatro días durmiendo en la calle
Los desprendimientos está dificultando el acceso de los equipos a estas zonas
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La noche del pasado viernes 8 de septiembre un fuerte terremoto sacudió Marruecos. Cuatro días después, el temblor -que ocurrió de madrugada- deja unos 3.000 muertos y otro tanto reguero de heridos (más de 5.500), según la última actualización del Ministerio del Interior marroquí. Los rescatistas aún continúan trabajando para hallar vida entre los escombros, aunque las posibilidades ya son prácticamente inexistentes. La ayuda humanitaria está llegando, aunque solo a algunas zonas.
En aldeas situadas en el alto Atlas, los cuerpos se amontonan y el acceso por carretera de los equipos es imposible en muchos casos. Los desprendimientos hacen imposible que bomberos, miembros de Protección Civil, voluntarios o personal civil acudan a estas reducidas poblaciones donde muchos de sus habitantes han fallecido y los que han logrado sobrevivir al seísmo han perdido casi todo.
"Todavía no les ha llegado ni un paquete de leche. Se han quedado sin casa. Hay muchos niños en la calle con la misma ropa desde el viernes, andando descalzos. También hay personas mayores que superan los 90 años", cuentan -desesperados- a este periódico, Fouzia (41) y Adil (43), una pareja marroquí afincado en la barriada de Palma-Palmilla desde hace algún tiempo. Si bien, gran parte de su familia sigue viviendo en su país.
Ella llegó a España "hace ya casi media vida", en 2002. Él lo hizo más tarde, en 2014. En Málaga tuvieron a sus tres hijos, que actualmente tienen doce, nueve y cinco años. Pero, nunca han perdido el vínculo con sus raíces. El 31 de julio la familia viajó a Casablanca (Marruecos) para pasar parte del verano en su país. Compraron los billetes de vuelta el 9 de septiembre, a primera hora de la mañana. Querían regresar unos días antes de que los pequeños comenzaran el colegio.
La noche del 8 de septiembre, Fouzia empaquetó los enseres propios de una familia entera durante más de un mes fuera de casa y cargaron el coche, cuenta. Nada hacía presagiar que sobre las 23:11, hora local, (00.11 del sábado 9 de septiembre en España) un seísmo de magnitud 6,8 sacudiría el país. "Se movió toda la casa y conseguimos salir rápido a la calle", recuerda. Ninguno de ellos ni su vivienda sufrió daño alguno.
Por el contrario, algunos de sus familiares, que viven en la zona de la cordillera del Atlas -una de las zonas más afectadas- no corrieron la misma suerte. Y es que el epicentro se localizó en la aldea de Iguil, en la provincia de Al Hauz y a 63 kilómetros de Marrakech. Explica que estuvieron horas al teléfono hasta que consiguieron que alguien contestara al otro lado. Entonces les describieron el horror.
"Nos enteramos de que todas las casas se vinieron abajo y que algunos familiares lejanos habían muerto. De una misma casa han fallecido nueve personas. A cinco de ellos los sacaron ayer de los escombros", lamenta. Otra tanta gente de la aldea, llamada Tadrokht -que contaba antes del seísmo con alrededor de 200 habitantes-, ha logrado sobrevivir, pero no les ha quedado nada.
Los tíos de Adil cuentan a sus familiares en Málaga, cuando consiguen cobertura, que "están todos durmiendo en la calle con una manta". Les informan de que están buscando jaimas y algo de alimento. Tampoco los heridos han sido atendidos. Como a otras tantas zonas del Marruecos rural, la ayuda no ha llegado y desde Málaga, sus familiares se sienten "impotentes". Fouzia incluso lamenta haber regresado y no haberse quedado. "Ojalá hubiera pasado antes de que tuviésemos todo preparado y hubiésemos podido estar con ellos", manifiesta.
La realidad es que no es tan fácil acceder a esos poblados, cuenta Jair Pereira, bombero del Consorcio Provincial de Bomberos (CPB) a este periódico al tiempo que asegura que los equipos que se encuentran trabajando en la zona ya están llevando a cabo labores para liberar las carreteras o hacer llegar la ayuda humanitaria a través de medios aéreos.
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