Medicina de precisión contra el cáncer infantil en Málaga

Secuenciados los tumores de 60 menores para hallar el tratamiento más adecuado a su caso

Profesionales trabajando en el Laboratorio de Biología Molecular del Cáncer del Centro de Investigaciones Médico Sanitarias.
Profesionales trabajando en el Laboratorio de Biología Molecular del Cáncer del Centro de Investigaciones Médico Sanitarias. / Javier Albiñana

Málaga/Proyecto de caracterización molecular de tumores en edad pediátrica utilizando técnicas de secuenciación masiva. Bajo este nombre indescifrable para la mayoría, hay una iniciativa que ya ha beneficiado en Málaga a 60 niños enfermos de cáncer. Es la llamada medicina de precisión que permite encontrar el tratamiento específico para la alteración molecular de su tumor; lo que a su vez se traduce en mayores posibilidades de éxito en la evolución de la enfermedad.

Para ello son necesarias dos cosas: una tecnología puntera para hacer la secuenciación de cada tumor y un personal muy cualificado para interpretar los resultados. Ese binomio, junto al trabajo de un equipo multidisciplinar en el Materno, hace posible hallar el tratamiento más adecuado en cada caso y, en consecuencia, aumentar la supervivencia.

Todo eso se lleva a cabo desde un edificio bastante desconocido, ubicado entre la Facultad de Medicina y el Clínico, el del CIMES. Es el Centro de Investigaciones Médico Sanitarias de la Universidad de Málaga. Allí está el secuenciador.

El director científico del CIMES, el oncólogo Emilio Alba, explica que hay células normales y otras con alteraciones moleculares. Éstas últimas serían como “dos faltas de ortografía en un libro de muchas páginas”. Para encontrarlas habría que leer el libro entero. Eso es lo que viene a hacer el secuenciador. “Encontrar las faltas, hallar lo que se sale de lo normal”, ejemplifica Alba.

Desde que la iniciativa se puso en marcha se secuenciaron 13 tumores en 2020, 44 en 2021 y tres en lo que va de 2022. La media de edad de los pacientes es de ocho años. En un 53% de los casos fueron niñas y en el resto, varones. Los tumores suelen ser del sistema nervioso central (50%), sarcomas (14%) y riñón (10%), entre otros.

Todo comienza con el diagnóstico de cáncer de un niño. No todos los tumores necesitan ser secuenciados. El Comité de Tumores Pediátricos y Adolescentes del Materno –formado por oncólogos, patólogos, radiólogos, cirujanos y biólogos moleculares del CIMES– determina en qué casos debe aplicarse esta técnica. En aquellos que se estima necesaria, se obtiene una muestra del tumor y se remite al CIMES. Allí, los biólogos moleculares la preparan durante cinco días antes de meter el ADN en la máquina. El tiempo del fin de semana se aprovecha para que el equipo –según el ejemplo que daba Alba– lea el libro. Luego vuelven a entrar en acción los biólogos moleculares que, analizando e interpretando los resultados, encuentran la alteración. Siguiendo la comparación del oncólogo, hallan la falta de ortografía.

“No es una máquina que saca el resultado. La máquina hace una parte, pero hay mucho trabajo humano muy cualificado”, explica la coordinadora técnica del Laboratorio de Biología Molecular del Cáncer del CIMES, la bióloga Martina Álvarez.

“La secuenciación permite encontrar el fármaco idóneo para la alteración molecular de cada paciente a fin de que sea el más adecuado, el más efectivo. Es la medicina personalizada”, indica Álvarez. Porque aclara que un mismo tumor con diferentes alteraciones moleculares “son distintos tumores”. Y por lo tanto, requieren diferentes tratamientos. Una información que es clave para el éxito en la evolución de la enfermedad. Alba acota que “en los niños hay gran cantidad de alteraciones moleculares para las que existen tratamientos específicos; pero si esto [la secuenciación] no se hace, no se encuentran”.

Una vez que los profesionales del CIMES han concluido su trabajo, remiten sus conclusiones al Materno. Allí los oncólogos tienen en cuenta varios elementos a la hora de decidir el tratamiento más adecuado: la información de técnicas de imagen (TAC, resonancia, ecografía o radiografía), el informe de la biopsia hecho por el patólogo y el estudio molecular resultante de la secuenciación.

En resumen, los especialistas del CIMES, con la ayuda del secuenciador, determinan las alteraciones moleculares del tumor y luego los oncólogos prescriben el fármaco más acertado para esas alteraciones moleculares.

El proceso no es fácil de entender para el común de los mortales, ni de hacer para todos los profesionales implicados dado que es una técnica compleja. Pero Alba explica que el esfuerzo tiene dos objetivos que valen la pena. Uno, mejorar el conocimiento del cáncer en base a la investigación. Otro, avanzar en el tratamiento de los procesos oncológicos. En este caso, de los niños. Exactamente, de 60 que son los que se han beneficiado de un progreso de la ciencia llamado secuenciación masiva.

Un proyecto de AIOM, Cimes y Fundación Unicaja

La secuenciación de tumores pediátricos y adolescentes es posible gracias al proyecto que se lleva a cabo entre la Asociación para la Investigación Oncológica Malagueña (AIOM), el Centro de Investigaciones Sanitarias de la Universidad de Málaga (CIMES) y la Fundación Unicaja.

Esta entidad financia el coste de la secuenciación en virtud de un acuerdo rubricado entre esas instituciones a finales de 2019. Cuando se suscribió aquel convenio, los firmantes destacaron la aplicación clínica que tendría el proyecto en un colectivo tan sensible como el de los menores.

Entonces, el oncólogo Emilio Alba, director científico del CIMES, explicó que se iniciaba un camino que permitiría avanzar en el conocimiento del cáncer infantil y por lo tanto mejorar tratamientos y resultados.

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