Mercado de Atarazanas: carne, marisco, sushi... y turistas

Los comerciantes adaptan y renuevan sus negocios frente a la llegada de un nuevo tipo de clientes

A los productos tradicionales se suman otros nuevos para atender la demanda de los viajeros

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Mercado de Atarazanas / Javier Albiñana

El mercado de Atarazanas es testigo de la evolución del comercio local frente a las exigencias del creciente turismo. Éste es, para muchos de sus comerciantes, la principal baza para mantenerse. Así lo indica una de las empleadas, Chelo Pelaéz. Las céntricas instalaciones se han convertido en mucho más con un zoco donde comprar, como antaño, carne y marisco.

Esta situación hace visible la realidad de sus negocios con la llegada masiva de turistas. Los comerciantes aseguran que la presencia de este público es cada vez mayor. Un hecho que influye directamente en su forma de trabajar puesto que tienen que adaptar sus productos a una nueva demanda, pasando de productos más tradicionales a otros más nuevos.

Adaptación al Turismo

Ana Ortega empleada de La Caracola en Mercado de Atarzanas / Manuel Montes Alvarez

Ana Ortega es una de las comerciantes que vive día a día la realidad del comercio en el mercado. “Mi tienda está enfocada al turismo y la mayoría diría yo”, afirma la vendedora. Este establecimiento lleva de cara al público diez años, pero ha ido evolucionando con el incremento de los viajeros, adaptando con un nuevo enfoque su producto. Ortega comenta: “Como es lo que hay, pues te tienes que adaptar”. Actualmente este negocio sostiene sus ventas en base a un producto fácil de llevar y rápido, al pasar de la venta de fruta tradicional a los batidos.  

David Ruíz dueño de Atarazanas the Juicery en Mercado de Atarazanas / Manuel Montes

Muchos de los negocios superan ya varias décadas desde su apertura. David Ruiz es dueño de uno de los negocios y pertenece a la tercera generación de dueños del mismo local.

Los negocios del mercado como el de esta frutería se han ido adaptando durante la última década. Ruiz manifesta que el mercado se ha convertido "en un sitio de interés turístico”. Su negocio ha tenido que innovar para hacer el producto más atractivo. Ruiz apunta que desde siempre, el cliente tradicional ha comprado frutas y verduras al peso, pero que con la llegada de un público extranjero han tenido que innovar hacia unos productos de fácil consumo y más atractivos, como son los zumos y las frutas troceadas. 

Trasformación y Cambios

Chelo Peláez empleada de Las especias de Atarazanas en Mercado de Atarazanas / Manuel Montes Álvarez

Chelo Peláez, empleada de un negocio de frutos secos, ha sido testigo de la transformación del mercado durante estos últimos veinte años. Antes, su principal clientela era el público malagueño. Sin embargo, Pelaéz señala que esto ha ido cambiado drásticamente: "Pues mira, la clientela que teníamos era española, pero desde hace dos años, ya los españoles vienen cada vez menos”.

Este cambio ha forzado a los comerciantes a adaptarse rápidamente a las demandas del turismo. "Muchos puestos venden aceitunas, frutos secos porque son de fácil acceso", añade Peláez, destacando cómo los productos se han adaptado a las necesidades del viajero.

La empleada también menciona que el turismo ha sido crucial para la supervivencia del mercado, pero que no todo es positivo. Peláez afirma que la mayor parte de la clientela local se queja de los grupos de turistas, refiriéndose a la molestia que causan al obstruir el paso.

Asencio dueño de Carnicería Asencio en Mercado de Atarazanas / Manuel Montes

Asencio, dueño de una carnicería que lleva funcionando desde 1925, es la cuarta generación en dirigir el negocio. El comerciante afirma que la llegada masiva de turistas tras la pandemia ha cambiado en su totalidad la forma del mercado. "La gente de hoy en día paga por algo rápido", señala Asencio, indicando cómo los hábitos de consumo se han acelerado, obligando a negocios tradicionales a adaptarse para sobrevivir. También acota que han tenido que ajustar precios y adaptar su oferta para este nuevo público.

La turistificación también ha cambiado la figura del mercado. Asencio asegura que  existe mucha competencia y que faltan profesionales en el sector. "No hay profesionales en cada sector, no hay. Esto se ha acabado ya", dice, lamentando la pérdida de la calidad artesanal en el comercio local.

Balance Positivo

Salvador Céspedes dueño de Pescados y Mariscos hmnos céspedes en Mercado de Atarazanas / Manuel Montes

Salvador Céspedes es comerciante de una de las pescaderías más recientes del mercado de Atarazanas. Llegó en febrero. Para este nuevo comerciante, el turismo es clave para la vitalidad del mercado. "Los turistas son los que dan la vida", asegura. Salvador afirma que ha tenido una acogida espectacular tanto de turistas como de locales. Este negocio se ha adaptado rápidamente a las nuevas demandas del mercado. Céspedes cree que "si no fuera por el turismo, sería un mercado más”.

Diego Caparrós Inspector de mercados del Ayuntamiento de Málaga / Manuel Montes

Diego Caparrós, inspector de mercados del Ayuntamiento de Málaga, ha trabajado en este sector desde 2008. Coincide en la clara evolución del mercado y destaca dos importante hitos: su remodelación y el incremento del turismo. "A raíz de la llegada del  turismo, el mercado también se fue adaptando a este nuevo perfil," comenta. Caparrós coincide con otros comerciantes en que las fruterías han empezado a ofrecer productos adaptados para turistas, como zumos y frutas troceadas. El inspector opina que el turismo ha beneficiado al mercado y lo ha convertido en un "paso obligatorio" para los visitantes. No obstante, también reconoce que genera inconvenientes: "Es cierto que ese turismo que llega en excursión o en grupo entorpece ciertamente la vida diaria del mercado". Pero cree que en general, el balance de esta nueva demanda es positiva. "El ochenta por ciento de los puestos son tradicionales que siguen manteniéndose. El mercado ha sabido integrar las demandas del turismo sin perder su esencia local", manifiesta.

El mercado de Atarazanas convive con este nuevo cliente -el turista- y ha tenido que adaptarse poco a poco para sobrevivir a los nuevos tiempos.

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