El milagro tras el desastre
El primer aniversario del fatídico incendio, que arrasó más de 8.000 hectáreas, se cumple con la increíble recuperación de Barranco Blanco de Coín, el foco inicial
Un año ha bastado para que la naturaleza obre el milagro que nadie podía imaginar cuando hace justo un año un devastador incendio convirtiera en un infierno lo que hasta la tarde del 30 de agosto de 2012 había sido un frondoso valle verde. El rastro de aquella catástrofe ambiental sin precedentes recientes en la provincia de Málaga aún es visible en Barranco Blanco en el término municipal de Coín y que el foco inicial de aquel fuego que arrasó más de 8.000 hectáreas de seis municipios en apenas dos días. Pero el color negro de una sierra carbonizada por completo ha dado el relevo a un esperanzador color verde que empieza a predominar alentado por las abundantes lluvias que el pasado invierno fueron su mejor aliado.
El tímido manto verde que empezó a cubrir el suelo de vegetación al inicio del otoño ha pasado a convertirse en unos meses en una tupida cubierta de pastizal, que ha aprovechado los nutrientes que generaron las cenizas para salir fortalecido. Los pastos son una señal inequívoca de que la vida comienza a resurgir en Barranco Blanco porque tienen la función de proteger el suelo de la erosión y crear biomasa que al secarse ayudará a formar el que se perdió por la acción de las llamas.
La desoladora imagen de los días posteriores a aquel fatídico incendio poco tiene que ver con la que presenta la zona un año después. Este periódico lo pudo comprobar hace unos días en una visita realizada de la mano del profesor de Biología Vegetal de la Universidad de Málaga (UMA), Andrés Pérez-Latorre, que aseguró que "nunca había visto ninguna regeneración natural tan increíble como ésta en menos de un año".
Los arbustos fueron los primeros que lograron resurgir de las cenizas a las que quedaron reducidos entonces. Palmitos con un tronco de hasta un metro y lentiscos, que siguen creciendo a estas alturas del verano para tratar de recuperar cuanto antes su normalidad fenológica, salpican todo la zona calcinada por el incendio casi como si no hubiera pasado nada.
Pero si hay un hecho que invita a la esperanza para pensar que esta zona tan afectada hace un año por las devastadoras llamas recuperará el esplendor que tenía son los alcornoques. En noviembre del año pasado, solo tres meses después del incendio cuando este periódico visitó el lugar, estos árboles presentaban una tímida recuperación con algunos brotes verdes saliendo de sus calcinadas ramas de corcho.
Ahora, casi diez meses después, el tronco negro abrasado por el fuego contrasta de una forma espectacular con las nuevas ramas verdes que le han devuelto a la vida por obra milagrosa de la naturaleza. Casi el 90% del denso alcornocal que poblaba el valle de Barranco Blanco han rebrotada, justamente en la zona donde el fuego fue más virulento por las condiciones meteorológicas que encontró a su favor aquel día.
El aspecto que presenta en estos momentos el alcornocal de Barranco Blanco es el debería tener dentro de cinco años después de un fuego tan devastador como el que se originó en esta zona el 30 de agosto del año pasado. "Es increíble lo que ha ocurrido, aunque es cierto que el alcornoque es la única especie capaz de rebrotar por completo incluso habiéndose quemado entero y volver a permitir aprovechar su corcho", explicó el experto.
Los que no han conseguido rebrotar lo suficiente como para tener la fuerza necesaria para recuperarse y, según Pérez Latorre, se consideran árboles muertos. Pero el resto aún tendrán que pasar la dura prueba de concluir el verano porque al tener una copa demasiado grande "necesitan una enorme cantidad de agua para sobrevivir", señaló.
Todo dependerá de las temperaturas que se registren antes de que comience de nuevo el periodo de lluvias porque hasta ahora el verano ha sido más benévolo que otros anteriores y eso les beneficia. Lo que supondría una verdadera catástrofe ambiental, advirtió el profesor de Biología Vegetal de la UMA, es que se declare un nuevo incendio en la zona antes de que los alcornoques terminen de recuperarse por completo. "Si vuelve a quemarse la zona el alcornocal desaparecerá para siempre", señaló, por lo que pidió que se extremen las precauciones y la vigilancia en todo el perímetro afectado por el fuego.
También gracias a las bellotas que debían estar germinadas antes del fuego, se pueden apreciar ya algarrobos saliendo de la tierra y en un plazo de diez o doce años tendrán el porte adulto para sustituir a los que las llamas carbonizaron por completo hace un año. Otros arbustos como la jara pringosa ha experimentado el mismo milagroso fenómeno y, junto a los ejemplares arrasados, han brotado en los alrededores gracias a las semillas que se esparcieron por el fuego.
Es el contraste entre la vida y la muerte y que también se aprecia en los eucaliptos que han sido capaces de rebrotar tras el gran incendio con mucha facilidad, al igual que los madroños que ya presentan una altura de un metro y medio en algunos casos.Los pinos mediterráneos que poblaban esta zona antes del incendio no han tenido tanta suerte. Sólo los que consiguieron salvar un 20%, como mínimo, de su copa han podido sobrevivir a los efectos de las llamas. Pero será prácticamente imposible por los graves daños que sufrieron y solamente los piñones que logren rebrotar del suelo serán los pinos que pueblen este monte dentro de unos 15 ó 20 años.
Tampoco lo tendrán fácil para volver a su estado original la vegetación de la sierra Alpujata, también seriamente afectada por el incendio, y con la particularidad de que está compuesta por dolomias y peridotitas, un tipo de roca endémica de la provincia que dota al suelo de unas condiciones muy especiales donde la regeneración de especies únicas es más frágil y más lenta. Pese a todo, tras un año desde la catástrofe ya no predomina el color negro y gris de las cenizas en el horizonte, sino que se combinan color rojizo de la roca, el amarillo del pastizal secado por el verano y el de verde los arbustos rebrotadores.
La esperanza no está pérdida. La naturaleza ha demostrado de sobra saber actuar por su cuenta cuando la mano del hombre se empeña una y otra vez en destruirla.
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