Las muchas horas
20 años de 'Málaga Hoy' | Historias de la Redacción
Conservo la ilusión de que un titular me fuerce a leer qué hay detrás de esa noticia
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APENAS fueron cinco años, aunque escribí tanto en ese lustro que me parece que fueron muchos más. Mi principal recuerdo de aquel tiempo es mi ordenador y la vista desde mi ventana. Fue allí, en mi pequeño y caótico espacio de la redacción en la calle Martínez donde pasé más horas. Ya sé que todos fantaseamos con periodistas de suelas desgastadas, pero esos personajes suelen estar en viejas películas y llevan sombreros con un cartelito en el que se lee Press.
Fueron muchas, muchísimas horas, casi varias vidas delante de la pantalla de mi ordenador, con el teclado sepultado de papeles. Estaba allí por las mañanas, por las tardes y por las noches –rara era la semana en que no me esperaban para el cierre, cosas que ocurren cuando escribes crónicas de conciertos, entre otras muchas tareas–. Y no me tengo por un periodista lento, quizá sí descuidado y torpe, pero no lento. Escribí mucho en esos años; todos los que estábamos allí lo hicimos: teníamos que sacar adelante un periódico como fuese. Muchos éramos novatos o casi novatos, y vivíamos nuestro sueño reporteril con la ilusión de dar a luz un periódico nuevo y diferente; debía ser nuevo y diferente porque era el nuestro. La propiedad del Málaga Hoy era del Grupo Joly, pero aquello no eran negocios para los que estábamos en la redacción, aquello era personal.
Le escuché a Steve Martin hace poco que su interés por las películas desapareció cuando las películas dejaron de interesarse en él. Entiendo de lo que habla el cómico estadounidense. Sé que los periódicos siguen llegando cada mañana a los quioscos, como también sé que detrás de esas páginas hay mucho esfuerzo y desvelos. Pero también sé que ya no son mis periódicos. Para mí, ahora solo son un negocio en el que no hay nada mío. Reconozco que de vez en cuando miro con nostalgia celosa las portadas del Málaga Hoy; eso sucede las pocas veces que me acerco a uno de esos quioscos numantinos que resisten a la espera de que la prensa vuelva a estar de moda y resucite como parece que lo han hecho los vinilos. Y lo hago con la ilusión de que un titular me fuerce a leer al momento qué hay detrás de esa noticia. Pero lo que más deseo cuando busco el ejemplar del Málaga Hoy es que siga estando ahí cada mañana, en los quioscos, como sucede desde hace ya veinte años, porque una vez yo también estuve ahí.
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