Mucho morro
Opinión | Territorio Comanche
Y es que no se trata del mamotreto, sino del modelo urbanístico que se está pretendiendo imponer desde la Casona que, incluso, en el colmo de los despropósitos, reprocha el cambio de parecer o la reflexión ante semejante desatino, como si eso no hubiera sido precisamente la clave de todos los avances y procesos de la humanidad
Málaga, capital Benidorm
Málaga/JUSTO en la semana de la Cumbre del Clima, cuando todos los sesudos cabezas de huevo estaban certificando la agonía del planeta tierra, por acción-inacción u omisión, mirándose las gafitas, el ministro de Cultura, por peteneras, apoyaba probablemente el proyecto más insostenible del desarrollo urbanístico de Málaga: la torre del puerto. Estamos de acuerdo en que un día malo lo puede tener cualquiera, pero es que a Iceta se le va la fuerza por la boca, y si torpe era el fondo peor la forma de lo que dijo al comparar el mamotreto del puerto, MA-MO-TRE-TO ubicado en medio de la cuenca visual de la bahía de Málaga, con la Sagrada Familia de Barcelona, poniendo a prueba la capacidad de encaje y el sistema neuronal de todo el auditorio. Claro que también la comparó con la torre ilegal del puerto de Barcelona, en lo que pudo haberse interpretado como la venganza de su propio inconsciente.
La faena la bordó, probablemente buscando salir a hombros, al ensalzar el modelo urbanístico de Benidorm, como referencia en la que mirarnos las criaturitas de provincias que solo podemos vivir del turismo, frente a los de la capital. Todas las ciudades tienen sus torres, como si mamotretizar la bahía hubiera que hacerlo por prescripción facultativa. Y esto fue justo cuando acababa de ensalzar la luz de Málaga, la luminosidad, y el paisaje malagueño, del que se nutrió el gran Picasso, que no se olvide era el motivo de su comparecencia. Semejante argumentario cateto fue recibido con alborozo por los malagueños de pura cepa, los que cuentan el progreso por metros sobre el nivel del mar, y no vale reírse. Los mismos que de pronto descubrieron en Iceta, ahora sí, el líder que lleva dentro, estando ya a solo un paso de convertirse en un malagueño más entre nosotros. Pabernosmatao.
Para no ser tachados de tiquismiquis aceptemos que si ubicados en la nueva terminal marítima, miramos en dirección a Estepona no vemos la torre. Pero ¿qué sucede con la infraestructura necesaria para que preste servicios? ¿Y el tráfico que generará? Ah, ¡que lo vamos a esconder! ¿Y la huella de carbono? ¡Ah, que la vamos a contar una vez que esté el edificio terminado, y no la que se genera durante su construcción! Pues que bien que todas son buenas noticias. Eso sí, en cuanto salimos de la infografía, aflora la dura realidad. El mamotreto es insostenible.
Las desafortunadas declaraciones de Iceta agilizaron las respuestas de los restantes partidos, hasta el punto de que el Pleno del Ayuntamiento aprobó ayer un punto que “cuestiona la idoneidad del hotel rascacielos en el contexto actual”, aunque esto no será relevante hasta que la Autoridad Portuaria no obtenga (si así lo acaba emitiendo la Junta de Andalucía) el informe ambiental favorable. En ese momento, podrá llegar a Pleno la modificación del Plan Especial del Puerto para permitir la construcción en altura. Es decir, que se ha producido un cambio significativo hacia el sentido común.
Y es que no se trata del mamotreto, sino del modelo urbanístico que se está pretendiendo imponer desde la Casona que, incluso, en el colmo de los despropósitos, reprocha el cambio de parecer o la reflexión ante semejante desatino, como si eso no hubiera sido precisamente la clave de todos los avances y procesos de la humanidad. Pues mire usted, antes pensaba de una forma, y he reflexionado o la ciudadanía me ha hecho reflexionar, y ahora pienso de otra. ¿Analizamos los diferentes cambios de parecer en relación con el Guadalmedina? ¿Con el auditorio? ¿Con el Metro al PTA o al Hospital Civil? ¿Con el Astoria? ¿Hacemos la relación completa de los cambios de parecer del actual regidor? Así que bienvenidos los cambios de parecer argumentados, porque indican sentido común. Porque esto ya no debería salir gratis, y de la misma manera que el destrozo de la cuenca visual del Guadalmedina colocando un rascacielos tiene un responsable, lo que se pretende hacer en mitad de la bahía, también. Es lo que tiene el impacto de determinadas agresiones sobre el territorio.
Una actuación absolutamente insostenible en la ciudad que aspira a ser sede de la Expo27 con el lema de La era Urbana hacia la ciudad sostenible. Según nos pretenden vender desde el Ayuntamiento, esa propuesta de reflexión en torno a uno de los principales desafíos a los que se enfrenta la sociedad contemporánea a medio y largo plazo: hacer compatibles el crecimiento demográfico (malagueños que son centrifugados hacia el exterior) y el desarrollo urbanístico (mediante un proceso de mamotretización) con la protección del medioambiente (destrozando el paisaje tradicional y desequilibrando el uso de los recursos actuales) y la adopción de soluciones innovadoras (escondiendo los coches en vez de eliminar el tráfico del centro histórico o haciendo carriles bici de quita y pon) que garanticen una mejora de la calidad de vida de los residentes en las ciudades (y especialmente de los comisionistas o de los que van a pegar unos magníficos pelotazos urbanísticos). La necesaria propuesta para diseñar la peatonalización entre la entrada al Palmeral de las Sorpresas y la plaza de Torrijos tiene un presupuesto de unos 15 millones de euros y se ha adjudicado al equipo del prestigioso arquitecto Luis Machuca. Nueva infografía. Pero al insertarse en el paquete del Plan Malaga Litoral, requiere para su ejecución de más de 400 millones de euros como mínimo, por aquello del soterramiento, con lo que una vez más, se solicita financiación al resto de administraciones incluyendo, por supuesto, fondos europeos. Ya saben, que mis proyectos me los pague otro. Mucho morro.
Así que en la Málaga que pretende convertirse en la ciudad sostenible el responsable de estar perpetrando el mayor atentado sobre el paisaje no es Iceta. Y aunque algunos interesadamente lo denominen sostenible, puesto que la infografía lo aguanta todo, en realidad es el resultado de un urbanismo irrespetuoso con nuestros recursos socioambientales, no inclusivo, al margen de la ciudadanía y al servicio de unos cuantos.
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