Un muestrario de 3.000 DNI a elegir y 10.000 euros por un viaje en el maletero: el malagueño que coló a 70 cubanos ilegales en España

“Elegían el que más se adecuaba a su aspecto físico y, si no lo encontraban, les hacían uno falso”, afirma la Policía

Operación Coyote: así traficaba con migrantes cubanos una banda cuyo cabecilla detienen en Málaga

Uno de los detenidos de una red que traficaba con cubanos
Uno de los detenidos de una red que traficaba con cubanos / Policía Nacional de Málaga

Su pretensión era tratar de llegar clandestinamente a suelo español, a sabiendas de que debían pagar un caro peaje. Cruzaron la frontera valiéndose de la guía de coyotes –que dan nombre a la operación policial– o contrabandistas de personas que amasan millonarias sumas de dinero con el tráfico de seres humanos. Asfixiados por la economía de su país y ante la falta de esperanzas, pagaron entre 8.000 y 10.000 euros por un riesgoso periplo que, en parte, hicieron en maleteros de vehículos. La Policía Nacional acabó descubriendo el complejo entramado criminal. Hubo 36 detenidos acusados de introducir ilegalmente en España a casi 70 ciudadanos cubanos con una identidad usurpada. Entre los cuatro cabecillas, una pareja que vivía en Málaga. Él tenía “un rol directivo” y ella se ocupaba de cobrar a las víctimas.

El punto de partida era una página web que simulaba ser una agencia de viajes. La organización criminal captaba, presuntamente, a los cubanos en su país de origen y los trasladaba hasta Belgrado, en Serbia, con escala en el aeropuerto de Frankfurt, en Alemania. Para asegurarse de que llegarían a su destino sin ser descubiertos, hacían una parada técnica en Macedonia del Norte. Allí, se alojaban en casas de seguridad controladas por un cubano residente en la Costa del Sol, ahora en prisión. “Usaban rutas alejadas de los ojos de la Policía. Lo más seguro era ir por carreteras no principales. Fueron varios días de trayecto”, relatan en una entrevista con este periódico desde la Unidad Central de Redes de Inmigración y Falsedades Documentales (Ucryf) de la Policía Nacional, que se ocupó de la investigación. 

Cuando les tocaba hacer noche “se ocultaban en cabañas” que la banda tenía preparadas. Hacían tramos a pie, otros en vehículos, dependiendo de la “orografía del terreno”. Del traslado se encargaban “conductores piratas” y guías conocidos como “coyotes” que facilitaban los cruces fronterizos, “siempre clandestinos” y poniendo en peligro la vida de los migrantes. A su llegada al país heleno, el grupo les facilitaba documentos a través del método look alike, con el que suplantaba la identidad de otros rasgos físicos similares.

El malagueño, considerado uno de los cuatro líderes de la trama, se ocupaba de ofrecer a las víctimas un DNI español, “que podía ser falso o usurpado a un tercero”. La nueva identidad les permitía sacar un billete de avión y volar desde Atenas, la penúltima parada, como españoles. En un canal privado de Telegram, las víctimas podían seleccionar uno de entre 3.000 documentos. “Elegían el que más se adecuaba a sus características físicas y, si no lo encontraban, les hacían uno falso”, detalla a Málaga Hoy uno de los investigadores de la Ucryf. Antes, para acceder al grupo, debían garantizar que no eran policías infiltrados, sino migrantes con un único sueño: llegar a España. 

Al viajar como europeos “no levantaban sospechas”. Para que otro pudiera alquilarlo debían devolver el DNI, por cuyo uso pagaban entre 500 y 800 euros. Una vez tenían en su poder el documento, la red criminal ponía a los cubanos en contacto con los encargados de comprar los pasajes que los llevaría desde La Habana a Serbia. “Ellos mismos los compraban, pero ya con la identidad usurpada. Era un vuelo interno, sin control fronterizo, y volaban como españoles”, señala el policía.

El viaje terrestre de Serbia a Grecia era “la parte más dura y peligrosa”. “Metían a 6 o 7 en vehículos con 5 plazas que no eran aptos para el transporte de personas”, recalca.  

Los cubanos vivieron “meses” de “inseguridad”. Sin recursos y en busca de mejor vida, su situación se agravó. En algunos casos, su familia “gastó hasta el último euro” para asegurar el éxito de su viaje. Y no todos cruzaron a la primera. Algunos fueron descubiertos por la Policía de Macedonia, que los devolvió a Serbia. Y vuelta a la casilla de salida. “Incluso ocurrió que algunos fueron sorprendidos en Grecia con un documento usurpado y allí entraron en prisión. Al salir, tuvieron que volver a contactar con la organización”, explica el mando policial. Como si se tratara, tira de paralelismo, de una “máquina tragaperras”. “Sigues metiendo monedas porque crees que el premio te va a tocar. Ya le has pagado 4.000 euros y, si te piden 4.500 también lo pagas, porque si contratas a otra banda criminal tienes que empezar de nuevo. Los tienen enganchados”, advierte el investigador.

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