El negro Juan Latino

Se llamaba Juan de Sessa en virtud de haber sido hijo de una esclava comprada por los duques de Sessa a unos portugueses

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Juan Latino / M. H.

Poco antes de la pandemia, con motivo de una visita al pueblo de Jun (Granada), colindante con la capital, pasé por la zona de La Cartuja y me fijé en que una de las calles estaba rotulada con el nombre de Juan Latino. Me sonó por haber leído algo sobre la obra de este personaje (creo que toda escrita en latín) tan importante como para estar en la nómina de poetas del Renacimiento europeo. No pasó mucho tiempo, milagros de internet, hasta que leí el reportaje del periodista, escritor e investigador Gabriel Pozo Felguera titulado “¿Quién eliminó la Plaza del Negro Juan Latino?”, en el que reivindica al personaje que fue un eminente hombre de las letras en Granada y que llegó a estar tan considerado que el mismísimo Felipe II accedió a dejar en la catedral de Granada los restos de sus bisabuelos, los Reyes Católicos, y sus abuelos, Juana I de Castilla y Felipe el Hermoso, cuando planeaba llevárselos al panteón de El Escorial, gracias a sus argumentaciones. Su biografía y la historia de su relación con Granada son harto curiosas e interesantes.

El Negro Juan Latino se llamaba Juan de Sessa en virtud de haber sido hijo de una esclava comprada por los duques de Sessa a unos portugueses. Respecto de su origen, él mismo escribe: «Juan Latino, cristiano, etíope, traído desde Etiopía cuando era niño, esclavo del excelentísimo e invencible Gonzalo Fernández de Córdova, nieto de Gonzalo, el Gran Capitán de las Españas». Al decirse etíope se refiere a África subsahariana a la que entonces se le llamaba Etiopia. Le fue asignado, como paje y esclavo, a Gonzalo que era dos años menor que él. Según parece, nació en Baena y fue criado con la misma educación que el hijo de los duques. Llegados a la edad de recibir formación universitaria ambos se trasladaron a Granada. Juan de Sessa puso todo su empeño en continuar los estudios universitarios con Gonzalo, a pesar de tener que seguir las clases desde la puerta de las aulas ya que, por su condición de esclavo, no podía entrar en ellas. De ese modo alcanzó el grado de Bachiller en la Universidad de Granada en el año 1546. No tardó en enamorarse de una bella joven de la baja nobleza granadina, Ana de Carneval, hija de un “veinticuatro” (concejal) y administrador del ducado de Sessa quién, al parecer, murió por el impacto que le causó la boda de su hija con un negro. Es de imaginar, no hay más que recordar la genial película “Adivina quién viene esta noche”, pero en el siglo XVI. Sin embargo, la boda fue apoyada por el duque, el arzobispo y otras autoridades.

Para antes de la boda de Juan Latino con Ana de Carneval, Gonzalo Fernández de Cordoba, nieto del Gran Capitán, había manumitido y señalado una dote al que fue su esclavo, paje y amigo. Y pronto llegaría Juan Latino a la culminación de su carrera. Logró, en 1557, el grado de Licenciado y de inmediato el de maestro en la Universidad, marcando un hito insospechado para la época: ser el primer catedrático de raza negra de la historia, además de ser el primer escritor de dicha raza conocido. Granada se conmocionó cuándo, en 1565, Juan Latino fue designado para pronunciar el discurso de apertura académica de la Universidad de Granada. ¡Lo nunca visto! Un negro tratado como el primero entre iguales en la Universidad. 

Juan de Sessa alcanzó un alto grado de conocimientos, dominando el latín (de donde le viene el apodo), del que hizo numerosas traducciones, el griego, la gramática, la retórica y la música, entre otras disciplinas, por lo que comenzó a destacar entre los eruditos de una Granada que estaba en plena efervescencia cultural. Ello le permitió codearse con lo más granado de la sociedad, asistiendo a tertulias y frecuentando relaciones amistosas con personajes como Don Juan de Austria o San Juan de la Cruz, por entonces prior de los Carmelitas en Granada. Conoció a Cervantes que le citó en el prólogo del Quijote: “Pues al cielo no le plugo / que salieses tan ladino / como el negro Juan Latino”. También Lope de Vega le dedica unos versos referentes a su boda: “No era tan blanco en Granada / Juan Latino, que a la hija / de un veinticuatro enseñaba; / y con ser negro y esclavo / porque era su madre esclava / del claro Duque de Sessa, / honor de España y de Italia, / vino a casarse con ella / que gramática estudiaba, / y la enseñó a conjugar / en llegando al amo, amas." Y puede que conociese y tratase a otros insignes personajes de las letras como Juan Boscán, Gracilaso de la Vega o Juan Rufo que anduvieron por Granada en esa época. Por cierto, Rufo compuso un poema con el mismo nombre, “Austriada”, que el poema que Juan Latino dedicó a Don Juan de Austria por su victoria en la batalla de Lepanto.

Fue longevo y su vida se desarrolló en torno a la parroquia de Santa Ana, donde se casó y donde fue enterrado junto a su esposa y sus cuatro hijos. Dejó, aparte de su obra y numerosas traducciones que le valieron una merecidísima fama como traductor, un impagable ejemplo de la Granada del siglo XVI, capaz de integrar, reconocer y dotar de un “estatus primus inter pares” a personas como Juan Latino, dejando de lado su procedencia social y el color de su piel. Por otra parte su propia vida es una odisea contra la adversidad, es el ejemplo de la superación a través del estudio y el conocimiento, con un respeto absoluto y un profundo amor a Granada y a España, la ciudad y la nación que le acogieron. De hecho, vivió en Granada la sublevación de los moriscos de las Alpujarras, en la que intervino también Don Juan de Austria, y su posicionamiento siempre estuvo con los cristianos, religión que profesó fervientemente.

Sin embargo, en la actualidad, no solo está olvidada esta figura excepcional en la historia de la Universidad y de la propia Granada, sino que se le ha ido apartando de la memoria común de una forma ruin e impropia de la luminosa y universitaria ciudad. Como cuenta el ya citado investigador Gabriel Pozo Felguera, desde el siglo XVII existió en Granada una Plaza del Negro en su recuerdo; en el año 2006 pasó a llamarse Plaza del Negro Juan Latino y en 2018 se le cambió el nombre que pasó a ser el de Plaza del Centro Artístico. Por lo visto a los comerciantes de la plaza les molestaba el nombre. Es curioso porque la población negra ha estado siempre patente en la sociedad granadina, dejando huellas importantes reflejadas en los nombres del callejero. Sin ir más lejos en Granada “existen desde tiempo inmemorial la Cuesta de los Negros, el Callejón de los Negros, el Carmen del Negro, Barranco de los Negros, Algibe del Negro etc. La ciudad y sus pobladores jamás consideraron que esas denominaciones tuvieran connotaciones racistas o despectivas.”

También con los restos de Juan Latino ronda el misterio. Se ha creído siempre que fue enterrado en la parroquia de Santa Ana, pero unas recientes excavaciones arqueológicas han acrecentado las dudas sobre su enterramiento. El reportaje titulado “El cadáver perdido de Juan Latino” de Pozo Felguera, ilustra a la perfección la desidia y el abandono de la memoria del personaje. La excavación arqueológica hecha en la iglesia de Santa Ana ha puesto al descubierto más de veinte cadáveres, lo que ha creado el desconcierto al no saber cuál de los restos descubiertos son los de Juan de Sessa. Sobre su tumba hubo una placa desaparecida, cuando menos desde antes de 1868, que se conoce porque fue descrita, con el texto íntegro, por Nicolás Antonio (Sevilla, 1617-84) en su libro “Biblioteca Hispana Nova”, publicado en 1672.

Afortunadamente, de un tiempo a esta parte hay, por parte de escritores, catedráticos e investigadores, un movimiento reivindicativo de su figura. Fue importante la publicación de la novela biográfica de José Vicente Pascual “Juan Latino”, a finales del siglo XX, para sacar a la luz a nuestro personaje. En 2012, Antonio Campos, catedrático de Medicina, volvió reivindicar a Latino en una conferencia muy sonada que llevaba por título “Indolencia de Granada hacia Juan Latino”. En 2016 se publicó la más completa biografía del personaje, escrita por la profesora Aurelia Martín Casares: “Juan Latino. Talento y destino”. Y muy recientemente, con el documental sobre Juan Latino patrocinado por la Universidad de Granada y dirigido por Oscar Parada, junto a las extraordinarias y resonantes publicaciones de Gabriel Pozo Felguera, es de esperar que por fin se logre el merecido reconocimiento que, en la moderna era, le ha venido negando Granada al Negro Juan Latino.

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