Un nombre vinculado al esplendor industrial

El empresario riojano creó un imperio en Málaga con empresas de la siderurgia y el carbón en el siglo XIX

Trabajadores de la empresa La Constancia, en la capital, hacia el año 1880.
Trabajadores de la empresa La Constancia, en la capital, hacia el año 1880. / M.H.
M. J. G.

26 de noviembre 2017 - 02:06

Málaga/Muchas cosas recuerdan en Málaga el paso de Manuel Agustín Heredia Martínez, y no sólo su estatua en la mediana de la avenida que lleva su nombre en la capital. También el actual Parque de Huelin se levantó sobre la parcela que albergó una de sus grandes empresas a finales del siglo XIX, La Constancia, uno de los emblemas del esplendor industrial de la ciudad.

Manuel Agustín Heredia era de origen modesto, aunque con antecedentes hidalgos, pero terminó levantando un imperio y su nombre sigue asociado a la historia de Málaga. "De algunas familias queda la sangre, pero no la fortuna", asegura sobre ese pasado de riquezas el profesor Víctor Heredia que, pese al apellido, no tiene vinculación familiar con el empresario.

De algunas familias como los Heredia, queda la sangre, pero no la fortuna"Víctor HerediaProfesor Universitario

Natural de la comarca riojana de Cameros, donde nació el 4 de mayo de 1786, a los 15 años se traslada a Málaga para trabajar con un pariente en Vélez. En aquella época muchos vecinos de la Sierra de Cameros llegaron hasta Andalucía para trabajar como comerciantes. El joven Heredia pronto destacó por su habilidad en los negocios y tras el comercio se embarcó en la actividad minera y en industrias de productos químicos.

Dos de sus empresas de fundición eran La Constancia y La Concepción, en Marbella, además de la Finca San José, situada junto a la finca de la Concepción. Crea los primeros altos hornos civiles de España y gracias a los consejos del militar Francisco Antonio Elorza, logra rentabilizar la extracción de magnetita que extraía de las minas de Ojén.

Su fortuna fue en aumento. LLegó a emplear a 2.500 trabajadores y creó una flota de barcas que le convirtió en el primer español que comercializaba con Sudamérica. Tuvo el privilegio de alzarse con la mayor fortuna de Málaga y una de las principales de España, lo que le abrió las puertas de la política y fue designado senador. Su interés en mejorar los procedimientos de sus empresas de siderurgia y carbón le llevó a prestar su apellido a los trabajadores gitanos de sus fábricas para que lograran formarse en en extranjero.

El empresario, que se había casado en la Iglesia de Santiago con la hija de un comerciante, Isabel Livermore, tuvo doce hijos pero sólo uno, Tomás, siguió adelante con los negocios familiares. A finales del siglo XIX, los Heredia van perdiendo industrias, principalmente porque el negocio de la siderurgia ya no era competitivo. "Pese a ello, lucharon durante décadas por mantenerlo", señala el profesor Heredia. A la muerte de Tomás Heredia, sus herederos ya no tienen un papel destacado en la sociedad malagueña. "Sus descendientes eran numerosos, pero no tuvieron la fuerza ni el protagonismo de los primeros", concluye este conocedor de la familia Heredia.

Málaga tiene otros vestigios de los Heredia. Uno de los hijos del patriarca, Ricardo, construyó su residencia en el edificio que luego albergó la pensión La Mundial. Un yerno suyo, Rafael Benjumea, destacó en la producción hidroeléctrica e impulsó la construcción de los pantanos en la zona de El Chorro, por lo que fue Conde del Guadalhorce.

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