Así será el nuevo edificio Cabriel, 27, símbolo del abandono en Málaga
El Ayuntamiento lo concibe como "el faro2 que simbolice la transformación de Palma-Palmilla
Málaga/El edificio de Calle Cabriel, 27, abocado a la ruina y el abandono desde hace décadas, se encuentra con una segunda oportunidad. De ser símbolo de la dejadez vecinal y del olvido de las administraciones públicas, que durante años prometieron su recuperación, a convertirse en objeto de un proyecto de transformación simbólico.
El inmueble, que se levanta trece plantas en el barrio de La Palma, quedó oficialmente desalojado a mediados de 2018, después de que el Ayuntamiento decretase la salida de todos los vecinos dadas las malas condiciones. Los numerosos incendios ocurridos en su interior convirtieron el bloque en inhabitable.
Desde ese momento hasta ahora, el Consistorio trabaja en el impulso de una iniciativa que devuelva a la vida esta construcción. Un propósito que se ha ido demorando pero que ahora parece encontrar su camino. La Gerencia de Urbanismo acordó ayer la expropiación de las últimas 37 viviendas que quedaban por adquirir. La operación de enajenación en su totalidad está tasada en unos 1,3 millones de euros.
Un primer paso que deberá tener continuidad de manera casi inmediata. La hoja de ruta trazada por los responsable del Instituto Municipal de la Vivienda (IMV), organismo que dispone desde hace varios ejercicios de un proyecto de intervención, pasa por hacer de Cabriel, 27, un edificio "híbrido", que dé cabida a usos sociales, culturales e incluso residenciales.
Una ruptura con el pasado se pretende hacer con una operación de regeneración mayúscula, que puede requerir de una inversión superior a los 4 millones de euros. ¿Con qué objetivos? De acuerdo con la memoria del proyecto, la pretensión es recomponer la trama urbana y ayudar a construir un espacio-plaza para la comunidad, impulsar un nuevo edificio en el que se sustituya "el modelo fallido de propiedad privada para incorporar un modelo de prestación de servicios habitacionales gestionados por el Ayuntamiento", y todo ello buscando que sirva de "catalizador social y de emprendimiento". En este sentido, desde la planta nueve a la trece, se contemplan unas 40 viviendas de pequeño tamaño en régimen de alquiler para jóvenes.
Francisco Pomares, concejal de Vivienda del Ayuntamiento de Málaga
"Si hasta ese momento había sido símbolo de lo que no queríamos en Palma-Palmilla, debe ser el faro que ilumine el cambio que se viene produciendo en ese barrio"
En esta concepción renovada del espacio, tendrán cabida los usos residenciales ya apuntados, cooperativas de cuidado de menores, un taller de español para inmigrantes, otro para personas dependientes, un centro cívico, otro de grabaciones musicales otro de formación de empleo y una escuela de padres y madres, entre otros.
Por el momento, el Ayuntamiento no fija plazos, pendiente de que resolver las vías de financiación necesarias. El concejal de Vivienda, que lo es también del distrito Palma-Palmilla, Francisco Pomares, reclama la participación de otras administraciones, ya sea la Junta de Andalucía o el Gobierno central, en este proyecto.
"Vamos a presentarlo a todas las convocatorias de ayuda que haya", dice. Muestra de ello es que la actuación ha sido incorporada al amplio listado de intervenciones a financiar con los denominados fondos europeos Next Generation. En el momento en que se disponga del dinero, "empezaremos a actuar". De hecho, el ente municipal ya dispone incluso de licencia para intervenir.
Pomares recuerda que el incendio ocurrido a mediados del 2018 "fue la oportunidad" para avanzar en el camino actual. "Aquello era insostenible", sentencia, recordando los años en los que al margen de los incendios y la dejadez, era habitual encontrar plantaciones de marihuana en algunas viviendas, muchas de ellas ocupadas de manera irregular. Pomares destaca, en especial, el perjuicio que un simple edificio podía provocar en todo un barrio. "La imagen que se daba era dañina para el resto de los vecinos que sí habían colaborado en la rehabilitación de sus bloques", añade.
"Nadie se había atrevido nunca y en ese momento decidimos ir a por Cabriel, 27", comenta. Un paso adelante en el que pone en valor el papel de los colectivos del barrio, de la Universidad de Málaga, de la Escuela de Arquitectura y de la Gerencia de Urbanismo, garante en última instancia de las expropiaciones necesarias.
En esos orígenes, la disyuntiva era "o tirar el edificio o repensarlo". Se optó por la segunda vía. "Entendimos que si hasta ese momento había sido símbolo de lo que no queríamos en Palma-Palmilla, debía ser el faro que ilumine el cambio que se viene produciendo en ese barrio en los últimos años, no solo en materia de vivienda, sino como ejemplo de participación social", relata. "Con Gabriel se derriba un muro, que parecía imposible", subraya.
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