Operación en el polígono Guadalhorce de Málaga contra las falsificaciones
Amplio despliegue de la Policía Nacional, con numerosos registros en naves
Falsificaciones en Málaga: así funciona el negocio millonario que amenaza a las marcas de lujo

Amplio operativo de la Policía Nacional en el polígono Guadalhorce de Málaga. Los investigadores han desplegado un dispositivo que durante toda la mañana de este martes está actuando en la zona en el marco de la lucha contra la propiedad industrial, que atenta contra los derechos exclusivos de los titulares de patentes, marcas, diseños industriales, entre otros.
La actuación supondrá un nuevo golpe a las falsificaciones. Hay una investigación abierta, según han confirmado fuentes policiales a este periódico. Los agentes están desarrollando distintos registros en naves del polígono para destapar, además de estas falsificaciones, otros delitos. Por el momento, no han trascendido si se han practicado detenciones. Hasta el lugar han acudido también efectivos de la Policía Local de Málaga y de unidades especialistas de la Policía Nacional, caso de los Guías Caninos.
La última gran operación policial en este polígono se remonta al pasado mes de noviembre. Entonces, una sospechosa transacción de bolsos falsificados entre dos ciudadanos senegaleses y uno asiático a las puertas de una nave hacía saltar las alarmas. Era el punto de partida de un operativo que se mantuvo hasta dar, a la postre, con el premio gordo: ocho toneladas de mercancía distribuida en distintas tiendas y unos 25.000 artículos de ropa deportiva, bolsos de reconocidas marcas, monederos y gafas de sol, con los que los vendedores obtuvieron un beneficio de unos 750.000 euros. Todo, aparentemente, de imitación, atentando contra la propiedad industrial de acuerdo con el Código Penal. Así se gestó el mayor golpe contra las falsificaciones en Málaga que ha permitido sacar del mercado tal volumen de réplicas y la detención de una treintena de personas, entre ellas gerentes y administradores, pero también indios que formaban parte del núcleo esencial.
Los investigadores del Grupo II de Delitos Económicos de la Policía Nacional no tardaron en enfrentar el primer escollo: la nave matriz que debían inspeccionar era, a su vez, la vivienda de un trabajador, lo que les impedía una intervención directa sin una orden judicial. El segundo, la muerte por causas naturales de este ciudadano chino. “Nos dimos cuenta de que no solo era un proveedor para vendedores finales, sino un centro de distribución intermedio”, explicaba en una entrevista con Málaga Hoy el inspector jefe del grupo, Isidro Almendros. Más tarde, los policías serían testigos de la llegada diaria de camiones atestados de artículos falsos, que luego se repartían a otras tiendas del polígono. El asunto “pintaba bien”.
Cada una de las 20 naves del polígono que fueron inspeccionadas operaba en función de la mercancía a la que debía dar salida. Muchas distribuían después “al top manta de los paseos marítimos de Torremolinos, Fuengirola o Marbella”. Los registros llevaron a descubrir una cueva de Alí Babá en uno de los comercios, con un suculento botín: 300 equipaciones de deporte que solo los más avezados podrían distinguir de las auténticas. Y aquí, el responsable de Delitos Económicos, hace una pausa. Porque el mundo del fútbol lucha contra una amenaza que pone en riesgo no solo la integridad de las marcas deportivas, sino también la salud y los derechos de los consumidores. Es el negocio de las camisetas falsificadas, imitaciones fidedignas ideales para quienes quieren lucir las elásticas de sus equipos sin pagar hasta tres cifras por una original. “Una camiseta oficial cuesta unos 60 euros en la calle, pero se consiguen por un precio extensiblemente menor. Hasta un tercio. Por 20 o 30 euros se puede tener una muy conseguida”, denunciaba el jefe policial.
Hay clubes que, no en vano, ya han declarado la guerra a la piratería. Y con ese propósito los hay que han prohibido, con dudoso éxito, a los aficionados entrar al estadio con prendas deportivas falsas. Su control, admitía el investigador, es “inviable”. “A simple vista no se puede comprobar cuál es la original. Algunas tienen incluso bordes o planchadas las insignias. Las hay que son tan buenas que cuesta considerar si son o no falsificadas”, atestiguaba. Se antoja así un panorama “complicado” difícil de erradicar, porque se trata de una actividad muy lucrativa que, pese al daño y la evasión de impuestos, se castiga con penas insuficientes. Pero la Policía persiste. “Tenemos que seguir luchando por el perjuicio económico que también genera a la sociedad y al Estado”, remachaba. Así las cosas, destacaba que el patrón de distribución “está perfectamente identificado”.
La mercancía incautada por la Policía Nacional, en la que también colaboró la Policía Local, estaba distribuida en varios comercios del polígono, lo que hizo que hubiera que diseñar un dispositivo de intervención a gran escala. En las inspecciones, localizaron etiquetas falsificadas, que se almacenaban por separado para así evitar su detección. “Este tipo de distribución permite eludir los controles, ya que los productos y las etiquetas se distribuyen por separado. Todo junto supone una infracción”, comenta el inspector. Después llegaron las identificaciones de los presuntos responsables. Y los arrestos de 31 personas.
También te puede interesar
Lo último