La pandemia provoca un aumento de los cuadros de ansiedad y depresión en Málaga

El menor contacto social, las restricciones en el ocio, los ertes, los problemas económicos por la pandemia e incluso los duelos sin despedidas a causa del Covid incrementan el nivel de angustia

Personas aguardan ante un centro sanitario. / Javier Albiñana

Malaga/Todas las personas son víctimas de la pandemia. Unas más y otras menos; pero nadie se salva. Restricciones a la movilidad, límites al contacto social, contagios, hospitalizaciones, duelos sin despedidas por el Covid, ertes y merma de ingresos por la crisis sanitaria, entre otras cosas, son el caldo de cultivo para el incremento de los cuadros de depresión y ansiedad.

Médicos de familia y profesionales de Salud Mental confirman la tendencia al alza de estos casos. “La pandemia nos ha cambiado la vida y para peor. Hay más cuadros de depresión y, sobre todo, de ansiedad”, aseguraba una facultativa de atención primaria. Aclaraba que afecta a todas las edades, aunque es más marcada en los tramos medios y altos. Es decir entre aquellas personas que tienen más responsabilidades.

“La incertidumbre y la desesperanza aumentan. La clínica del desamparo se incrementa”, resume Susana Ortigoso, psicóloga de la Unidad de Salud Mental Comunitaria de Puerta Blanca. Aclara que es “normal” que con menor contención social –“ya que hay problemas para estar unos con otros”–, ertes, miedo al contagio y hasta duelos sin despedidas aumente el nivel de angustia porque es “un cóctel explosivo”. “Nos estamos resintiendo bastante, sobre todo desde la desescalada. La crisis económica y la incertidumbre lo atraviesan todo”, añade.

Explica que el confinamiento “nos unió como comunidad”. Pero ahora que aquel espíritu del Resistiré se va diluyendo, aflora la angustia. “La demanda en Salud Mental sube como la espuma y los recursos son los que son”, señala. Estos ya eran deficitarios antes de la pandemia.

Aclara que el problema de este incremento de casos de depresión y ansiedad no está en los neurotransmisores de cada persona, sino en este momento social que rompió la normalidad prepandemia y tornó más escasos aún recursos sanitarios que antes del Covid ya se quedaban cortos.

“Si no hay trabajo y no hay esperanza es difícil mantener el ánimo positivo”, reconoce. Por eso rechaza “la tiranía de lo positivo y la felicidad” que considera perversa en el actual nivel de sufrimiento.

De ahí que Ortigoso prefiera no lanzar mensajes positivos sino que plantea la necesidad de cambios y estrategias para afrontar una situación sin precedentes en el último siglo. Y añade:“Hay que rescatar las redes del confinamiento porque de esto cada uno solo no sale”.

Explica que durante el confinamiento hubo niños cuya salud mental mejoró porque los padres estaban más presentes o que ahora aquellas personas con sintomatología obsesiva se han beneficiado de que el distanciamiento social es aceptado. Pero acota que, en general, el nivel de angustia ha subido mucho durante estos meses de pandemia, lo que se manifiesta en ansiedad y depresión.

Una facultativa de familia –que también constataba este aumento– comentaba que intenta dar herramientas a sus pacientes mediante el consejo médico. Pero aclaraba que no a todas las personas que sufren estos cuadros les resulta suficiente y por lo tanto no tienen más remedio que medicarse.

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