De la patera al cine: La historia de Mamadou, el joven que llegó a Málaga tras tres intentos
Ahora lleva cinco años viviendo y trabajando en Málaga
El documental 'Paralelo 35º50' de EntreFronteras saca a la luz sus vivencias y sufrimientos
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Dicen que a la tercera va la vencida. Así lo fue para Mamadou Simon Bamba que dejó atrás a su familia, cultura y tierra, arriesgándolo todo por el impulso de un futuro mejor. Su viaje comenzó por aire hasta Marruecos, tierra hasta Tánger y para llegar a España, se embarcó en lo que él mismo describe como “el barco del suicidio”, hasta sumar 4.256 kilómetros de incertidumbre desde que abandonó Costa de Marfil, su país natal.
El Mar de Alborán vivió en 2018 la mayor crisis migratoria de la historia contemporánea, más de 64.000 migrantes atravesaron la ruta de la Frontera Sur. Pero con el cambio de gobierno, se redujo en más de un 50% esos movimientos. Salvamento Marítimo dejó de informar de sus misiones de rescate y tras dos años de investigación y documentación, el equipo de EntreFronteras, dirigido por Sergio Rodrigo, dio con una nueva frontera que no tiene alambres ni centro de control, una frontera invisible de nombre Paralelo 35º50.
Este documental sale a la luz en 2021 y recoge audios donde se apreciaban casos de malas prácticas en el rescate de personas en la frontera Sur. El testimonio de Mamadou, trabajadores y otras personas que dieron la cara en esta película, permiten explicar por qué en los dos de tres intentos de Mamadou por llegar a España, terminó de vuelta a Marruecos.
La primera vez se perdieron en el mar y fueron las autoridades marroquíes los encargados de su rescate por encontrarse por debajo de esta frontera imaginaria, pero explica que “no podía quedarme allí, era inmigrante y no podía salir ni a comprar comida”. Con la esperanza de huir de “mis problemas” volvió a sentarse en una de tantas estructuras de plástico que se venden como abono de oro, destino Europa: “Cada uno de los tres intentos me costó muchísimo dinero, el último fueron 3.000 euros”. En esa embarcación viajaban 69 personas, que dejaban atrás su vida ola tras ola; nueve mujeres y sesenta hombres.
En estos días se cumplen cinco años desde que Mamadou pisó la cubierta del barco de Salvamento Marítimo, el primer paso hacia la ilusión y tranquilidad de poder ser persona. “Cuando en África escuchamos hablar de Europa nos imaginamos nuestra vida allí, hay más respeto y oportunidades”, comenta. Su intención no era quedarse en España, el país solo era una vía para llegar a Francia, donde lo esperaba un familiar y su próximo trabajo. Pero cuando tomó tierra, nada era como lo planeó: “Mi primo no me cogía las llamadas, yo necesitaba trabajar y buscar un lugar donde quedarme”.
Cuenta cómo fue el proceso para conseguir llegar a España: "Escuché a unos amigos decir que iban a irse a España y pensé que no era mala idea. Contacté con un hombre y al poco tiempo ya tenía mi plaza, me costó mucho dinero". Cuando llegó fue ayudado por la Cruz Roja, que le proporcionó un hogar en un centro de acogida, le enseñó castellano y el método para conseguir trabajo: "Con ellos nunca me faltó comida ni nada".
Sus primeros meses en Málaga, ciudad que nunca ha abandonado, estuvieron dedicados a su adaptación a la cultura, idioma, gasatronomía y convivencia en centros destinados a ello. Con la tarjeta roja, un documento provisional de admisión de la solicitud de asilo que se entrega a personas extranjeras que vienen huyendo de una catástrofe natural o razones humanitarias, Mamadou pudo encontrar trabajo durante seis meses.
Pero solo pudo ejercer durante ese tiempo, ya que cuando fue a renovar la tarjeta que le permitía ganar un sueldo y poder vivir en Málaga, su suerte se trucó y tuvo que permanecer en España de manera irregular: "Cuando me citaron tenía miedo, no sabía si era positivo o negativo. Me la denegaron, no tenía permiso de residencia y tuve que buscarme la vida con los pocos ahorros que tenía para comer y pagar el alquiler", comenta de una época en la que asegura que tuvo más miedo que cuando venía a la península.
Ahora cuenta como una anécdota lo que podría haber sido el fin de su historia. Actualmente, suma ya cuatro experiencias laborales en diferentes almacenes y empresas de la ciudad y está trabajando en el puerto de Málaga empaquetando pedidos y es feliz: “Me levanto, bajo a comprar o dar una vuelta y descanso para trabajar por la noche, estoy muy contento con el trabajo”. Aunque explica que no le gusta estudiar, siempre ha soñado con dedicarse a la electricidad, profesión que desempañaba en Costa de Marfil: "Si que me gustaría formarme en mi trabajo como electricista, pero no tengo la ESO".
Al puzle de su vida le falta una pieza fundamental para estar completo, su hija: "Allá en mi país tengo a mi pequeña, no la he podido conocer porque cuando tuve que venir no había nacido". Su mayor deseo es poder abrazarla y pasar tiempo con ella, que acaba de cumplir cinco años: "Estoy acumulando vacaciones para poder viajar un mes a Costa de Marfil y visitarla, tengo muchas ganas".
Su historia es una de las tantas que esconden los ojos de quienes viven en la situación de tener que abandonar su país, su familia y costumbres para poder sobrevivir. Un euro correspone a 655.96 CFA, la moneda de los países centrales y occidentales de África. El valor del trabajo que hacen en España durante un día, permite a quienes viven en Costa de Marfil, "comer más de una semana".
En su rostro queda la resistencia y valentía; en las olas los recuerdos de un sufrimiento; y en el suelo, los ladrillos usados como escudo en el camino. La historia de Mamadou Simon Bamba tiene final feliz, un testimonio que pone en relevancia que el espíritu humano puede alzarse sobre cualquier tormenta, encontrando en nuevos horizontes la esperanza y la posibilidad de reconstruir sueños bajo un cielo distinto.
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