Pérez Estrada ya no podrá pasar revista al mar en La Malagueta
"Este diseño opaco, rompe visualmente el tránsito del paseo marítimo por el que supone un goce caminar a la vera del mar y del horizonte"
El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, se empecina lamentablemente en considerar el paisaje de la identidad malagueña un solar en venta con el que hacer negocios rápidos, como el de este restaurante agresivo, que no chiringuito como defiende la concejala de Playas, Teresa Porras, atareada también en cercar espacios públicos para edificar negocios privados. Este negocio de diseño opaco, más propio de nave industrial que de restaurante mediterráneo, es invasivo con el entorno ya que amuralla la belleza del paisaje, punto de encuentro y disfrute de los vecinos y de los malagueños, y rompe visualmente el tránsito del paseo marítimo por el que supone un goce caminar a la vera del mar y del horizonte, casi como pasando revista al mar como decía Rafael Pérez Estrada al que tanto le gustaba ese paseo por el costado de las olas y del atardecer.
Además son negocios que no contribuyen al beneficio colectivo ni vecinal, cuyo entorno se verá agredido por la agresiva contaminación acústica de la música con megafonía, del ruido que generará lo que nos tememos sea también un espacio de copas y de olores de cocina, que generará este espacio cuyo modelo nada tiene que ver con un chiringuito. Innecesario por otra parte, como bien sabe el alcalde, en una zona que ya cuenta con muchos negocios de restauración y de copas para el turismo, y en la que curiosamente Costas demanda demoler una parte de Antonio Martin. Argumentos que hemos esgrimido la Asociación de vecinos, y que se topan con los oídos sordos de una mayoria de gobernanza que no atiende a reclamaciones, debates ni consensos, sólo a intereses de negocios particulares, y sociedades mercantiles de las que se desconoce quiénes son los socios.
Nos preocupa a los vecinos, tristemente no tan implicados como los del Parque del Oeste, seguramente debido al descontrolado número de viviendas turísticas en este barrio, que esto suponga abrir la veda al modelo italiano de los lidos de playa y a la mayor privatización de las mismas.
Es muy preocupante esta tendencia de hacer caja registradora privada del patrimonio del paisaje; la de oídos sordos a las opiniones y reivindicación de los vecinos y ciudadanos que reclamamos más espacios verdes y de disfrute colectivo, como el Bosque Urbano, la bahía del horizonte y ahora la playa de la Malagueta; en lugar de la fiebre depredadora del ladrillo.
Hay que recordarle al alcalde la importancia de la cultura del paisaje y el derecho de los malagueños al mismo, y que deje de vender y de tunear la ciudad y sus entornos en un mercado privado para los empresarios turísticos.
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