La pesca ilegal de chanquetes en el puerto de Málaga: hasta 10.000 euros la noche
El arte del boliche está prohibido por la Junta de Andalucía desde 1988
Desde 2016 se han contabilizado 1.146 botes ilegales en las aguas de las dársenas en 513 días distintos
Málaga/En los meses centrales del año, con el buen tiempo, aparecen en el puerto de Málaga puntos de luz, como luciérnagas en la madrugada. Podrían parecer avisos o guías, pero detrás están los bolicheros: pescadores ilegales de pescado inmaduro y chanquetes.
Con un punto de luz, una red cegada y un punto de agarre fijo y otro móvil, los bolicheros se pueden hacer con dos o tres cubos de pescados inmaduros por lance. Cada cubo contiene entre 15 y 20 kilos de chanquetes. Un lance de los furtivos puede extenderse unos 20 minutos y, por lo tanto, en tres o cuatro horas de faena por noche se pueden conseguir una decena de cubos de alevines. La noche que más se ha pescado en el puerto en los últimos meses, los bolicheros se hicieron con 25 cubos. La semana pasada un kilo de chanquetes se vendió por 25 euros en el mercado negro, según fuentes consultadas por Málaga Hoy. Las cuentas son fáciles: en una noche de faena, los bolicheros pueden embolsarse cerca de 10.000 euros.
Este es un bote a repartir, ya que cada noche saldrían dos o más embarcaciones con varios bolicheros en cada una de ellas. Desde 2016, fuentes consultadas por este periódico habrían contado 1.146 botes con 2.315 puntos de luz activos en 513 días distintos. Esto hace que, a cada bote se asocien varios puntos de luz que atraigan a los alevines y en los que se pueda hacer un lance.
Una vez pescado y sacado del puerto tiene distintas vías para comercializarse, bien directamente a restaurantes y chiringuitos, bien vía mercados, dónde adopta nombres en clave como mercancía o melocotones. Según un experto cada kilo de inmaduros podría alcanzar los 4 kilos de pescado maduro.
Pese a la pandemia, 2020 fue el segundo año en el que más embarcaciones de este tipo se contaron en las aguas del puerto, con 246, sólo por detrás del año 2017, cuando se contabilizaron 275 botes. Significativamente prolífico para los bolicheros fue el mes de junio de 2020, cuando se avistaron 141 embarcaciones ilegales y 353 puntos de luz en las mismas, el mes con más actividad de este tipo registrada por las fuentes consultadas.
Tanto calado ha tenido este arte en la pesca tradicional malagueña que el boliche tiene, incluso, un barrio en Fuengirola con esta nomenclatura, además de una estatua recordando al bolichero en el centro del mismo. El boliche, es un arte tradicional que se viene ejerciendo desde el siglo XVIII, según documenta la Junta de Andalucía. No fue hasta 1988 cuando este tipo de pesca de arrastre se declaró ilegal por parte de la Junta.
La legislación actual fija que se debe faenar a un mínimo de 50 metros de la orilla marina y se exige una luz de malla de 40 milímetros. Las redes que usan los bolicheros suelen constar de entre 4 y 14 milímetros de luz y hasta 150 metros de largo para ejercer su arrastre. La última red decomisada alcanzaba un valor de 3.000 euros.
Fuentes de la Policía Portuaria defienden que no tienen medios acuáticos para luchar contra los ilegales y que cuando llega el barco de la Guardia Civil desde el puerto de Benalmádena, muchas veces es tarde, ya que también deben cubrir 180 millas náuticas de costa.
Debido al uso de estas artes de pesca a mediados del siglo XX en Málaga, el chanquete estaba ya bastante esquilmado en 1988, cuando, tras cinco años de campañas de la Junta –para desincentivar su pesca– la prohibió. Es por ello que lo que cae en las redes de los bolicheros no sea aphia minuta (nombre científico del chanquete), sino alevines de boquerones, sardinas o lenguados.
Sobre esta realidad disertaron en el Ateneo de Málaga Juan Carlos Cilveti, colaborador de Málaga Hoy y cronista marítimo; Miguel Ángel Parrado Barea, jefe de protección oficial del Puerto de Málaga y un jefe de grupo de la Policía Portuaria.
Cilveti dio una perspectiva histórica del arte de pesca, que, junto a el copo o la jábega quedaron en la ilegalidad en los años ochenta, mientras que los agentes portuarios apoyaron la intervención con su experiencia en el puerto.
Se dio así en la conferencia algo de luz a una actividad de la que no se suele hablar desde que se ilegalizase y comenzase a hacerse a la luz de unos focos que parecerían luciérnagas entre las dársenas del puerto.
La dificultad de las autoridades para atajar el problema
Fuentes de la Policía Portuaria y expertos consultados por este periódico inciden en que la dificultad para atajar este problema está en que este arte no está tipificado como un delito sino como una falta leve que conlleva infracciones administrativas que además, “los bolicheros no pagan porque se declaran insolventes”. Además, los botes con los que faenan son “en muchos casos robados o fabricados por ellos y de mala calidad. De ahí que no les importe que se les decomise en la operación cuando pronto están volviendo a ejercer el arte”. Apuntan estas fuentes a que está cambiando el modo de hacer del Seprona, como certifica el último gran golpe que se les dio a un grupo de bolicheros en 2019, cuando fueron acusados por lo vía penal de organización criminal tres grupos de furtivos en la llamada Operación Diximus. En ella se incautaron de 16 redes prohibidas, –algunas, escondidas en el lecho marino– así como seis motores fueraborda, cinco generadores, siete focos de luz y dos embarcaciones; y se pusieron a disposición judicial 15 vehículos. Desde el Instituto Armado se ha empezado a perseguir la reiteración y la organización de los bolicheros para salir de la vía administrativa y poner freno a una actividad que se venía ejerciendo “casi con impunidad” en la provincia.
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