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Las piezas que encajan para los investigadores en el crimen de Lucía Garrido seis años después de su muerte
El instructor de Asuntos Internos de la Guardia Civil durante años ha señalado que el esquema del caso se sienta sobre tres pilares: los dos acusados y, en el centro del engranaje, supuestos guardias civiles corruptos
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Corría el año 2008 cuando el cuerpo sin vida de Lucía Garrido, con golpes y un corte en la yugular, apareció flotando en la piscina de Los Naranjos, la finca situada en Alhaurín de la Torre en la que había convivido con la que fuera su pareja y padre de su hija. La autopsia arrojó que la muerte había sido violenta, pero los interrogantes entonces eran muchos. Pasaron unos seis años hasta que el Servicio de Asuntos Internos de la Guardia Civil de Málaga fue hilando fechas, datos y presuntos implicados para tratar de esclarecer un crimen con numerosas aristas.
Este jueves, el segundo juicio por la muerte de Lucía (43) -el primero fue declarado nulo- ha alcanzado la cuarta sesión con la declaración de un instructor del Servicio de Asuntos Internos (SAI) de la Guardia Civil de Málaga durante años. En su testimonio, que se ha prolongado buena parte de la jornada, ha detallado las conexiones que les llevaron a sentar el esquema del caso sobre tres pilares: M. A. H., A. V. G. y, "en el centro del engranaje", supuestos guardias civiles corruptos.
Su trabajo, cuando se hace cargo de la investigación es "rebobinar". Encontrar pistas que se encontraban sobre el tablero en 2008, pero aún no se habían hilado. Esto fue lo que precisamente hicieron durante los años 2014, 2015 y 2016, siempre según su declaración.
Las sospechassobre el ex marido de Lucía las mantuvieron desde el principio, ha reconocido y se fundamentaron en su "comportamiento"; la "recopilación de tickets" que hizo el mismo día del crimen cuando viajó hasta Castellar de la Frontera, Sanlúcar de Barrameda, Sotogrande y Ronda, y la retirada de los dos perros mastines que la víctima tenía en Los Naranjos con el fin de salvaguardar la finca.
A continuación, el capitán ha contado al jurado popular -tras un biombo- que días después se produjo una reunión en Torremolinos a la que habría asistió A. V. G., apodado como El Rana, uno de los supuestos integrantes de un grupo de delincuentes que conocían como Los Niños de Fuengirola y que ahora está sentado en el banquillo de los acusados por su supuesta autoría en la muerte de Lucía. Así lo contó a los investigadores un testigo que presuntamente asistió a aquel encuentro y que ha adquirido el estatus de protegido.
En enero de 2016, afirma que recibe un informe en el que "el ADN de El Rana estaba impregnado en una llave" que fue encontrada por la Policía Judicial de Málaga durante la inspección ocular el día del crimen. Junto a él, "había una relación de candidatos por los vínculos delictivos entre ellos y la finca Los Naranjos". Aunque apunta a que las muestras practicadas durante ese año al objeto identificó otro perfil genético, "todavía no tiene apellido y ya se consumieron todos los extractos, lo que impedir llevar a cabo un reanálisis".
De esta manera, A. V. G. fue detenido por su presunta autoría en la muerte de Lucía Garrido. Cuando ello ocurrió, el capitán ha asegurado que dijo "esto es cosa de un guardia civil. Tenemos una deuda de 30.000 euros". En la declaración del exmarido de la víctima mortal por su supuesta implicación en la muerte, el instructor ha señalado que también apuntó a dos guardias civiles. "En distintas diligencias han ido señalándose unos a otros".
Sin embargo, una de las claves de la investigación saltó a la luz en febrero de 2015 cuando, por primera vez, testigos apuntan a la posibilidad de que el crimen pudiese estar motivado por una cuestión relacionada con drogas, ha declarado el capitán. Es la toma de declaración de dos amigas de la víctima mortal la que pone sobre la pista a los investigadores y la que centraría todas las sospechas de que la finca se trataba de "la tapadera perfecta". Una vecina de Lucía -que más tarde se convertiría en íntima- ha viajado este semana desde Noruega -donde se mudó poco después del crimen por sentirse "seguida" y "controlada"- a Málaga, manifestó ante la Sala que en una ocasión ella misma pudo observar a través de la ventana de una de las naves de Los Naranjos lo que "parecían fardos".
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