La plaza 'religiosa' de la ciudad
De de ayer a hoy
La Plaza de la Merced fue durante varios siglos centro de la vida religiosa de la capital con la presencia de conventos y la mítica iglesia que fueron quemados en la revuelta de 1931
Los orígenes de la Plaza de la Merced se remontan a la época de la conquista de Málaga por los Reyes Católicos. Era entonces un amplio descampado que limitaba al norte y al oeste con los terrenos del Ejido y al este con el camino que conducía a Granada. En esa época se conocía como el Arrabal y allí los monarcas autorizaron a la ciudad a celebrar un mercado un día a la semana, lo que supuso el germen de la incesante actividad que se mantendría a lo largo de los siglos en esta parte de la ciudad. Fue en esa época cuando los monarcas concedieron al primer corregidor de Málaga, Garcí Fernández Manrique, el terreno que hoy en día ocupan los cines Victoria y Astoria para construir un mesón, pero sus herederos cedieron el edificio en 1493 para construir un hospital.
Los Reyes también determinaron que en la zona occidental, frente al citado mesón y junto a la calle de los Álamos, se parcelaran los terrenos para construir la nueva judería. Y en 1507, lindando con ellos, se autorizó a la orden Mercedaria para construir un convento, con lo que quedó definido el lateral noroeste de la incipiente plaza. El convento de la Merced se levantó entre las actuales calles San Juan de Letrán y Frailes, e incluso abarcaba el espacio que en la actualidad ocupa el teatro Cervantes. La fachada norte de la plaza quedó cerrada con la construcción del convento de monjas de Santa María de La Paz, mientras que la iglesia de la Merced no fue construida hasta finales del siglo XVIII. Pero todos estos edificios ya no queda ni rastro porque fueron quemados el 11 de mayo de 1931 tras la proclamación de la Segunda República.
A comienzos del siglo XVIII fueron plantadas dos hileras de árboles en sus cuatro lados de la plaza, y en el centro de ella se construyó un pequeño estanque. Desde entonces se convirtió en un lugar de esparcimiento de la población, además de instalarse en ella el mercado semanal. Bajo la plaza discurrieron a partir de 1785, según Manuel Olmedo Checa, miembro de la RealAcademia de Bellas Artes de San Telmo, las aguas que llegaron a Málaga desde el río Guadalmedina a través del acueducto de San Telmo.
El obelisco que preside la plaza es un homenaje al general Torrijos y sus compañeros, fusilados por la represión fernandina el 11 de diciembre de 1831. Fue inaugurado diez años después proyectado por el arquitecto Rafael Mitjana y las cenizas de aquellos héroes muertos por la libertad fueron depositadas en la cripta que se construyó al pie del obelisco. A partir del año 1856 la plaza comenzó a tener al aspecto actual y fue entonces cuando se construyó el muro perimetral rematado con la pequeña reja metálica y se dotó a los accesos de pedestales coronados por estatuas y jarrones. A comienzos del pasado siglo la plaza se pavimentó con adoquines, y se amplió su comunicación con la calle Victoria. Ahora se prepara para una nueva remodelación.
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