La Policía detiene otra vez a El Cachulo, histórico delincuente de El Palo

El arresto se produjo tras encontrarse la pulsera telemática que debía llevar al beneficiarse del tercer grado

La prisión de Alhaurín de la Torre
Redacción

14 de enero 2019 - 23:30

Rafael F. R., conocido como El Cachulo, un histórico delincuente de la barriada malagueña de El Palo que estuvo en un reformatorio por matar a un vecino cuando era menor, ha vuelto a ser detenido por la Policía Local de Málaga, esta vez como presunto autor de un delito de quebrantamiento de condena, según fuentes cercanas al caso consultadas por este periódico.

La actuación que motivó el arresto se inició el pasado domingo, cuando fue encontrada en calle Martínez de la Rosa una pulsera de localización permanente por GPS, similar a la que llevan los internos que ya disfrutan del tercer grado o régimen de semilibertad. La investigación, a tenor de las pesquisas practicadas, apuntan a que el dispositivo hallado correspondía al individuo. Así las cosas, los agentes abrieron una investigación para proceder al arresto de Rafael F. R. No tardaron en darle captura.

Una patrulla perteneciente a la jefatura de distrito norte de la Policía Local recibió el aviso de que una persona había sufrido lesiones por lo que acudió a un centro médico ubicado en la plaza del Hospital Civil para conocer lo ocurrido. Fue allí donde, según comentaron entonces testigos, se encontraba un hombre al que la policía podía estar buscando. Una vez que los efectivos consultaron si tenía alguna causa pendiente, comprobaron que sobre él pesaba una orden de detención. Tras identificarse como policías, El Cachulo fue detenido por un supuesto delito de quebrantamiento de condena.

En el año 2000, el arrestado asestó hasta siete puñaladas a un hombre que le recriminó poco antes los gritos que daba en un bar. El joven disfrutaba entonces de un permiso del centro de menores de Sevilla, en el que fue recluido cuando tenía 17 años, por un intento de homicidio anterior. En un primer momento, Rafael ingresó en prisión, pero la entrada en vigor de la Ley del Menor supuso su puesta en libertad a primeros de enero de 2001. Unos años después, resultó herido al recibir un disparo por un individuo tras una pelea que se produjo entre las parejas de ambos. El Cachulo volvió a ser detenido en distintas ocasiones más. Todavía no había terminado de saldar sus cuentas pendientes con la Justicia.

"Las pulseras llevan una correa de plástico que no se cae, habría que cortarlas"

Las pulseras telemáticas son dispositivos muy novedosos que proceden de Israel y detectan si el interno, en tercer grado, se ha alejado del centro establecido. Se erigen en una medida de control para presos que ya se han beneficiado del tercer grado. “No se caen. Llevan una correa de plástico que habría que cortar”, precisan fuentes penitenciarias. El primer grado está reservado para los delincuentes más peligrosos. Pero, una vez que los internos empiezan a cumplir condena se clasifican en el segundo. Cuando extinguen buena parte de la pena y su conducta durante el tiempo que ha permanecido en prisión es adecuada, logran el tercer grado y comienzan a dormir en un centro de inserción social. Durante el día, se les permite salir a la calle para realizar tareas laborales o actividades formativas. El cuarto grado implica la libertad condicional. En España, la legislación penitenciaria apuesta por un programa individualizado y progresivo de ejecución penal, de forma que ya se están empezando a sustituir las pernoctaciones en el centro de inserción social por este medio telemático, una pulsera o tobillera, que el interno que ya ha pasado por la junta de tratamiento para que se le conceda esta posibilidad debe llevar colocada en el pie. En caso de que se la quite, la central recibe un aviso. Si el autor no proporciona una explicación convincente, puede acabar detenido por quebrantamiento de condena, como ha sido este caso.

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